Una nueva perspectiva

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Por mucho tiempo, cuando al despertarme por a la madrugada poseía cierta paciencia y un poco más de inspiración sacada de unos sueños húmedos mios previstos al empezar a dormir, todos los días de manera necesaria entre el tiempo en que mis ojos se cerraban completamente y la conciencia mia me dejaba concretar el acto de dormir profundamente. Me levantaba en el acto de la cama, en busca de los instrumentos de pintura archivados por petición de madre en el ático de la casa. Salía de la habitación descalzo de camino a el ático, en cuyo camino el frío de la madrugada se hacía sentir en mi cuerpo poco abrigado y mis pies descalzos sobre el suelo frío y resbaladizo; superficie extremadamente limpia.

Ingresaba al ático, cuyo ambiente estaba impregnado por una atmósfera nostálgica. Mis pasos resonaban con suavidad en el silencio del espacio, mientras abría una de las gavetas con un gesto ceremonial, revelando así los instrumentos que ansiaba. La técnica y el orden meticuloso que mi padre enseñaba encontraron poco lugar en mi proceso creativo, ya que lo que surgía era un impulso desenfrenado e inmediato. Tomaba los pigmentos con mis dedos, dejándolos deslizarse sin restricciones sobre la superficie elegida, plasmando de manera efímera y visceral la imagen que persistía en mi mente; la imagen sensual de la mujer que amaba . Era una obra en la que el acto mismo de la creación prevalecía sobre cualquier norma estilística o técnica convencional. Mis dedos danzaban sobre el lienzo, capturando la esencia de mi pensamiento antes de que esta se desvaneciera ante los embates del día, concentrados en algunas revistas porno revisadas horas antes, cuya silueta voluptuosa de las modelos me tenían soñando.

Ahí, sobre un lienzo vacío el cual puse sobre el suelo, llegaba rápidamente a ser complementado con furia extrema y descuidada a un acto nada más que vulgar y lascivo. Por el cansancio sin aviso cerraba mis ojos recostado en el lienzo aún húmedo, cuya forma no era similar a la deseada si otro la tuviera que reconocer; en todo caso era solo a mí percepción; debía ser entendida solo para mí, y debía ser solo mía.

Un despertar similar tuve el día del festival deportivo en el instituto. Salí algo tarde de casa sin tiempo ni para tomar una necesaria ducha ni la alimentación adecuada; para encontrar a Kai en la esquina de la cuadra esperando por mí. Ese día, de mañana Kai y yo nos paramos en la cercanía de la entrada a el instituto, listos para organizarnos con lo de las toallas y las bebidas, cuyo trabajo nos fue asignado en servicio para el equipo representante de nuestro grado en todos los juegos, en cuyo equipo Choi Yeonjun era la estrella indiscutible y a mí parecer la más molesta para completar con la tarea asignada con éxito.

Días antes ya habíamos planeado como seguir alejados de Choi Yeonjun, bueno o al menos yo, ya que Kai había aceptado ser la persona en primera linea, o sea la persona con más contacto con los jugadores. Todo parecía ir bien. Mientras Kai entregaba las bebidas y toallas, yo las tomaba de vuelta de la mano suya. Todo bien hasta ahí, lo que complicó todo fue en la hora de relevo con otro par para sustituirnos en nuestro descanso.

Kai y yo dejamos el campo de juego, caminado lentamente hacía las escaleras en el segundo piso, mientras manteníamos una conversación algo baja y alta. Mientras ambos tomábamos nuestro descanso, por alguna razón a Kai se le ocurrió dejar de lado la charla sobre la tragedia del menú de la cafetería, cuyo cambio trajo más vegetales en reemplazo de algunos productos dulces, todo para empezar a comentar sobre el nuevo color de cabello de Choi Yeonjun, cuyo tono rosa se parecía demasiado a la camiseta que yo portaba ese día en vez de una camisa.

"No crees que ese tono le queda genial", señaló Kai, mientras recostaba su cuerpo más comodante sobre la superficie a mitad de las gradas, ingiriendo un poco de agua, agua que se desbordaba un poco por la lisura de sus labios; dejando escapar agua y saliva sobre algunas escaleras.

"Supongo".

"¡¿Solo eso tienes para decir?!", exclamó él con notable decepción, dejando caer gran cantidad de agua sobre las escaleras ya mojadas. "Siempre tienes la mirada tras él, pero cuando se me ocurre de repente preguntar que te pareció algunas de sus acciones, tú solo niegas o confirmas".

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