Una nueva ráfaga de aire chocó contra mi cara haciendo que mi pelo ya revuelto ondeara de nuevo. Froté mis brazos en un intento de calmar el frío, pero no sirvió de nada. No sabría decir cuánto tiempo estuvimos allí parados, el uno frente al otro, con el constante silbido del viento como único conversador.
-¿Se puede saber cuánto tiempo llevas aquí?
Bright esbozó media sonrisa al oírme. Se encontraba a escasos metros de mí, apoyado en el capó de su coche, habiéndose deshecho ya de la americana oscura que le había visto lucir horas antes en el baile.
-El suficiente para saber que ha ocurrido algo. Te vi marcharte y... No sé.-respondió sin más.
-¿Me estás diciendo que me has seguido desde Eastside y me has esperado aquí fuera?
-¿Por qué no?
Él se encogió de hombros. El hecho de que su sonrisa desapareciera durante unos segundos y su ceño se frunciera ligeramente a la espera de que le ofreciera una respuesta lógica a aquella pregunta me hizo pensar que veía aquello como algo completamente normal. Haciendo notar como de costumbre su escasa paciencia, deslizó una de sus manos a través de la ventanilla del Chevy para sacar su chaqueta y lanzarla hacia mí hecha una bola.
-Te alegrará saber que no ha pasado nada.-dije tras atrapar la chaqueta al vuelto para después colocarla sobre mis hombros y dedicarle una sonrisa en forma de agradecimiento.
-Perdona que no te crea. Me crucé con Will cuando iba de vuelta a la fiesta y parecía bastante molesto.
-Es sólo que... No me sentía cómoda. Meredith pisaba mis palabras constantemente, Madison no se presentó y bueno, supongo que bailar no es mi fuerte.
-Tonterías...-dijo con cierto tono burlón, y agarró mis manos con excesiva delicadeza para atraer mi cuerpo hacia el suyo y comenzar después a balancearse de un lado a otro a un ritmo lento. Yo permanecí un par de segundos observando mis pies, ya cansados de haber estado toda la noche confinados en unos zapatos de tacón tan estrechos pero aún con la capacidad de dar los ligeros pasos que complementaban los dados por los mocasines oscuros de Bright.
-¿Para eso has venido? ¿Para poder pasear mañana por Eastside presumiendo de que bailaste con todas las chicas de la fiesta?-susurré. Una casi imperceptible sonrisa asomaba entre mis labios desde hacía ya rato.
-Pequeña e ingenua Wanda...-sin previo aviso, me hizo dar una vuelta completa y me detuvo posando una de sus manos en mi cintura. Estuve a punto de corregirle una vez más, pero terminé dándome cuenta de que el chico era un caso perdido, así que me limité a mirarle a la espera de que completase aquella frase. Ambos comenzamos a caminar a través de la calle pausadamente, ignorando por completo el hecho de que estábamos dejando atrás su coche. -Puede que mintiera un poco cuando dije que mi pareja había tenido que marcharse de la fiesta. En realidad le expliqué que debía irme y ella lo comprendió a la perfección.-comenzó a explicar. Su brazo derecho aún rodeaba la parte más baja de mi espada, dejando descansar su mano sobre mi cintura. En algún momento, mi mano izquierda sintió la necesidad de posarse sobre el dorso de la suya mientras aún caminábamos. -He esperado a estar aquí en plena calle desierta a las tres de mañana sin que nadie pueda oírme para decirlo, y te juro que si dices una sola palabra de esto a alguien no llegarás a la graduación...-hizo una pausa para reír suavemente antes de continuar.-...Pero la verdad es que desde el primer día de clase, desde el momento en el que Will señaló hacia el otro extremo del pasillo y mis ojos te encontraron allí... No he podido mirar a otra parte. No desde entonces.
Mi respiración se detuvo durante una milésima de segundo y se reanudó justo a tiempo para que él no pudiera notar lo que acababa de ocurrir. No tardé en sacar a relucir mi risa nerviosa. Ambos nos conocíamos lo suficientemente bien para saber que es imposible que dos personas como nosotros puedan mantener una conversación sin risas, incluso cuando se trata de este tipo de conversación.
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Greenwood
Teen FictionBlanda, una joven suiza que aspira a hacerse un hueco en el mundo del arte, se ve obligada a pasar su último año de enseñanza pre-universitaria en Greenwood, un minúsculo pueblo de Indiana hasta el que sus padres la conducen con la excusa de cambiar...