Capítulo 26.

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Había pasado una semana desde aquel entonces, y todo parecía ir normal. Dégel y Camus pudieron pasar tiempo juntos, disfrutaron y conocieron más al otro, contaron algunas cosas que pasaron por los años, aunque sería obvio que el menor no tendría mucho que contar, pero le hacía demasiada ilusión escuchar al demonio puro.

Y mientras ellos lograron pasar tiempo perdido, los hermanos Antares tuvieron una charla demasiada larga con sus padres, tuvieron que explicar todo lo ocurrido detalle por detalle.

Además de haber arreglado lo que tenían pendiente con sus padres, pues por fin lograron convencer a los mayores sobre no estar en la empresa Antares y lograr disfrutar de la vida de otra manera que a ellos les gustara, y también sobre el matrimonio. Eso quedaba completamente cancelado.

Aunque eso de alguna manera no le gustaba a Krest, pues sabría que eso seria el fin de la descendencia Antares Sadalsuud, pero por lo tanto que amaba a sus hijos tuvo que aceptar.

Ahora los Antares y Sadalmelik se encontraban en la casa del demonio puro, y aunque todo estuviera tranquilo había algo que dañaba la mente de Dégel.

Eso fue notado rápidamente por Kardia, quién lo llamó al privado y una vez que estuvieron solos preguntó sobre lo que pasaba.

No recibió respuesta del menor por un largo tiempo, pero en esos momentos igual sentía su aura toda abrumada, y lo que le sorprendía era que pareciera que el miedo también se estaba presentando en él.

— Camus morirá...

El de cabellos Oliva sabia perfectamente que no podría durar toda su vida pasando energía de su alma a la del menor, y eso le atormentaba, además de que últimamente la misma ya no parecía hacerle efecto a Camus, pues ya estaba bastante debilitado como para ayudarle a mejorar.

Se negaba a pensar que ya no se podría hacer nada por el media sangre, pero una parte de él quería aceptarlo y tratar de seguir.

Kardia por aquellas palabras se mantuvo en silencio, sentía lo duro que esas palabras fueron para Dégel, pero no solo para él, si perdían a Camus también su hermano sufriría.

Y sí que lo haría.

— ¿Crees que le quede mucho?.

Esas palabras fueron como agujas para Dégel, quién no quería hablar sobre eso.

Pero sabía que tenía que hacerlo.

— Tal vez... Solo unos días...

— ¿Sentirá algún tipo de dolor?.

Ganó una señal de negatividad con la cabeza por parte del demonio, haciéndolo soltar un suspiro.

— Tendremos que decirle a Milo...

Le dolería mucho tener esa plática con su hermano, pero tampoco tenía tiempo que perder.

.

El rubio no podía dejar de pensar en las palabras apenas escuchadas por parte de su hermano, no quería creer nada, absolutamente nada.

Quería que su hermano se empezara a reír y que fuera una broma de muy mal gusto, o que algo lo golpeara y despertara de ese sueño.

Pero al no ver que pasara una de esas dos opciones cayó en cuenta de que era la realidad.

Camus moriría.

Pronto sintió las mejillas humedecer por sus lágrimas, y aquella presión en el pecho también se hizo presente.

Todo recuerdo que tenía desde la niñez con Camus se hizo presente en ese momento, y era algo que le dolía bastante.

¿Por qué los recuerdos felices se convertían en tristes en estas ocasiones?.

Mon Beau Démon. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora