Efectivamente, justo como me había imaginado, Alex estaba tirando piedras a las ventanas de su casa.
Me había llevado unas dos horas encontrarla. Di vueltas y más vueltas por aquella ciudad hasta que decidí preguntar por ahí. Y, finalmente, un hombre muy simpático me dio las indicaciones para llegar a la casa de su vecino.
La vista era desoladora: las paredes, antes blancas, estaban llenas de frases sin sentido, la puerta había sido sacada de las bisagras y reposaba sobre la hierba del jardín delantero, varios cajones con ropa estaban esparcidos por la hierba y las ventanas estaban rotas.
-¡Cuidado! -no me di cuenta de lo que estaba ocurriendo hasta que fue demasiado tarde.
Vi la piedra dirigirse hacia mí, y me desmayé cuando impactó en mi frente.
Me incorporé dolorida en la cama, preguntándome qué había pasado. Otra pregunta se añadió a la lista: ¿dónde demonios estaba?
Una puerta de madera enfrente de mí se abrió y reveló a un hombre.
Alex.
Sí, se llamaba Alex.
El hombre se sentó sobre la cama y me observó largo rato.
-¿Por qué estás aquí?
-Yo... -me obligué a mí misma a tragar saliva y a no sonar como una niña indefensa-. Fui al hospital a ver a Meg y la vi con Sam.
Alex se tapó la cara con las manos y empezó a sollozar.
-¿Qué hice mal? ¡¿Qué mierda hice mal?! ¿POR QUÉ YA NO ME QUIERE? -se levantó y dio un manotazo a la lamparilla de noche, tirándola al suelo.
-Alex, cálmate. No arreglarás nada destrozando tu casa.
-¡¿Y qué puedo hacer?! -tiró al suelo todos los marcos de fotos de la cómoda.
-Alex...
-¡Tú tienes tu maldita vida hecha! ¡No tienes que preocuparte de que la mujer de la que llevas enamorado toda tu vida se vaya con un imbécil! -al oír eso, exploté.
-¡¿Y TÚ QUÉ SABES?! ¡¿TE CREES QUE SÓLO TÚ ERES EL DESGRACIADO AQUÍ?! -la expresión de su cara cambió y pareció entrar en razón.
-Yo no te veo sufrir.
-La procesión va por dentro -nos miramos durante largos instantes.
-¿Qué te ocurrió?
Se sentó en la cama delante de mí y yo le conté toda mi historia con William. Sólo en aquel instante me di cuenta de que hacía apenas 5 días que le conocía, y que en ese corto espacio de tiempo ya parecía que le necesitara hasta para respirar.
Mientras escuchaba mis penas, los hombros de Alex iban descendiendo cada vez más.
-Lo siento Abigail -se acercó a mí y me abrazó.
Inspiré su aroma, y me llevó hasta mi casa, años atrás, en los brazos de mi abuelo mientras mis padres bailaban en el salón.
-No hace falta que lo sientas. De todos modos, eso no va a cambiar nada -me separé de él y me levanté-. Y ahora, debes dejar de compadecerte de ti mismo y hacer algo.
En aquel momento, el timbre sonó. Nos miramos extrañados, y Alex fue a abrir. Yo fui al salón, pero cuando oí las voces de los policías que nos habían interrogado, decidí que lo mejor era esconderse. Abrí la puerta del armario más cercano y me metí dentro, dejando sólo una rendija para ver todo lo que pasaba.
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dream
Teen FictionUna mañana, Abigail descubre de golpe que su mejor amigo, Ray, es su ángel de la guardia. Y no sólo eso. Debe encontrar al amor de su vida y superar varias misiones, todo ello en catorce noches, para demostrarle al tío de ahí arriba que su vida vale...