La Voz Del Amor

31

Pararon lo que parecieron horas después, aunque Zoe rezó para
que no fuera tanto lo recorrido. Ella y Marinette tendrían más posibilidades de llegar a casa, tal vez por la mañana, una vez que escaparan. Se sentía tan
tonta, por no haber pensado mejor, en salir a investigar un ruido. Pero ella
había pensado que no tenía nada que temer, y el grito sonaba como un niño
con dolor, y no había podido ignorarlo.

Lo peor de todo era que había involucrado a Marinette. Adrien iba a estar furioso, y ella no podía culparlo. Ella tenía que hacer esto bien. Tenía que proteger a Marinette y llevarla a casa a salvo, aunque esperaba que su ausencia ya hubiese sido descubierta, y que Luka y Adrien estubiesen en camino para rescatarlas. Envió una oración silenciosa a los cielos.

Una vez que desmontaron, Zoe se dirigió directamente a Marinette,
preocupada de que el viaje difícil hubiera sido demasiado para ella y para el bebé.

- ¿Estás bien? -le preguntó a Marinette con ansiedad.

Marinette le frotó la espalda, aunque asintió.

Zoe bajó la voz. -No podemos dejar que nos lleven más lejos. Debemos
escapar ahora antes de que sea demasiado tarde.

Marinette asintió y le palmeó el pecho.

-Sientes lo mismo. Bien, tengo un plan, pero debemos ser rápidas al
respecto-. Zoe susurró rápidamente en voz baja mientras se acurrucaba con la capa de Marinette, haciendo que pareciera que cuidaba de ella.

Marinette apretó la mano de Zoe cuando terminó, haciéndole saber que
estaba de acuerdo y que estaba lista para hacer lo que fuera necesario.

-Vendrás conmigo, Zoe -ordenó Wayhem.

Las dos mujeres se aferraron con más fuerza la una a la otra cuando vieron
que la pequeña tropa se había dividido en dos. Estaban a punto de separarlas y ambas sabían que no podían dejar que eso sucediera.

-Necesitamos un momento de privacidad en el bosque-dijo Zoe,
sabiendo que nunca serían enviadas solas, pero esperando que no se
enviaran más de dos guerreros con ellas.

-Más tarde-dijo Wayhem con impaciencia.

Zoe rebotó en su lugar. -No podemos esperar.

Una sonrisa astuta apareció en Wayhem. -Bien, las acompañaré a los dos-.

Se volvió hacia sus guerreros. -No nos molestes.

Marinette vio al guerrero que había capturado su mirada con disgusto en Wayhem. Él había sido amable con ella mientras estaba en el caballo con él,
preguntándole si le había ido bien, y diciéndole que no se preocupara, que no le haría daño. Había insistido en que ella y Zoe serían liberadas una vez que se pagara el rescate. El guerrero obviamente creía lo que Wayhem le había dicho. Ella, sin embargo, no confiaba en Wayhem.

Lo último que vio del guerrero fue que él se alejaba lentamente de la pequeña tropa mientras los otros guerreros sonreían, viendo a Wayhem desaparecer en el bosque con ella y Zoe. Probablemente se estaba despidiendo, no quería tomar parte de lo que vendría, o ¿podría ser lo
suficientemente valiente como para ir en busca de ayuda? Ella solo podía
esperar.

Caminaron una distancia hacia el bosque antes de que Wayhem les ordenara detenerse.

Señaló a Marinette. -Ve a hacer lo que debes mientras Zoe me satisface.
Luego puedes tomar tu turno para complacerme-. Agarró el hombro de Zoe tan fuerte que ella hizo una mueca y la puso de rodillas. Sacó una daga de la vaina que llevaba en la cintura.
-Y nada de trucos o te dejaré con una cicatriz peor que la de tu marido.