pieck

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imagina: en una noche, donde el alcohol era la principal atracción, pieck confiesa que te ha amado desde que tiene 15 años.

...

La azabache tenía la botella de licor en su mano mientras se tambaleaba de un lado a otro y gritaba cosas incoherentes, sacándoles un par de risas a sus compañeros soldados que estaban igual de borrachos que ella.

(n), quien sonreía alegremente mientras observaba a pieck, se puso de pie, teniendo intenciones de sacar a la muchacha de ese círculo de hombres borrachos y llevarla a dormir. Se negaba a que pieck continuara bebiendo, quizá luego haría una tontería e iba a arrepentirse si recuerda el lucido momento.

—Pieck, vamos. —agarró la mano de la azabache, quien jadeó feliz al ver a la (c/c) frente a ella. Sus ojos brillaron y se abalanzó a (n), que por suerte, pudo detener la caída que ambas tendrían.

—¡(n)! —exclamó, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de la nombrada como si fuera un koala. —Bebe conmigo, (n). —le ofreció la botella, pero (n) solo la tomó para dejársela a algún soldado a su lado.

—Pieck, necesitas descansar. —dice, caminando con la azabache lejos del tumulto. —Tienes que ir a la cama. —le dijo, pero la muchacha no estaba procesando nada en concreto aún, lo único que cabía en la cabeza de pieck era que (n), la chica que ha amado en secreto por mucho tiempo, la estaba llevando a su habitación compartida en el cuartel.

La azabache se tambaleaba, gritando un par de balbuceos que nadie, ni siquiera (n), podían entender. Así que la (c/c) le estaba pidiendo amablemente y por el amor de algún ser divino, que hiciera silencio de una vez porque habían algunas otras personas durmiendo a esas horas tardías.

Cuando llegaron a la habitación que ambas compartían, (n) cerró con cuidado la puerta para luego dirigirse a la cama de pieck, acostando el peso casi muerto de la muchacha en el colchón que rebotó ligeramente a causa de la caída del cuerpo.

—(n).. (n) —llamó mientras que la (c/c) le quitaba sus zapatos sin dejar de soltar unas risitas entre dientes por los adorables balbuceos que salían de la boca de ella.

—¿Qué sucede, pieck? —acomodó el cuerpo de la muchacha en la cama, y agarró la sabana para arroparla.

—Tengo.. t-tengo algo muy importante que decirte. —arrastró las palabras. Sus ojos puestos en los de (n). Una sonrisa apareció en los labios de pieck junto a un intenso color carmín en sus mejillas.

—¿Lo es? —cuestiona, tomando asiento en la cama y quitándole el cabello de la cara a pieck.

—S-sí. —tragó saliva, y cerró sus ojos porque ya le estaban pesando. —Escucha.. t-tú.. Tú me has gustado desde que tengo 15 años...—

Pieck continuó hablando, balbuceando unas cuantas cosas que sucedieron a lo largo de los años con ellas. Pero siendo honestos, (n) no le estaba dando atención, porque quedó atónita en el segundo que la escuchó decir que le ha gustado desde los 15, algo que no podía ni siquiera procesar. No podía entrarle a la cabeza una cosa como esa. (n) había creído que todo este tiempo, a pieck le gustaba porco. Siempre dándose miradas complices y sonrisas, era imposible que a pieck pudiera gustarle simplemente ella.

—¿Entiendes? —preguntó, sacando a (n) de su cabeza.

—Disculpa, no.. no te oía, pieck. —jadeó con sorpresa y una sonrisa se colocó en sus labios al entrarle por fin lo que la azabache le confesó no hace un segundo. —¿Y-yo te gusto? ¿De verdad?

—Sí. Eres la única persona que me ha interesado, estoy literalmente enamorada de ti. —se rió entre dientes, removiendo su cuerpo en el colchón, buscando una posición que fuera más cómoda para ella. Trató de buscar la mano de (n) hasta hallar, uniendo la suya con la de ella. Su pulgar acariciando ligeramente la piel suave de (n) mientras se le escapaban bajos balbuceos.

—También me has gustado desde que tengo 15 años, pieck. —confesó con una gran sonrisa. Y dedujo que sus palabras llegaron a los oídos de pieck, porque en el minuto que lo soltó, la azabache sonrió inmensamente.

Esta era la oportunidad de (n). El valor apoderándose de su pecho como si fuera algún tipo de fuego, quemando cualquier pizca de timidez en el acto. Se acercó a pieck, y dejó un beso en los labios de ella, sintiendo como la azabache le respondía, de forma vaga, pero lo hacía, así que ese acto simplemente aceleró de manera indescriptible el corazón de (n). Solo esperaba que pieck pudiera recordar esto por la mañana.

𝘨𝘪𝘳𝘭𝘴 𝘴𝘯𝘬 , 𝘰𝘯𝘦 𝘴𝘩𝘰𝘵𝘴 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora