Fearless

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Raquel entró en el laboratorio con paso firme, pero tratando de ocultar su nerviosismo. No había visto a Sergio desde el sábado, desde que lo tuvo a tan solo unos centímetros de su rostro, de sus labios, desde que estuvieron a punto de besarse. Se habían limitado a intercambiar informes y datos sobre el caso dejándolos en la comisaría para que lo viera el otro, pero nunca directamente. Hasta hoy.

Sergio había llamado a Andrés, pidiéndole que fuera corriendo al laboratorio y que avisara a Raquel y Martín. No les había dicho nada más por lo que, en cuanto llegaron, fueron a buscar al forense para que les explicara qué era tan importante.

Sergio, que estaba en la sala de autopsias, levantó la vista al verlos entrar. Cuando su mirada se centró en la inspectora, los recuerdos de la noche del sábado se le vinieron a la cabeza inmediatamente. Carraspeó la garganta, repentinamente nervioso.

—Buenos días. –Les saludó a todos.

—Buenos días, hermanito. Bueno, o buenas noches, porque ni ha amanecido todavía. ¿Qué horas son estas de llamarnos? –Se quejó Andrés.

—Es que es importante, si no no os habría llamado.

—¿Qué tienes? –Preguntó la inspectora cruzándose de brazos.

—Hola, Raquel. ¿Qué tal? –Dijo irónicamente.

—Genial. –Sonrió forzosamente–. Ahora cuéntanos que has encontrado.

—Mirad esto. –Dijo Sergio, cogiendo la bolsa de plástico y abriéndola. Dentro había una rosa de dos colores, roja y blanca–. Estaba en el estómago de la víctima.

—¿En el estómago? –Preguntó Raquel con el ceño fruncido.

—Sí. Estaba entera, con el tallo y las espinas, es imposible que se la tragara.

—¿Y qué significa? –Preguntó Martín–. ¿Es otra pista?

—Creo que sí. –Afirmó Sergio–. Porque esta rosa no es una rosa cualquiera. Es una rosa de dos colores, una variedad muy rara, que aquí en Madrid solo se vende en una floristería en concreto.

—¿Qué floristería? –Inquirió Raquel.

—La floristería se llama "Rosas y espinas". –Respondió Sergio tecleando y señalando la pantalla con la información–. Está en el barrio de Lavapiés. es conocida por vender este tipo de rosas.

—¿Lavapiés? –Repitió Andrés–. ¿Qué tiene que ver Lavapiés con el caso? El cuerpo lo encontramos en Toledo.

—No lo sé, pero debe de haber alguna conexión si no no nos habría dejado esta flor. La rosa es una pista sutil, pero sabía que nosotros podíamos descifrarla.

— ¿Y cómo sabes que la rosa fue puesta postmortem? –Preguntó Raquel de brazos cruzados–. ¿Y si Ágata se la tragó antes de morir?

—La he analizado. –Sergio igualó su postura–. La rosa está intacta, no tiene ningún signo de digestión ni de descomposición, como si la hubieran cortado hace poco. Además, murió por un disparo en la cabeza, no por una asfixia.

—Fue puesta a posta, qué horror. –Martín abrió los ojos como platos.

Los cuatro se quedaron en un silencio tenso, alternando la mirada entre el cadáver y la rosa bicolor, confirmando que aquel caso era más complicado de lo que en un principio había parecido.

—Entonces ¿Qué hacemos? –Preguntó Andrés rompiendo el silencio–. ¿Vamos a Lavapiés?

—Supongo –Dijo Sergio, apartando rápidamente la vista de Raquel para que esta no notase que él la había estado mirando todo el rato esperando establecer algún tipo de conversación sin palabras, una señal para que supiera que necesitaban hablar–. De momento es nuestra única pista.

no body no crime || AU SerquelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora