⌗𝐒𝐢𝐧 ; 𝐉𝐞𝐧𝐥𝐢𝐬𝐚 𝐀𝐝𝐚𝐩𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧

Capítulo Cuatro

Hace cuatro años:

Jennie's POV

Cada verano, Rosé y yo íbamos a la casa de playa de sus padres en Englewood, Florida, durante dos semanas. Me gustaba acompañar a sus padres y a Lalisa. En ocasiones Bambam, el mejor amigo de Lalisa, venía también. A medida que fui creciendo, siempre me preocupaba que Lalisa dejara de venir, pero nunca lo hizo. Esos veranos eran mágicos. Nadábamos y navegábamos en barco, dormíamos bajo las estrellas, y hacíamos parrillada casi todas las noches. Los padres de Rosé nos dejaron hacer nuestras propias cosas la mayor parte del tiempo, por lo que durante esos veranos, realmente nos sentíamos como adultos.

El verano en que tenía dieciocho años, justo antes de mi último año en la escuela secundaria, Lalisa llevó a otra persona con ella. Su nombre era Minnie, y ella, con mucho orgullo, la presentó como su novia.

—Esta es Minnie. —Habló con Rosé, que se quedó mirando la hermosa chica con los ojos muy abiertos… ansiosos.

—Encantada de conocerte, Minnie. Soy la hermana de Lisa, Rosé, y este es mi mejor amiga y casi-hermana, Jennie.

Sonreí débilmente a la chica que estaba de pie frente a mí y de la mano de Lalisa.

—Hola. —Su voz era tan dulce como se veía, y trate de sacar de mis pensamientos los celos.

—Jennie. —La voz de Lisa era sorprendida cuando me miró—. Has crecido. —Sus ojos recorrieron la extensión de mi cuerpo y la espalda hasta mis ojos. Había una extraña expresión en su rostro, y frunció el ceño—. No te he visto en mucho tiempo.

Rosé rodó sus ojos. —Ahora eres una mujer de universidad. No tienes tiempo para tus dos hermanas.

—Jennie no es mi hermana. —Su voz era áspera y con cara enrojecida—. Voy a ir y mostrarle a Minnie los alrededores ahora. Nos vemos luego, chicas. —Y con eso, se dio la vuelta rápidamente y salió de la habitación, con Minnie corriendo detrás de ella.

—Es un dolor en el culo. —Rosé puso los ojos en la puerta—. No puedo creer que ella consiguiera una chica tan hermosa como ella.

—¿Por qué no? —La miré con sorpresa—. Ella está caliente.

—¡Eww! No, no lo es. —Ella fingió vomitar—. Es molesta y bruta. ¿No te parece? —Ella me dio una mirada significativa y asentí.

¿Cuál era el punto de decirle que yo albergaba sentimientos por su hermana? Era apenas un enamoramiento de la adolescencia, y además, ella no estaba interesada. Nunca estaría interesada en mí. En especial, no ahora que tenía una hermosa novia.

—Es una chica. Todos las chicas de su edad son brutas —respondí, como si eso lo explicara todo. Traté de ignorar las punzadas de celos y el dolor que giraban en mi estómago—. Vamos a nadar. —Me encontré en nuestra habitación compartida y busqué mi traje de baño para que no me fuera a hacer más preguntas.

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El día que cambió mi vida comenzó como cualquier otro día. Me desperté y fui a la cocina a buscar un poco de cereal, mientras que Rosé estaba en la cama, todavía roncando. Había derramado mis Frosted Flakes cuando Lalisa entró, con solo un top deportivo y su pijama.

—Días, Orinada. —Me arrugó el cabello.

—Días, abuela. —Hice una mueca y se rió.

—¿Qué estas comiendo?