—El entrenamiento de hoy, será algo básico, tendrán que hacer, aunque sea, un poco de agua bendita —dijo un arcángel de un rango no tan alto, mostrando como en una de sus manos, después de dar un chasquido con sus dedos, se amontona un poco del agua mencionada.
Ya había pasado una semana desde que Jeremy llegó al lugar, aún no se acostumbra a las normas de ese sitio, ni siquiera a podido usar bien sus poderes, mucho menos ha podido hablar bien con alguno de los demás híbridos, al cual le pueda pedir ayuda para esas cosas.
—Ugh —dio esa queja en un susurró, ya que el agua bendita le cayó en la cara, por lo que se la secó enseguida, además de que aún sigue preocupado por su madre, aunque hallan tenido una llamada telefónica hace dos días.
—Mira —le susurró un hombre que parece un ser humano normal, pero Jeremy le notó algo raro, diferente.
Ese hombre hizo que el agua bendita que estaba haciendo aquel arcángel se convirtiera en vino, haciendo que ese ser del cielo frunza el ceño y lo mire.
—¡Hoshea! —gritó parando lo que estaba haciendo— ¡Deja de interrumpir mis clases!
—Deja que descansen, ¿no vez que están cansado después de los otros entrenamientos? Además, tus clases son bastante aburridas —dijo mirándose las uñas sin importarle como reacciona el otro.
—Para ser su hijo, no eres calmado —acariciando su puente nasal, sabe que no lo debe enfrentar y debe tener más respetó hacia él.
Hoshea hizo que los híbridos se fueran a descansar y que vayan a hacer lo que quieran para no estar con ese entrenamiento tan aburrido y tedioso, como él lo considera.
—Si tu padre se llega a enterar de lo que haces —susurró con resignación mientras niega.
—Él ya sabe como soy, ya no me va a cambiar —lanzó una risa, mientras piensa en su padre—. “Hace años que no me ha venido a ver...”
Aunque ya tenga sus 20 años, aún así quisiera que su padre hubiera estado más presente para él, además de que hace algún tiempo tuvo que estar al pendiente de ese campamento cuando su padre se tuvo que ir a ver otros sitios, asegurándose de las cosas que pasan.
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—Buenas —un chico de su misma edad, el cual oculto sus alas, se sentó a su lado mientras sus hermanos terminan el entrenamiento de vuelo, se acercó a él porque lo vio solo sentado en las bancas que están en el campo de tiró, un lugar bastante espacioso, del tamaño de una escuela básica—. Me llamo Jan, ¿como te llamas?
—Jeremy —le respondió, cuando él le habló y se sentó a su lado, se sorprendió, ya que no se había dado cuenta de su presencia—. Emm...
No sabía que decir, no se le venía nada a la cabeza en ese momento, apenas a hablado con los de ese lugar y no se le venía algo interesante a la mente.
—¿No eres muy hablador? —preguntó curioso levantando una ceja.
—No es eso —lanzando una pequeña risa mientras se rasca la nuca—. No se que te puedo decir.
—Entiendo —le dio una sonrisa tranquilizadora—, eres tímido, no te voy a morder si preguntas o dices algo.
—No digas eso, tú eres como un Chihuahua, a nosotros muchas veces nos has mordido por decir alguna estupidez —mencionó un tipo igual a él, aterrizando frente a ellos junto a otro chico igual, los recién llegados se les ve unas enormes alas blancas con tonos plateados.
—“¿Trillizos?” —pensó Jeremy mirándolos, fijándose cuando Jan se levantó, que solamente lo que los diferencian, es un poco en la altura.
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Híbridos: La ira de Lucifer
Fantasía... Dios... ¿Porqué no paras estos acontecimientos? ¿Porqué creaste al mal y no lo erradicaste desde un principió? ... Todo... Por lo que hemos pasado, solamente es un... ¿Juego para ti? ... Ellos no tenían la culpa de nada... Nada... ¿Porqué los...