Sentía su cuerpo completamente cansado, un pequeño movimiento lo podía hacer gruñir del cansancio y el entumecimiento de su cuerpo era bastante pesado.
A como sentía el clima en esos momentos suponía que era de madrugada, ya faltando poco para amanecer por completo. No tomó tanta importancia a eso y se acomodó en la cama, tomando asiento sobre ella y recargando su cuerpo en el respaldo de la pieza.
Con los ojos entre abiertos miro a su alrededor por encima, tratando de enfocar su mente. Pasó una de sus manos sobre su cuello, dándose cuenta que no llevaba camisa. Eso logró sacarlo de su ensoñación y abrió los ojos por completo y se trató de mirar a sí mismo.
— ¿Umm?
No llevaba ninguna prenda en esos momentos, solamente una cobija bastante cómoda lo llegaba a cubrir de cintura para abajo.
Llegó a pensar muchas cosas, una de esas fue que tal vez llegó bastante tomado y con la idea de tomarse un baño se deshizo de la ropa pero terminó durmiendo. Aunque eso no explicaría el cansancio de su cuerpo.
Dejó caer la mano que tenía sobre el cuello a su costado de la cama, escuchando un quejido adormecido y sintiendo algo suave.
Al dirigirse con la mirada hacía lo que era, logró ver los hombros desnudos de aquel pelirrojo que conocía bastante bien, quién en esos momentos dormía de lado, abrazando sus piernas.
Su cuerpo además de sentirse suave se podía notar frío, ya que era solamente tapado con la misma cobija que el rubio, pero solamente una pequeña cantidad de él. Tal vez se podía considerar que tapaba lo importante.
Esa imagen del demonio alarmó por completo a Milo, y como si un foco se prendiera en su mente el recuerdo de todo lo que pasó hace unos momentos atrás llegó a él, haciéndolo abrir un poco más sus ojos, no creyendo nada de lo que su mente le mostraba.
— ¿Ca... Camus? —susurró el nombre del contrario con suavidad, para luego preguntarse a sí mismo— ¿Me acosté con Camus?
Aún sin creer, movió un poco al contrario, no sin antes bajarse de la cama y buscar una prenda corta para él y vestirla.
Escucho unos quejidos por parte del demonio a quien estaba logrando levantar, pero al poco rato se arrepintió por completo y dejó de moverlo.
Tomó asiento alado del pelirrojo y sintió una gran culpa en su pecho, ese golpe en el corazón el cuál le decía la verdad. Algo que aún no se podía creer, y tampoco sabía si verlo como bueno o malo.
Había obligado a su compañero de vida a tener relaciones con él, lo dejo bastante marcado y aparte le dijo muchas cosas que sabe que le dolieron.
Tenía muchas cosas que decirle a Camus pero nunca se imaginaba que serían de esa manera, y peor aún, con alcohol en su cuerpo.
¿No era capaz de decirlas sin eso? ¿de verdad era un idiota que ocupaba del alcohol para poder hacer cosas que quería desde hace mucho?
— Soy un idiota... —susurró para sí mismo, sin darse cuenta se los ojitos adormecidos que lo veían.
— ¿Mi... Milo? ¿Porqué te insultas?
Esa voz, esa linda voz que ha escuchado desde hace años, una que nunca se cansaría de escuchar se presentaba justo en su momento de arrepentimiento, no podía definir si eso era bueno o malo.
— Eh... No, por nada Camus... —mencionó mientras desviaba la mirada hacía el frente, viendo por el lado de su ojo la silueta del cuerpo contrario tomando asiento a su lado.
— Me duele mucho mi cuerpo... Me siento bastante extraño...
Preocupado, el rubio miró al contrario y sus ojos se dirigieron al pecho descubierto de Camus, el cual estaba todo lleno de mordidas y marcas rojas que posiblemente no se quitarían en días.
Y no solo el pecho, brazos y piernas también eran marcadas por mordidas, aunque esas serían futuros moretones que dolerían bastante.
— Camus perdóname... No debí de hacerte eso, no debí ni siquiera de haberte puesto un dedo encima, tampoco haber usado la marca del perdón para esto... Soy un completo idiota.
Los ojos de color rojo como la sangre se dirigieron de Milo hacia el costado del cuarto, no sabiendo que responderle a eso.
Si bien el ya tenía desde un principio en mente que Milo después se arrepentiría de todo, más no había pensado en una respuesta.
— ¿Tienes algo que decirme cierto? ¿Me quieres maldecir? Porfavor di lo que me merezco Camus, y no solo eso, di much ma...
— ¿Te arrepientes de haberme tomado?
La pregunta del demonio lo hizo congelarse, ni él mismo sabía la respuesta a eso. Pero no le tomó mucha importancia a eso.
Su total atención estaba en esos ojos del contrario los cuales se estaban humedeciendo por las lágrimas que querían salir, no entendía el porqué de ello.
Pero lo que más le pudo haber sorprendido fue con la voz que le habló Camus, una que no había escuchado hace tiempo. Ese tono que solo el demonio podía manejar y hacerlo sentir un escalofrío.
Un hermoso escalofrío de superioridad.
🍎❄.
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Mon Beau Démon.
Hayran Kurgu"Si hubiera imaginado que esto pasaría no te hubiera llevado a mi casa ese dia" Palabras dichas con real arrepentimiento, claramente escuchadas con un nudo en la garganta y la sensación de querer escapar, pero nunca respondidas. . ♡. Personajes d...