Cruel Summer

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Era octubre cuando Sergio Marquina pisó por primera vez el laboratorio Resistencia.

Había llegado a Madrid hacía solo unos días. Estaba enfrascado en la identificación de unos restos de huesos prehistóricos cuando Tamayo, director de Resistencia, llamó para ofrecerle trabajo en el laboratorio más importante de España.

Sergio llevaba días leyendo cada nueva actualización que la prensa sacaba del caso que llevaba ahora la policía que, pese a no haber cadáver aún, estaban investigando repentinamente después de haberlo cerrado hacía meses. Veía cada día como la policía se equivocaba y no podía evitar apuntar cada fallo en una libreta que se moría por estampar en la cara de la inspectora que estaba al mando.

Tras haber dudado mucho sobre si debía abandonar la estabilidad que había construido en Washington y su trabajo en el Jeffersonian, Sergio terminó aceptando el cargo de antropólogo forense jefe en España.

Raquel Murillo se había vuelto su único pensamiento en los últimos días.

Sergio le veía fallas a absolutamente todo lo que ella estaba haciendo. Cuando creyó dar con el lugar donde estaba el cadáver y solo era una trampa para hacerla perder el tiempo, cuando estuvo tres días analizando una serie de pistas que no llevaban a ningún lado o cuando la prensa filtró la realidad de ese caso, todo le estaba llevando al límite. ¿A quién se le ocurría actuar sin medir antes cada una de las consecuencias? ¿Cómo podía ser capaz de dejarse guiar solo por su instinto?

Sin dudarlo más, aceptó el trabajo y, a la semana siguiente, ya estaba volando hacia España. No le importaba haberse pasado casi 10 horas en un avión, tras una ducha rápida, fue directo al laboratorio para conocer lo que sería su segunda casa a partir de ahora. Había ignorado por completo todas las llamadas de su hermano, lo único que quería hacer ahora mismo era arreglar el estropicio que aquella mujer estaba haciendo con el caso.

—Buenos días. Busco al doctor Tamayo. –Preguntó a una de las chicas que pasaba por allí. Su cerebro hiper perfeccionista maldijo a esa institución por no tener un mostrador en la entrada donde poder preguntar. Pero, ¿Quién iba a preguntar en un laboratorio? Todo el que entraba allí sabía dónde tenía que ir. Menos él.

—¿Doctor Marquina? Que gusto conocerle en persona por fin. –Tamayo se acercó a él con una sonrisa en los labios. Sergio le miró confundido–. Disculpe, no me he presentado. Doctor Luis Tamayo, encantado.

—Sergio Marquina. –Aceptó con gusto la mano que el hombre le tendía.

—Bueno, veo que ya ha conocido a Silene Oliveira. –Señaló a la morena a su lado–. Es una de las internas que será su compañera.

—Así que este es el que va a reemplazar al capullo de Pablito, me gusta. Al menos no pareces un gilipollas arrogante. –La chica le guiñó el ojo a Sergio haciéndolo sentir incómodo–. Encantada, soy Tokio. –La joven de pelo corto apretó su mano saludándole.

—¿Disculpe? –Sergio frunció el ceño.

—Que soy Tokio. –Repitió–. Todos aquí tenemos un nombre de ciudad. Antes de que acabe la semana tendrás uno, no te preocupes.

Sergio asintió dudosamente a la chica antes de que esta se alejara. Se volvió hacia Tamayo sin comprender del todo aún ese intercambio de palabras.

—Discúlpeme. Silene a veces puede ser un poco invasiva, pero no todos son así. –Rodó los ojos–. Sígame, le presentaré al resto de compañeros.

Tamayo se giró hacia lo que parecía ser la plataforma de trabajo y Sergio, después de su shock inicial por la extraña presentación de Tokio, le siguió.

no body no crime || AU SerquelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora