Capítulo 8

1.9K 235 50
                                    

Habían pasado unas semanas cuando su madre pisó su oficina.

Un día tranquilo mientras hacía su trabajo tranquilamente leyendo unos papeles que le había enviado Xichen, tanto cosas serias de sus empresas como inversiones conjuntas, como también un catálogo de colores en los que estaba indeciso si pintar con uno u otro la habitación de su bebé en su departamento.

Justo había tomado una lapicera para marcar el tono lila que le había encantado cuando ingresó a la habitación su madre hecha una completa furia.

Mentiría si decía que no había esperado este momento cada día desde que había anunciado su embarazo.

—Buen día madre ¿qué te trae por aquí?— preguntó con falsa cortesía.

—Sabes bien lo que me trae —contestó claramente enfadada.

—Oh ¿tu nieto? Mira creció un montón estos días —mientras hablaba se paró y mostró su ya crecido vientre, demostrando que era cierto lo que había dicho.

La mujer lo miró con clara desaprobación, era más que obvio que ese embarazo no le agradaba en lo absoluto.

—Yo estuve averiguando... Y si vas a esta clínica aún es posible deshacerse de eso —dijo, dejando un papel sobre el escritorio— Hijo, eres joven, guapo e inteligente, no dejes que un desliz te arruine.

Las palabras lo dejaron boquiabierto, tuvo que leer el papel más de una vez para corroborar que lo que había escuchado era lo mismo que lo que decía ese folleto.

Totalmente incrédulo miró a la mujer, y luego de hacer una bola con el papel, se lo tiró en la cara.

—¿Quieres que aborte a mi hijo? ¡Estas loca mujer! ¿sabes de cuanto estoy? 5 meses c-i-n-c-o, no solo quieres que mate a mi hijo, quieres que me mate a mi ya que estamos ¿o me equivoco? Después de todo mi existencia es una desgracia.

—Sabes qué, si lo es. Maldito el día que dejaste de ser beta.

Los gritos iban y venían en la sala, pero en ese momento todo fue silencio, y si bien a Jiang Cheng le picaban los ojos por las lágrimas contenidas que luchaban por salir, decidió que no iba a permitirse llorar frente a esa mujer.

—Nunca dejé de ser beta mamá, porque nunca lo fui, nací omega y moriré omega. Y si es algo que no soportas vete, no me importa en absoluto.

—A-Cheng, yo no... no quise decir eso, sabes que es un tema difícil para mi...

—¡Seguridad!

La puerta rápidamente se abrió, y al guardia solo le bastó ver a su jefe señalar a la mujer que dio por entendido que debía sacarla de inmediato, cosa que hizo en ese instante, haciendo valer la paga extra que le daba un anónimo para la protección del Jiang y su bebé.

Ahora ya sólo, Jiang Cheng se acarició el vientre mientras cantaba una melodía que recordaba que Xichen le había cantado alguna que otra vez que le servía cada vez que debía relajarse o cuando quería calmar al inquieto de su hijo en las noches.

En su mente venía una y otra vez el recuerdo de su adolescencia cuando le habían dado el resultado del exámen de género secundario. Todos en su casa esperaban que fuera beta como su madre y hermana, porque era imposible por su físico que fuera alfa como su padre. Pero por azares del destino y una anomalía genética que ocurría una en un millón, sus resultados fueron que se trataba de un omega. Eso había destruido a su familia, incluso más que la existencia de Wei Ying.

Si era omega significaba que uno de sus padres, efectivamente no era su verdadero progenitor, pero los resultados del ADN que pidió Jiang Fengmian dieron como resultado un 99,9 %. Ya con eso los médicos comenzaron a investigar y llegaron a que era algo atípico pero podía suceder si las condiciones correctas se daban.

¡A-Huan, quiero un bebé! - XichengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora