¿Y si Jon no fuera el último Targaryen?
Habían pasado dieciséis años desde la batalla en Desembarco del Rey, pero nada había cambiado, la cuidad continuaba en ruinas las personas seguían muriendo o huyendo a Essos debido al régimen de Bran el roto...
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El verano azotaba Poniente , pero en el norte, en el verdadero norte, era siempre habría un eterno invierno. A veces menos frío que otras veces, pero el blanco jamás se extinguiría.
Ahí estaba Jon Snow, jamás Stark jamás Targaryen , ya no era Lord Comandante de la Guardia Nocturna, tampoco era un hecho de la guardia , en secreto se había negado a rendir juramento ¿Entonces? Quién era.
El hombre que apuñaló el corazón de Daenerys Targaryen, ¿Villano o héroe? Quería creer lo segundo, quería cerrar los ojos e ignorar los problemas al sur, quería simplemente cerrar sus ojos. Lo único que era seguro en su vida, era que era otro exiliado más.
Cada día los mal llamados salvajes han vuelto a establecer sus viviendas al otro lado del muro, sus comunidad han crecido de sobremanera mientras más personas huyen del sur y se refugian del lugar que años atrás ignoraban.
Ayudado por Tormund, cortaban un árbol para la leña, mientras en silencio rumiaba la cifra de cien nuevos refugiados del sur en un día. Personas tan delgadas que el frío podría partir sus huesos, personas , con los rostros más serios del mundo.
—Si seguimos así, el sur será quien se quede abandonado — Habló Tormund en broma pero a Jon no le hizo ninguna gracia.
Jon concentró sus ojos marrones en una pequeña de cabellos rubios, tan rubios como el sol, pero a pesar de eso, la nieve sobre él, lo hacía pensar en el de cierta persona...
La niña era la única con el rostro alegre entre los recién llegados, sus pequeños ojos recorrían con emoción cada rostro, buscando algo o a alguien, y cuando se centró en un hombre cercano al grupo de Jon, uno con caballos marrones que afilada su hacha sentado en un tronco , gritó.
—¡Papi!
En los meses que llevaba en ese lugar, Jon jamás había visto al hombre sonreír y en el momento en que escuchó ña dulce voz de la pequeña y vio sus pequeños precios corriendo hasta él, su sonrisa fue la más grande de todo el campamento.
El hombre tomó a la pequeña entre sus manos y la alzó con tal alegría que la niña no paraba de reír, le besó la frente, el cabello, el rostro , todo con lágrimas en sus ojos.
—Jonah —La delicada voz de una mujer fue todo lo que lo detuvo.
Jon miró hacia ella, el mismo cabello de su hija, trenzado , tan hermosa, tan feliz por ver que su marido.
