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Chat se sentó disfrutando del silencio en el Gran Salón, con una jarra de cerveza, sus piernas estiradas frente al fuego, y su espalda apoyada contra el borde de la mesa. Había sido una mañana muy ocupada, y pronto los guerreros hambrientos se acercarían a comer. Que él pudiera proveer para tantos lo hacía sentir bien. Sus guerreros y sus familias ya habían sufrido lo suficiente. Y haría todo lo posible para conseguir que no sufrieran más dificultades. Había tenido más que su parte de batallas y no quería más. No es que fuera tan tonto como para creer que no sería necesario nunca volver a la batalla. Los monarcas tenían la habilidad de hacer enemigos y comenzar guerras. Pero tenía la intención de hacer todo lo posible para evitar que él y sus guerreros se unieran a la refriega.

Él escuchó a Marinette, antes de verla. Él reconocía sus pasos, aunque habían
cambiado algo desde que ella era suya. Siempre habían sido una sucesión de
pequeñas ráfagas rápidas, como si tuviera prisa o tuviera miedo de que
alguien la siguiera. Últimamente, sin embargo, sus pasos habían disminuido, como si finalmente se sintiera segura.

Estiró el brazo y le ofreció la mano. Ella rodeó la mesa y entrelazó sus dedos con los de él. La tiró sobre su regazo y la besó, saboreando su boca. Se volvió codicioso por más, y exploró su cálido y suave cuello, mordisqueando entre besos.
La sintió suspirar profundamente en su pecho como el ronroneo contento de un gato. Quería hacerla ronronear un poco más, pero no allí.

-Ven arriba conmigo -le susurró al oído.

Sus hombros cayeron y ella frunció el ceño, mostrando su decepción.

-¿Qué está mal?

Hizo un gesto lentamente, su ceño se profundizó.

-No te preocupes por Luka y Zoe. Todo estará bien para ellos.

Marinette levantó la ceja, se encogió de hombros y se tocó el pecho.

- ¿Cómo puedo saber? Sencillo. El destino los unió, ya que ellos son perfectos el uno para el otro. Y el destino no permitirá que nada se interponga en su camino, además el destino me tiene para ayudarle.

Ella le dio una mirada cuestionable.

-¿Estás cuestionando mi capacidad para asegurarme de que el destino se salga con la suya?

Ella asintió y gesticuló.

-¿Crees que te oculto algo? -preguntó como si se realmente estuviese afectado.

Ella asintió de nuevo y lo golpeó en el pecho.

Se rió y se agarró el pecho. -Me hieres, mujer.

Le dio un golpecito en el pecho varias veces, le dio unos golpecitos en la boca, y le sacudió el dedo.

Él se rió de nuevo. - ¿Mejor te lo digo, o si no...?

Dio un brusco golpe de cabeza y cruzó los brazos sobre el pecho.

-¿Tan segura estás?

Su barbilla se levantó para mostrar cuánto. Su sonrisa se desvaneció cuando sus ojos tomaron una mirada depredadora antes de que él bajara sus labios a su cuello expuesto, y comenzara a mordisquear su suave piel.

Ella lo empujó a regañadientes, y se escabulló de su regazo, luego golpeó su
pie cuando sus manos fueron a descansar en sus caderas.

A pesar de que frunció el ceño, no pudo mantener el humor fuera de su voz.
-¿Me estas retando?

Ella meneó la cabeza. Se estiró mientras se ponía de pie, y observó cómo sus
músculos se tensaron contra su camisa, observó la pasión ardía en sus ojos verdes, y se le debilitaron las piernas.

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