Noche 6: Desaparecida (III)

109 15 3
                                    

Efectivamente, justo como me había imaginado, Alex estaba tirando piedras a las ventanas de su casa.

Me había llevado unas dos horas encontrarla. Di vueltas y más vueltas por aquella ciudad hasta que decidí preguntar por ahí. Y, finalmente, un hombre muy simpático me dio las indicaciones para llegar a la casa de su vecino.

La vista era desoladora: las paredes, antes blancas, estaban llenas de frases sin sentido, la puerta había sido sacada de las bisagras y reposaba sobre la hierba del jardín delantero, varios cajones con ropa estaban esparcidos por la hierba y las ventanas estaban rotas.

-¡Cuidado! -no me di cuenta de lo que estaba ocurriendo hasta que fue demasiado tarde.

Vi la piedra dirigirse hacia mí, y me desmayé cuando impactó en mi frente.

Me incorporé dolorida en la cama, preguntándome qué había pasado. Otra pregunta se añadió a la lista: ¿dónde demonios estaba?

Una puerta de madera enfrente de mí se abrió y reveló a un hombre.

Alex.

Sí, se llamaba Alex.

El hombre se sentó sobre la cama y me observó largo rato.

-¿Por qué estás aquí?

-Yo... -me obligué a mí misma a tragar saliva y a no sonar como una niña indefensa-. Fui al hospital a ver a Meg y la vi con Sam.

Alex se tapó la cara con las manos y empezó a sollozar.

-¿Qué hice mal? ¡¿Qué mierda hice mal?! ¿POR QUÉ YA NO ME QUIERE? -se levantó y dio un manotazo a la lamparilla de noche, tirándola al suelo.

-Alex, cálmate. No arreglarás nada destrozando tu casa.

-¡¿Y qué puedo hacer?! -tiró al suelo todos los marcos de fotos de la cómoda.

-Alex...

-¡Tú tienes tu maldita vida hecha! ¡No tienes que preocuparte de que la mujer de la que llevas enamorado toda tu vida se vaya con un imbécil! -al oír eso, exploté.

-¡¿Y TÚ QUÉ SABES?! ¡¿TE CREES QUE SÓLO TÚ ERES EL DESGRACIADO AQUÍ?! -la expresión de su cara cambió y pareció entrar en razón.

-Yo no te veo sufrir.

-La procesión va por dentro -nos miramos durante largos instantes.

-¿Qué te ocurrió?

Se sentó en la cama delante de mí y yo le conté toda mi historia con William. Sólo en aquel instante me di cuenta de que hacía apenas 5 días que le conocía, y que en ese corto espacio de tiempo ya parecía que le necesitara hasta para respirar.

Mientras escuchaba mis penas, los hombros de Alex iban descendiendo cada vez más.

-Lo siento Abigail -se acercó a mí y me abrazó.

Inspiré su aroma, y me llevó hasta mi casa, años atrás, en los brazos de mi abuelo mientras mis padres bailaban en el salón.

-No hace falta que lo sientas. De todos modos, eso no va a cambiar nada -me separé de él y me levanté-. Y ahora, debes dejar de compadecerte de ti mismo y hacer algo.

En aquel momento, el timbre sonó. Nos miramos extrañados, y Alex fue a abrir. Yo fui al salón, pero cuando oí las voces de los policías que nos habían interrogado, decidí que lo mejor era esconderse. Abrí la puerta del armario más cercano y me metí dentro, dejando sólo una rendija para ver todo lo que pasaba.

dream Donde viven las historias. Descúbrelo ahora