annie

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imagina: abrazas a annie después de que sale de su cristal.

...

Habían pasado cuatro años desde la última vez que (n) habló con Annie. La rubia que alguna vez fue más que su amiga, continuaba encerrada en el cristal en donde ella misma se metió. Nunca supo las verdaderas razones de hacerlo, solo sabía que había sido la causante de muchas muertes al ser un titán cambiante igual al chico Eren Jaeger.

Suspiró afligida, levantándose del piso. Le echó una última mirada a Annie y caminó a las escaleras, regresaría a hacer su trabajo como miembro de la policía militar y luego volvería al acabar.

Justo entonces, el piso bajó sus pies tembló. La habitación a su alrededor se movía de manera desenfrenada, incluso pensó que el cristal caería. Pero no, lo único que vio fue las grietas apareciendo en toda la forma cristalina.

Por supuesto, se preocupó, creyó que Annie se rompería en mil pedazos si el mismo cristal lo hacía, así que como pudo, se acercó nuevamente a la rubia, tratando de mantener el equilibrio para no caer en el piso. No obstante, antes de que pudiera llegar a envolver sus brazos alrededor del cristal, éste había terminado por quebrarse, y por instinto, (n) acabó por cubrir su rostro con sus brazos para que ninguna fibra de cristal le cayera en la cara.

En el minuto que el temblor se detuvo, (n) apartó sus brazos y sus ojos se abrieron por la gran sorpresa que tenía frente a sus pies. Se había quedado sin palabras, ni una sola podía salir de su boca. Y sintió una extraña sensación recorrer su cuerpo, una combinación entre un sentimiento bueno que iluminaba su corazón y uno que le hacía querer vomitar, igual que cuando sentía ansiedad.

Su mirada no pudo apartarse del cuerpo húmedo de annie en el suelo. Los ojos azules de ella estaban abiertos mientras respiraba profundamente. Todavía sin fijarse en la presencia de (n) a su lado.

—¿Annie? —la llamó casi en un balbuceo, acercándose lentamente a la rubia.

Annie aún seguía asimilando su alrededor, mirando a todos los lados sin moverse de su posición original en el piso con los cristales rotos a sus lados y el líquido que la acompañó al salir de su celda celeste.

—Annie. —volvió a llamar, arrodillándose frente a ella. Acercó una de sus manos a la mejilla de la rubia, temerosa de hacerle algún tipo de daño.

Antes de que sus dedos pudieran tocar su piel húmeda, la mano de annie ya estaba agarrando fuertemente su muñeca, deteniendo cualquier acción que haría (n). Tragó saliva. Los ojos de annie por fin mirando los suyos, dándose cuenta de la mirada que ella le estaba echando; una dulce, pero relajada a la vez. Una de esas miradas que había extrañado tanto ver en ella.

—(n).. —su voz salió ronca, y le siguió una tos por no haber usado sus cuerdas vocales en un largo tiempo.

—Sí, sí.. hola. —el tono de su voz sonó alegre, y sus ojos se cristalizaron. Sus lágrimas no tardaron en aparecer, deslizándose por las mejillas de ella mientras le sonreía felizmente por el hecho de que annie por fin salió de esa prisión luego de cuatro malditos años. —Hola. —repitió, quitando con su otra mano las lágrimas de su rostro.

Annie quitó su mano del agarre que ejercía en la muñeca de (n), quien la alejó poco a poco, observando como la rubia frente a ella tomaba asiento para una mejor conversación entre ambas. No obstante, los planes de (n) eran otros. Ella de verdad había extrañado tanto a Annie que contener sus ganas de envolverla en sus brazos desaparecieron. (n) simplemente se abalanzó al cuerpo de annie y la abrazó fuertemente, respirando profundamente.

—Te extrañé. —murmuró ella cerca de su oído.

—Lo sé. —respondió annie, recibiendo el abrazo gustosamente. Ella nunca lo admitiría, pero extrañó también a (n) durante los años encerrada en su cristal. —Venías todos los días y me decías cómo te había ido. Te escuchaba.

—¿Lo hacías? —el llanto de la (c/c) se detuvo y apartó un poco su cuerpo de annie, pero sin romper el abrazo, solo con intenciones de verla a los ojos mientras oía su respuesta y cualquier cosa que tuviera ella por decir.

—Sí. —respondió con total sinceridad, y (n) se rió entre dientes, recordando cada pequeña cosa que le había estado contando a annie desde hace cuatro años.

—¿Fue molesto? —hizo una mueca y annie negó con la cabeza. Para nada era molesto escuchar la voz de su querida (n), por quien todavía seguía sintiendo las mismas cosas. —Me alegra saber que no lo fue. —la mano de ella se colocó en la mejilla de annie y su toque calentó de inmediato la piel de la rubia.

—¿Por qué te quedaste después de saber lo que había hecho? —cuestionó. Era una pregunta que había intrigado a annie desde que la oyó decir que se enteró del suceso que la llevó a terminar en una prisión de cristal.

—Te amaba. Todavía lo hago. Por eso nunca me fui. —su pulgar acarició la tersa y húmeda piel de annie. —Porque te estuve esperando.

—Oh. —respondió. Y (n) no supo si los ojos de annie brillaron por su confesión o por la luz de las antorchas a su alrededor. —Comprendo.

(n) mordió ligeramente su labio, nerviosa por la siguiente pregunta que haría—, ¿Puedo besarte?

—Sí —murmuró a medias, pero (n) pudo escucharla por lo silenciosa que estaba la habitación.

La mano disponible de (n) se puso en la otra mejilla de annie, y acercó su rostro lentamente al de ella, ambas cerrando sus ojos en el proceso. Los labios de la (c/c) tocaron los de annie, sintiendo un par de pequeñas grietas en ellos, pero sintiendo una suavidad que había extraño y que creyó perdida hace tanto tiempo.

Las manos de annie se colocaron en las muñecas de (n), acariciando con sus pulgares la piel de ella, dejándose llevar en el beso mientras que sus latidos se volvían rápidos y casi imposibles de esconder, estaba segura de que en cualquier momento, (n) notaría como iba su corazón simple y llanamente por ella.

Cuando el dulce beso acabó, (n) pegó su frente en la de annie, suspirando risueña y como una completa enamorada. Se sentía en un sueño, y si así era, nunca quería despertar, porque sería una tortura volver a un mundo en donde annie no estuviera junto a ella.

𝘨𝘪𝘳𝘭𝘴 𝘴𝘯𝘬 , 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora