Noche 11: Prueba de Amor (III)

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-¿Lo has traído?

-Sí, está en el calabozo.

-Perfecto, así ya no podrá venir a buscarla. Gracias por todo, John.

-No hay de qué, Will, por un amigo haría lo que fuera.

Oí unos pasos alejarse y cerrar una puerta. Entonces abrí los ojos.

-¿William? -él me miró cuando me oyó decir su nombre.

-¡Abigail, cariño! ¡Menos mal que te has despertado!

-¿Qué está pasando? -William se sentó a mi lado en la cama en la que me encontraba.

Me acarició la cara.

-John te encontró siendo llevada sobre el hombro de alguien por una carretera. Estaba de servicio, pero me llamó diciendo que había encontrado a alguien llevando a mi novia inconsciente por las carreteras de Irak. Todo habría sido absurdo si no llevaras un día desaparecida. Estaba muerto de miedo. Así que le pedí que te rescatara y te llevara a la ciudad mientras yo cogía el primer vuelo que logré encontrar y te llevaba a mi casa. Llevas casi una semana inconsciente.

Parpadeé varias veces por la cantidad de información obtenida tan de golpe.

-¿Quién está en el calabozo?

-Tu secuestrador.

Lo procesé todo lentamente. Dani podría estar muerto en medio de la selva. Había sido secuestrada. Me habían rescatado. Había sido llevada de vuelta a Estados Unidos, junto a William. Estaba a miles de kilómetros de Dani. Dani probablemente estuviera muerto.

Muerto...

Comencé a sollozar.

-Hey, Abigail, no llores. Ahora estás bien. No pasa...

-Dani... Está... Está...

-¿Qué? ¿Quién es Dani? ¿Acaso te hizo algo? Como te haya tocado un solo pelo de la cabeza, te juro que lo buscaré y lo...

-¡NO! ¡CÁLLATE! ¡DANI ESTÁ MUERTO! -sollocé más fuertemente, las lágrimas empapaban toda mi cara y la mano de William, y pronto su camiseta-. ¡ESTÁ MUERTO! ¡ÉL... ÉL ME PROTEGIÓ!

-Cariño,yo...

-¡ÉL DEBERÍA ESTAR VIVO Y NO YO! Yo era el objetivo. Él no debería...

-Shhhh, ya pasó. Enviaré un helicóptero a buscar a tu amigo. Lo encontraré.

Alcé la cabeza y lo miré, ya más calmada.

-¿Me lo prometes? -limpió con sus pulgares las lágrimas de mis mejillas.

-Claro que sí. Prometido.

Inmediatamente, me relajé entre sus brazos.

-Gracias -él apretó aún más su abrazo.

-Duerme un poco. Pareces agotada -bostecé y se rió-. ¿Ves? -besó mi frente-. Descansa. Voy a arreglarlo todo para que busquen a Dani.

Durante los siguientes días, viví medio dormida medio despierta. William me despertaba para comer, y a veces, cuando me encontraba con fuerzas, salíamos a dar un paseo.

Con el paso de los días, una incógnita se formaba en mi cabeza. ¿Por qué me encontraba tan cansada?

Todas las mañanas, a la hora del desayuno, William me informaba de la situación mientras desayunábamos café con magdalenas de chocolate. Me decía que mi secuestrador  estaba siendo procesado o que aún no habían encontrado a Dani.

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