Capitulo 19.

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Todo era un completo silencio en la casa de Dégel, la pregunta que le hizo el contrario lo dejó bastante pensativo, además de que su mente tampoco le estaba jugando una limpia.

" Al ser descendiente de Demonios puros... ¿Sabes quién está detrás de padre? "

No lo sabía, nunca en su corta vida había pensado eso. ¿Quiénes eran los enemigos de los cuales les hablaban sus padres?

Lo único que sabía que es había un grupo de cazadores que estaban detrás de Krest, pero... ¿Quiénes? ¿Eran de su familia?.

— Aioria...

El nombre de aquel castaño salió de su boca como si fuera automático, y era un nombre que para nada se esperaba el mayor.

Alzó una ceja, esperando rápidamente una continuación a sus palabras.

— Él es uno de los cazadores que va detrás de tu padre.

"¿Por eso la golpiza, eh?"

— Me estás diciendo que el empleado que ha pasado más tiempo con mis padres es... ¿Alguien que quiere hacerles daño?

El tono de voz de Kardia parecía como si no se hubiera creído nada de lo mencionado por Dégel, haciéndolo fruncir el seño un poco.

— Aioria es un demonio sin categoría. Lo conozco desde los diez años, estuvo jodiendo toda mi vida desde ese entonces por un incidente.

— ¿Qué incidente? ¿Acaso quisiste matar a algún humano por sentirte superior y fallaste? ¿Por eso jode tu vida?

El aura del de cabellos azulados estaba furiosa, sus ojos azul eléctrico estaban bastante profundos hacía el menor.

Y no era el único furioso ahí, Dégel sentía una torre de energía correr por sus manos, sabía que si no lo controlaba era capaz de mandar a dormir nuevamente a Kardia.

Pero de pronto una pesadez en su pecho se hizo presente, era un dolor que no era provocado por algún ataque, si no por su propia mente.

" ¿Qué incidente? "

No he querido matar a ningún humano aunque me hayan dicho desde la niñez que son nuestro peor enemigo... —mencionó el menor casi en un susurro, enterrando sus uñas verdes en la palma de su mano— Y tal vez... Me sienta superior a ustedes por el hecho de que yo nunca actuaría por obra de emociones como tú, Kardia...

El mencionado simplemente estaba en silencio, viéndolo seriamente y apretando sus puños. Se sentía bastante enojado por el hecho de que sentía que las palabras anteriores del demonio eran puras falsas.

Se levantó de la cama donde estaba, se colocó enfrente del contrario pero con una distancia aceptable y empezó a acomodar su ropa, tratando de ocupar su mente.

Aunque no podía negar que quería escuchar más al menor.

— ¿Me vas a decir otra mentira ahora mismo, no?.

Esas palabras fueron la gota que derramó el vaso para Dégel.

Rápidamente el de cabellos Oliva se levantó de su lugar acercándose al contrario, lo empujó con fuerza y logró tirarlo al suelo, bastante enojado.

— ¿MENTIRAS? ¿CREES QUE ESTOY MINTIENDO?

Kardia no estaba más que congelado en el suelo, no podía tampoco levantarse del lugar, era como si su cuerpo en ese momento no estuviera bajo su control.

Toda la fuerza que hacía en esos momentos era completamente inútil.

— ESTOY PONIENDO MI VIDA EN PELIGRO AL DECIRTE TODO LO QUE SÉ, ¿AÚN CREES QUE ESTOY MINTIENDO?

Guardando silencio el mayor solo podía observar como la respiración de Dégel era tranquilizado por el mismo, sus ojos violetas perdían un poco de profundidad y el arrepintiendo llegaba a él.

— Lo único que quiero es... Encontrar a alguien. Y si eso significa estar soportando tus ignorantes palabras a la información que te ofrezco voy a tener que aguantarlo.

Con una sola mirada furiosa el mayor pronto sintió como su cuerpo le pertenecía nuevamente, se levantó de un brinco y sin darle oportunidad al otro le soltó un golpe en la mejilla, haciendo caer los lentes del mismo.

— No me gusta que me alcen la voz.

Cuando Dégel creyó que era lo único que iba a recibir por parte de Kardia sintió cómo era sujetado por el cuello de su camisa, después de eso lo único que sus ojos podían ver eran los eléctricos azules enfrente de él.

Antares lo miraba atentamente, parecía como si nunca hubiera golpeado a Dégel, su piel estaba intacta sin alguna marca.

— Creeré tus palabras. —mencionó después de unos minutos en silencio— Pero, si llegan a ser falsas, juro que quién sea que estés buscando lo pagará.

Los ojos violetas de Dégel se abrieron por la sorpresa, pero eso duró poco, pronto se volvieron serios. Se zafó del agarre contrario y asintió, para luego levantar sus lentes del suelo.

— ¿Quieres hacer un pacto oficial? —preguntó mientras se colocaba sus lentes y miraba al mayor seriamente.

— ¿Oficial? ¿Me darás tu alma o algo así?.

La sonrisa pícara de Kardia no podía faltar con esas palabras, pero al notar el asentimiento del menor supo que no se trataba de algún juego.

— Te harás cargo de mi alma. Tendrás en la palma de tu mano la marca del perdón, con ella cada vez que no obedezca tus ordenes serás capaz de darme graves dolores. Y solo tú podrás quitarlos.

Reinó el silencio nuevamente, Dégel optó por darle tiempo a kardia de pensarlo. Se dirigió a su armario y tomó unas prendas de él, para luego colocarse enfrente del espejo de su habitación y quitarse la camisa que llevaba puesta.

Esto no fue ignorado por Kardia, quién notó dos rasguños en la espalda de Dégel, parecían desaparecer poco a poco.

Antes de que pudiera preguntar por ellos ya habían sido tapados por la nueva prenda que vestía Dégel, que era una parte de un traje blanco.

— Los rasguños fueron hechos por mi padre como castigo.

Las palabras del demonio lo sorprendieron, pero no dijo nada, a lo cuál Sadalmelik prosiguió a hablar.

— Con aquel incidente me golpearon hasta dejarme grave, tal vez merecía más, o incluso la muerte...

— ¿Qué fue lo que pasó en el incidente?.

— Perdí a mi primo, un demonio menor, bajo rango. Se esperaba mucho de él aunque era un demonio sin valor para algunos. —siguió mientras colocaba un pequeño listón alrededor de su cuello y darle forma de moño delgado— También esperaban mucho de mí, pero después de eso simplemente me hicieron a un lado.

Las palabras de Dégel lo habían hecho arrepentirse de todo lo que le pudo haber dicho anteriormente, de verdad no se imaginaba las verdaderas razones.

Y pronto la figura de ese castaño llegó a su mente, podría ser real que estaba detrás de su padre.

— ¿Sigues buscando a tu primo?

— Lo hago desde el día en que ya no está a mi lado. No descansaré hasta poder encontrarlo, lo he jurado.

Decidido, el mayor se dirigió hacía él, eso hizo que el de cabellos Oliva se girara en su dirección y lo mirara atentamente.

— Hagamos el trato oficial. Dame tu alma.

Una sonrisa plana llegó a la boca de Dégel, antes de asentir y descubrir sus rojizos puntiagudos.

Los ojos violetas con destellos rojizos y esos azules eléctricos hicieron contacto, dando un escalofrío en los dueños de los mismos.

Ninguno de los dos se imaginaba lo que estaba por pasar.

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