Capítulo 19

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La noche era muy tranquila, Choi Han estaba como siempre agarrando su pequeña espada de madera, un obsequio de su padre, pronto tendría la oportunidad de agarrar una real y se veía a sí mismo tan fuerte como su padre.

Lo cierto era que Choi Han había salido igual de amable y bondadosa que su madre, y al igual que su padre tenía talento, fuerza y destreza para el manejo de la espada.

Choi Han estaba muy feliz con ello.

Mientras se dirigía a cenar con su familia, muchos pensamientos alegres vinieron a él, según su madre, pronto llegaría la edad en la que los conocimientos de la espada le serían transmitidos, ya no tendría que observar a su padre y caballeros desde lejos, entonces Choi Han se haría más fuerte.

Su habitación no era muy lejana a la del comedor, además de que siempre solía estar acompañado de dos guardias para su seguridad, extrañamente está vez se encontraba solo, no es que le diera miedo ni nada por el estilo, Choi Han creía que era lo suficientemente grande como para caminar por los pasillos poco alumbrados sin tener miedo, pero era algo raro, el ambiente en sí se sentía pesado.

Decidió ignorarlo, en cuanto llegara con sus padres, ellos calmarían su corazón agitado, su madre lo abrazaría y su padre acariciará su cabeza.

Choi Han esperaba que esa noche fuera como las otras.

No lo fue.

Llegar al comedor hizo que su corazón se encogiera y acelerará, solo habían rastros de sangre por todo lado, Choi Han tenía miedo, era la primera vez que veía sangre, era tanta sangre, en la mesa, en el suelo, en las ventanas.

No le gustaba ese color rojo sangre que pintaba todo dando noticias de muerte.

Con el corazón latiendo a su máxima capacidad, agarró su pequeña espada de madera con fuerza y corrió a la habitación de su madre.

Él sabía que su madre era débil, Choi Han no era mucho más fuerte que ella, pero la protegería con todo su ser, estaba determinado a hacerlo.

Choi Han amaba mucho a su madre, tenía que llegar lo más pronto posible y asegurarse de que su madre esté viva, que esté bien, que lo abrace, necesitaba escuchar las palabras de que todo estaría bien.

Él era un niño, lo ideal era refugiarse en sus padres.

Sus pequeñas piernas se pararon frente a la gran puerta, alistó su espada de madera por si se presentaba algún peligro y abrió la puerta, con la esperanza de que su madre estuviera sentada ahí para abrazarlo con su calidez.

Desafortunadamente no lo estaba, la calidez de su madre no había, la habitación se sentía tan fría, tan grande y asfixiante al mismo tiempo.

¿A dónde podría correr? 

¿Dónde debía buscar? 

Sus pensamientos se hicieron caóticos a medida que sus ojos viajaban por la habitación. Y esos pensamientos se detuvieron con un golpe doloroso en la parte posterior de su cabeza.

Luego de eso no recordaba más.

¿Qué había pasado después? 

No recordaba cómo fue que su madre lo sacó de ahí.

No hasta ahora.

Le duele la cabeza tan sólo recordarlo, le da miedo solo volver a vivirlo.

¿Por qué su familia tuvo que pasar por todo eso? 

Cuando despertó después del golpe, su cabeza dolía mucho, no podía entender con claridad lo que ocurría, pero los gritos desesperados de los sirvientes, los gritos de su madre y del resto de su familia le hicieron entender. 

TRAVESÍA FLOREADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora