Lose Control

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El viento azotó el rostro de la inspectora cuando se bajó del coche patrulla, seguida por Andrés y Martín. Miró el edificio al que les había llevado la dirección que Marisa les había dado, dándose cuenta de que no era lo que esperaba. Si Gandía vivía junto a la asesina, esperaba que fuera algo apartado para prevenir cosas como esta, no un piso en una de las mejores zonas de Madrid. El portero los guió por las escaleras hasta el tercer piso, donde se suponía que vivía César Gandía.

—¿Hay alguien dentro? –Preguntó la inspectora al portero.

—Hace semanas que nadie viene a este piso. –El hombre se encogió de hombros–. Ni el señor César ni su mujer.

—¿Cuál es el nombre de su mujer?

—No lo sé, nunca me lo dijo. –Frunció el ceño–. Ella apenas pasaba tiempo aquí, venía sobre todo por la noche y se iba muy temprano en la mañana.

—¿Por la noche? O sea que no vivía aquí como tal. –Vio al hombre negar antes de volverse hacia sus compañeros.

—Eso significa que llevaba una doble vida. –Añadió Martín sonriendo incrédulo, pero pronto la borró cuando vio la expresión de la inspectora.

—Es lo más probable, pero no me sorprende. Bueno, venga, vamos a comprobar si hay alguien. –Raquel sacó su placa y su arma antes de golpear la puerta con fuerza–. ¡Policía! ¡Abran la puerta!

No hubo respuesta, ni siquiera cuando Raquel volvió a golpear varias veces más. Miró a sus compañeros y asintió, haciendo que Andrés se apartara y le diese una patada a la puerta. Oyeron al portero quejarse sobre lo mucho que costaba una puerta de esa madera, pero no podía importarles menos.

—Dudo mucho que encuentren algo. –Dijo el hombre desde la puerta, mirando con desprecio a Raquel.

—Es mejor que se vaya y nos deje hacer nuestro trabajo. –Advirtió la inspectora dándole una mirada seria.

El apartamento era pequeño, pero nada modesto. Los muebles eran todos de marca y había obras de arte que parecían reales, a quien viviera allí no le faltaba dinero, básicamente. Investigaron una por una las habitaciones, sin encontrar nada relevante, hasta que dieron con una al fondo del pasillo. Raquel se dirigió a esta última, pero encontró la puerta cerrada con llave.

—Quizás sea su escondite. –Sugirió Andrés, por experiencia.

—Vamos a averiguarlo.

Sacó una de las horquillas que le sujetaban la coleta y la introdujo en la cerradura, haciendo palanca con una experiencia que sorprendió a Andrés. Recordó el día que Sergio hizo algo parecido, sorprendiéndola y haciendo que un cosquilleo se extendiera por su cuerpo ante la intriga que le provocaba aquel hombre, pero se obligó a si misma a apartarlo. Al cabo de unos segundos, la puerta se abrió. Raquel la empujó y entró, seguida de Andrés y Martín, quedándose los tres boquiabiertos al ver lo que había dentro.

La habitación estaba repleta de imágenes e información sobre todos ellos: Raquel, Sergio, Andrés, Martín, Prieto, Silene, Mónica y todos los de Resistencia, sin olvidar ni una sola persona que pudiera estar involucrada en el caso de Ágata Jiménez. Había fotos, recortes de periódicos, mapas, notas, documentos, todo pegado en las paredes. Era como si alguien hubiera estado siguiéndolos y recopilando información sobre ellos durante meses, quizás un año.

—¿Qué coño es todo esto? –Martín abrió los ojos asombrado, acercándose al lugar donde estaba su información.

—Es una locura. –Comentó Andrés frunciendo el ceño ante los documentos que había sobre él. Señaló un recorte de un periódico, haciendo una mueca–. Podrían haber puesto una foto de mi perfil bueno.

no body no crime || AU SerquelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora