Noche 11: Prueba de Amor (II)

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Oí unos pasos acercarse a nuestro campamento. Abrí mucho los ojos, intentando vislumbrar alguna figura, pero sólo pude ver las siluetas de los árboles a nuestro alrededor. Desde el cielo, la poca luz de la luna apenas me ayudaba. Salté en mi lugar cuando oí los pasos acercarse al árbol en el que estaba apoyada. Me acurruqué en la manta, sintiendo al instante el pecho de Dani detrás de mí.

Sus piernas se extendían a mis lados y sus brazos me rodeaban. No recordaba que nos habíamos quedado así dormidos.

Ahora sí podía distinguir la silueta del intruso. Se acercó lentamente al lugar en el que estaban las mochilas. Luego, a nosotros. Contuve la respiración, temerosa. Dani apretó ligeramente sus brazos alrededor mío y suspiró, diciéndome sin llamar la atención que estaba despierto.

Pero no ocurrió nada. Fuera lo que fuera lo que aquella persona buscaba, no se encontraba en nuestro campamento, o al menos no lo encontró.

Más relajada, me dejé caer lánguidamente contra Dani. Él aflojó un poco sus brazos.

-¿Estás bien? -su voz sonaba totalmente alerta.

-Sí. ¿Qué crees que quería?

-No lo sé. Es extraño que no nos haya matado.

-¿Eso pensabas?

-Claro que sí, Abby. En estas situaciones no puedes fiarte de nada ni de nadie.

-Pero confiaste en mí -él suspiró y me relajé aún más cuando sentí que colocaba su barbilla en la cima de mi cabeza.

-Bueno, me diste razones para hacerlo -me reí, pero enseguida él colocó una mano sobre la boca, haciéndome callar-. Aún puede rondar por ahí. Quizás le den ganas de matarnos con tus carcajadas -no podía verle, pero por su voz supe que estaba conteniendo la risa.

-¿Tiene algo de malo mi risa, señor "mi sopa es la mejor"?

-Sí, señorita "esa sopa huele mal?

Sonreí y le di un golpe en el brazo.

-Idiota.

-Tú empezaste.

-No se suponía que me ibas a devolver la pulla -pude oí la expiración que hizo al sonreír-. Sólo te di un plato de espaguetis.

-Y un abrazo.

-Lo hice por egoísmo. Realmente lo necesitaba.

-¿Y era la única persona en el mundo para abrazar con tanto sentimiento? -volví a pegarle-. Ouch, a este paso me quedaré sin brazo.

-Vamos a dormir -sentí su mirada en mi nuca hasta que se encogió de hombros y se acomodó aún más contra el árbol.

Su pregunta flotaba en mi cabeza. Lo había abrazado, sin saber que sentiría algo. Pero aún necesitaba saber por qué.

Cuando sentí los golpecitos de Dani en mi hombro ya había amanecido. Aunque por la noche el sonido de devastación causado por los talibanes parecía haber remitido, ahora había vuelto con más fuerza que el día anterior.

Comenzamos a caminar, internándonos cada vez más en la selva y parando de vez en cuando para comer y beber.

Ya casi había caído la noche cuando oímos un sonido extraño que provenía de los árboles a nuestra derecha. Parecía un gemido. Dani colocó un brazo delante de mí protectoramente y se acercó a la fila de árboles.

Rodeó uno de ellos y lo oí llamarme. Inmediatamente corrí a su lado, para encontrarme a un hombre tumbado en el suelo con una herida de bala en un costado. Me miró desde el suelo, un brillo de reconocimiento pareció pasar por sus ojos, a la vez que las comisuras de sus labios se curvaban ligeramente. Pero un segundo después, estaba mirando a Dani y pidiéndole ayuda con la mirada. Él lo miraba desconfiado.

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