Paper Rings

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Ya era de noche cuando Raquel salió del despacho de Prieto con el rostro pálido y las manos temblorosas. Había sido una tarde eterna, llena de preguntas e intentos de sacarle más información de la que en ese momento era capaz de dar. Aún estaba aturdida por el miedo, el cansancio y los golpes que había recibido, por lo que decidieron seguir al día siguiente con las preguntas.

Al salir, vio a Sergio apoyado en la pared frente a ella. La estaba esperando con todo lo que había comprado en la farmacia en una mano y la cena en la otra. Había ido a comprarle unas vendas, un antiséptico y un analgésico para que se curase las heridas tan pronto como la inspectora entró con Prieto a su oficina. Raquel se sorprendió al verlo allí, puesto que era muy tarde y él debía estar agotado mental y físicamente.

—Sergio... ¿Sigues aquí? –Le preguntó ella con voz débil.

—Te estaba esperando. –Respondió el forense con una sonrisa cansada–. Te he traído esto, te va a hacer falta, y te he comprado algo para cenar.

Raquel miró sorprendida las bolsas que Sergio le estaba ofreciendo. Su corazón se apretó en su pecho con aquel detalle y con que siguiera allí esperándola cuando no tenía por qué hacerlo. Sabía que para él también había sido duro y sus ojeras delataban lo cansado que estaba, pero, aún así, estaba allí.

—Gracias, Sergio, de verdad. –Raquel cogió las bolsas sonriéndole–. Pero no hacía falta que te quedaras, estás muy cansado.

—No me importa. –Sergio sonrió sin saber qué hacer ahora. No quería dejarla sola, pero tampoco quería agobiarla–. ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

Raquel sintió un escalofrío al ver sus ojos oscuros y profundos, sabiendo que Sergio se refería a algo más que a su bienestar físico. Quería pedirle que se quedara con ella, pero no quería cruzar ningún límite.

—No, no necesito nada más. –Su voz salió firme, pero no convincente.

—Está bien. –Sergio asintió con resignación–. Entonces, me voy, si necesitas algo, llámame. Cuídate, Raquel.

Sergio dejó un beso en su mejilla antes de darse la vuelta y dirigirse a la salida. Raquel lo vio alejarse con una sensación de hundimiento en el estómago. Se llevó la mano a su mejilla, justo donde él la había besado, y cerró los ojos, dándose cuenta de que no quería que se fuera, de que lo necesitaba a él.

—Sergio, espera. –Gritó con voz temblorosa.

Sergio se detuvo y volvió hacia ella rápidamente. La miró nervioso, pero su mirada gritaba otra cosa muy diferente. Quería que le pidiera que se quedara, no quería estar lejos de ella en ningún momento, y menos ahora.

—¿Qué pasa?

—En realidad, si necesito algo. –Confesó la rubia–. Yo... no quiero estar sola esta noche.

—¿Qué?

—No quiero estar sola, ni tampoco en mi casa. –Dijo ella con un hilo de voz–. Quiero que te quedes conmigo.

Sergio se quedó sin palabras. Su corazón empezó a bombear rápidamente, nervioso pero aliviado. Se dio cuenta de que llevaba mucho tiempo en silencio cuando Raquel apartó la mirada de él.

—Lo siento, ha sido una tontería. Olvídalo. –Raquel dió unos pasos hasta que Sergio agarró su brazo con cuidado–. Nos vemos mañana.

—No, no. –Se acercó de nuevo a ella, sonriéndole tímidamente–. Quiero decir, sí, claro que me voy a quedar contigo.

—¿De verdad? –Raquel le devolvió la sonrisa.

—Claro. –Sergio acarició su mejilla, perdiéndose momentáneamente en sus ojos–. Estaba deseando que me lo pidieras, no quería dejarte sola.

no body no crime || AU SerquelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora