Por algo más

15 3 0
                                    

Al despertar al día siguiente, anhelaba fervientemente recuperar la normalidad en mi vida. Aunque mi mente estaba llena de inquietud y perturbación, decidí buscar a la mujer con la que compartí la noche anterior. Al no encontrarla en la habitación, salí sin prestar atención a la condición actual de mi ropa, que cayó al suelo al dar unos pasos. Mis pantalones quedaron en mis rodillas, recordándome la experiencia reciente. Fue en ese momento cuando la vi riéndose de mi situación. En respuesta, sonreí complacido, como si quisiera darle gusto.

La charla que esperaba no tuvo lugar. En su lugar, nos entregamos apasionadamente el uno al otro, donde la necesidad eclipsó cualquier consideración moral. Era una causa perdida. Nuevamente, me encontré en un estado de éxtasis, pero esta vez compartido con alguien a quien podía abrazar y amar. Las barreras entre el placer y el amor parecían difuminarse, y si no fuera por alguien más que ya tenía mi corazón, habría reconocido de inmediato que era amor. Amar su ser en su totalidad, sabiendo que estaba siendo infiel de manera deliberada.

Lo que inicialmente era una breve estancia en su departamento se prolongó durante dos días y una noche. Con preocupaciones acechando fuera de ese espacio, finalmente me despedí, ahora sin temor de regresar a casa.

Deambulé inquieto por los alrededores de mi casa hasta que avisté el auto de mi padre acercándose. Estacionó en la cochera antes de tomar mi brazo con brusquedad. Creí detectar dolor en sus ojos, pero no tuve tiempo de decir nada antes de ser arrastrado sin piedad al interior de la casa.

"¿Dónde estabas?" gritó soltando mi brazo en el vestíbulo.

"No lo sé... Supongo que vagando", respondí con dudas. "Podrías esperar algunos días para esta conversación..."

"¿Algunos días? ¿Cómo se supone que hagamos eso si sigues sin entender el problema?" me gritó, mostrando por primera vez su frustración.

"No seas tan injusto... Nunca has dicho nada... Y ahora, ¿por qué lo haces? No quiero escucharte, no ahora... Y quizá nunca."

"Y aún sigues sin entender..."

"¿Qué...?"

"Que no puedes desaparecer sin decir nada... Yo..."

"Me pregunto si realmente te importa. Quieres que te diga, ¿dónde estuve y con quién?" suspiré. "Yo simplemente tuve un lugar donde estar en paz, y lo tomé."

"¡No has estado asistiendo a la preparatoria y además no tienes planes para tu futuro! He sido muy paciente hasta ahora y he tratado de no presionarte, pero mírate; cómo puedes seguir así."

"¿Cómo?" pregunté, sonriendo con fascinación y una pizca de burla. Pareció molestarle, pero antes de que pudiera interrumpir, añadí: "Muy fácil. Solo voy persiguiendo lo que deseo."

"¿Y qué deseas? ¿Es más importante que tu futuro?" preguntó de manera prepotente.

"Porque te lo diría."

"¡Porque soy tu padre!" exclamó lanzando un jarrón cercano contra la pared, a centímetros de mi rostro.

Recordé las numerosas ocasiones en que me sentí temeroso ante su presencia, hasta llegar a sentirme enfermo por su tacto. No podía explicarlo adecuadamente a la psicóloga, ya que le contaba todo de manera distorsionada. Cuando era más joven, llegué a pensar que algo andaba mal en su cabeza. Sí, mi melancólico padre me causaba asco y rabia.

"Pero me causas repugnancia. ¡Yo te odio!" declaré y, entre sollozos, rompí en llanto

Mientras frotaba mis ojos con las manos, anticipé que podría interponerse y reaccionar con violencia. No obstante, al retirarme y contemplar su figura, vi su rostro helado, incluso lágrimas asomándose. Le costaba contener las emociones, y sus ojos seguían mis próximos movimientos con expectación. Me digné a abandonar rápidamente el lugar, encerrándome apresuradamente en mi habitación.

InfluenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora