Capitulo 7

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Lucifer se encuentra viendo los cadáveres de unos ángeles, los cuales están de pies a cabeza despellejados, incluidas las alas, estos se los trajeron una de sus tropas después de encontrarlos en ese estado; el rey del Infierno suspiró con frustración, ya está hartó, algo está pasando en todo ese bastó lugar, algo que él ahora no puede controlar.

—Tendré que hacer mis propias averiguaciones —y con un chasquido de sus dedos, mandó los cadáveres a un lugar del mundo humano, en donde vieron unas cuantas veces a algunos ángeles.

El demonio se levantó de su trono para salir de su inmenso castillo, yendo hacia los lugares más recónditos del Infierno, en donde encontraron esos cadáveres, era bastante raro que matarán a tantos ángeles jóvenes, además de que él no había mandado nunca a hacer esa orden.

—“Tal vez sea...” —pensó cuando estuvo en el lugar, sintiendo el rastro de un aura bastante conocida para él.

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—¿Más cadáveres? —preguntó Jesús preocupado, algunos arcángeles se los encontraron y se llevaron a los difuntos al cielo para darles un dignó entierro— No puede ser...

Están hablando en la cabaña, Hoshea los está escuchando desde la cocina, le dio asco la manera en cómo los encontraron, por lo que dejó la manzana que estaba comiendo hacía un lado, solamente comió la mitad de esta.

“Y pensando que por una manzana, pasó lo del Jardín del Edén” —le vino ese pensamiento a aquel hombre mientras suspira con desgano, aún escuchando todo lo qué pasa, desde que llegó Jesús, ya no le han dicho nada, como si lo hubieran corrido hacía un lado.

Hoshea dio otro suspiró y salió después de un rato, aún tiene que averiguar bien el tema de Samara y Elise, unos ángeles que no hacen nada en ese campamento pero qué vienen de vez en cuando pudieron averiguar algunas cosas, como en donde esta la casa de acogida para los huerfanos en donde ambas hermanas estuvieron y quien las fue a dejar en aquel entonces, pero lo único que supieron de ésto último, es que fue un hombre y una mujer.

“¿Qué misterios ocultara su pasado?” —ese pensamiento cruzó por su mente mientras mira todo alrededor, Abner se fue ya al cielo después de que sus tutores lo fueran a buscar, lanzó una pequeña risa por ese recuerdo y susurra para sí—. Qué raro, me siento más solo...

Salió del campamento, fuera del campo de protección para subirse a un auto rojo, a la parte trasera, él que está dentro como piloto, es Kaito, el hombre le pidió a ese ángel con poderes de arcángel que lo fuera a dejar a la ciudad en donde esta aquel orfanato del que salieron Samara y Elise por medio de ese vehículo, ya que quiere ver el trayecto de la carretera para distraerse un rato.

—Te veo más decaído —mencionó aquel ser del cielo mirándolo por el retrovisor mientras comienza a manejar, escuchó un gruñido por parte de Hoshea.

—No lo estoy —le mencionó mirando por el vidrio de la ventana, apoyándose en está—, solo es el cansancio.

—Mmh... —escuchó aquel sonido provenir de Kaito, sabe que él no le cree nada, haciéndolo refunfuñar unn poco.

—No te metas en mi cabeza —susurró lo bastante alto para que él contrario lo escuchara mientras cierra un poco los ojos.

—Si, lo que digas —después de esa respuesta, se quedó un silencio  bastante cómodo entre ambos.

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Abrió los ojos después del impacto y las vueltas por el acantilado que recibió aquel vehículo, Kaito se fue a la parte trasera y protegió enseguida a Hoshea para que no recibiera tanto el impacto y los ataques a distancia que intentan perforar al auto, pero se nota a simple vista que es para que salgan, ya que no quieren lastimar al hijo de Jesús, todo esto está siendo causado por unos demonios.

Híbridos: La ira de Lucifer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora