no body no crime || AU Serquel

Stand By Me

TW: Violencia de género

Raquel dejó un beso en los labios de Sergio antes de que cada uno fuese por su lado. Él se fue a su oficina mientras que Raquel había quedado con Mónica, Silene y Julia en la sala de descanso del laboratorio a pedido de la primera. Nada más llegó, Julia le tendió una taza de café y la hicieron sentarse en medio del sofá mientras ellas, a su alrededor, la miraban con curiosidad, esperando que les contara lo que sospechaban y habían podido ver hacía escasos minutos.

—Vamos, Raquel, suéltalo. –Dijo Silene removiendo su café.

—¿El qué? –La rubia se encogió de hombros, pero sabía perfectamente a qué se estaba refiriendo Silene.

—No te hagas la tonta. –Mónica chocó su hombro con el suyo–. Te hemos visto despedirte de Sergio dándole un beso.

—Y te brilla la cara. –Intervino Julia.

—Sí, con ese brillo especial que solo te da el buen sexo.

Raquel se sonrojó mientras sus amigas se reían a carcajadas de la repentina timidez de la inspectora. Sin embargo, no pudo ocultar la sonrisa. No quería ocultar su relación y, de hecho, veía imposible hacerlo. Estaba estampado en su rostro los sentimientos que tenía hacia el forense y lo relajada que estaba por primera vez en años al tener una persona así a su lado.

—Bueno... –Empezó Raquel jugando con su taza de café–. Se podría decir que entre Sergio y yo hay algo.

—¿Se podría decir? –Silene se rió–. Estáis liadísimos

—Pues sí. –Raquel se encogió de hombros.

—¿Desde cuándo?

—Pues... desde hace un par de semanas. –Confesó Raquel sonriendo al recordar el momento en su oficina–. Casi nos besamos en el cumpleaños de Andrés, pero no pasó nada hasta que hablamos unos días después sobre ello, y pues una cosa llevó a la otra y...

—¡No me lo puedo creer! –Julia abrió la boca sorprendida–. Eso significa que he ganado la apuesta.

—Eres una hija de puta. –Silene se levantó y sacó de uno de los cajones el tarro donde guardaban el dinero, dándoselo a Julia.

—¿Ella? Dirás que todos sois unos hijos de puta. –Raquel alzó las cejas–. ¿Cómo vais a apostar por nosotros?

—Raquel, cariño, la tensión sexual entre vosotros nos estaba ahogando a todos. La pregunta es ¿Cómo no íbamos a apostar?

—Ahí tiene razón. –Dijo Mónica.

Su conversación fue interrumpida por unos pasos en la escalera que subía a la sala de descanso. La puerta se abrió dejando ver a Sergio, provocando que Mónica, Julia y Silene se girasen hacia Raquel para ver como esta sonreía tontamente nada más verlo.

—Hablando del rey de Roma.

—Hola. –Sergio sonrió hacia las mujeres, pero su mirada se centró, sobre todo, en su rubia–. Siento interrumpiros, pero tengo que llevarme a Julia y Silene para examinar los huesos que acaban de llegar.

—Luego vamos, si total los huesos no se van a mover. Déjanos chismear. –Silene movió su mano, restándole importancia

—¿Me puedo unir? –Preguntó alzando las cejas.

—No. –Dijeron Julia y Silene al unísono sabiendo que no podrían hacer según que preguntas si estaba él delante.

—Pues entonces vosotras tampoco. –Sergio sonrió encogiéndose de hombros viendo las caras frustradas de sus internas.