Capitulo 15

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Jesús se encontraba en aquél momento con otra preocupación, hace semanas que no ve a su hijo ni ha tenido señales de este, sabe que es mayor de edad y puede hacer lo que quiera, pero que desaparezca de la nada sabiendo el tema de la creciente maldición que ha estado avanzando por su cuerpo, no ha podido estar tranquilo, tampoco le ha podido preguntar a Kaito ya qué este regresó al cielo para ver algunas cosas personales y cumplir unas misiones que se le han asignado; él no puede ir a buscar al ángel y enfrentarlo cara a cara por lo que ha estado pasando en el campamento desde hace 20 días atrás con lo que mencionaron Luz y Daniel. El hombre suspiró ante aquellos pensamientos, todo sería más fácil si se lo preguntara a Dios, pero no se atreve a decirle nada porque se ha dado cuenta como su padre se ha puesto demasiado tensó con el tema de Hoshea y por todo lo que ha pasando en aquel año.

“¿Sera por...” —no pudo terminar de formular sus pensamientos cuando escuchó la puerta principal ser abierta, por lo que mira a aquella dirección y ve entrar a Hoshea con una sonrisa de felicidad, notando qué se veía mucho mejor desde la última vez que lo veo.

—Ah, hola —dio aquel saludo cuando vio a Jesús, después de eso se dirige a su habitación y cierra la puerta a sus espaldas.

Jesús se quedó en shock durante unos segundos, pero cuando por fin espabila, suspira y se frota el puente de la nariz con sus dedos índice y pulgar, enserio se pregunta como ese "niño" no le ha sacado canas, ha estado tan preocupado todo este tiempo para que de la misma nada llegara, lo saludara como si nunca se hubiera largado sin decir ninguna palabra para luego encerrarse, él no lo ha criado de esa manera.

Tira su cabello hacia atrás con su mano, acomodandolo para que no esté sobre su cara, suspiró para fruncir el ceño, se acercó a la puerta del menor para darle unos golpes y así entrar a la habitación, ahora viendo mejor como su hijo está vestido, más específicamente en la parte superior, viéndolo con una polera de manga corta color azul marino.

—La maldición... Se hizo más pequeña —susurró acercándose a Hoshea, tomándolo del brazo por donde vio la primera y última vez lo mencionado, la cual en aquella ocasión llegaba hasta el codo, ahora se encuentra hasta la mitad del brazo—. ¿Quién te la está intentando sacar?

El menor se queda callado y hace que suelte su brazo, su sonrisa se terminó borrando de sus labios, lo cual dio paso a una mueca, no sabe ni quiere explicarle el tema a su padre porque sabe que Jesús podría tomarlo como si estuviera traicionando a los del cielo y al mismísimo Dios; al menor solo le quedó desviar la mirada para no mirar los ojos acusadores del mayor, no sabe porque se siente como un niño pequeño cuando le lanzan aquella mirada.

—No se de que hablas —susurró para desviar el tema, todo el buen ánimo que tenía se había ido por el ahora interrogatorio, le desagradable que ni siquiera le halla preguntado si estaba bien.

—Sabes bien de lo que hablo, vi como estaba de avanzada —agarró uno de los hombros del menor con su mano y lo movió para que al fin lo mirará a la cara—. ¿Dónde estabas? ¿Acaso Aarón te involucró en algún plan?

—¿Acaso te interesa? —lanzó aquella preguntas con odio aún cuando escucho la preocupación en la voz de Jesús— No vengas a ser un buen padre ahora, no después de dejarme tantos años solo para que mantuviera vigilado y un poco controlado este lugar. Apenas estaba entrando en la adolescencia. Todo por un estúpido plan del abuelo.

Después de ese comentario, se movió para soltarse al fin, tenía los dientes apretados entre si mientras sus manos están echas puños, no sabía ni para que volvía a ese sitio, ya ni se sentía a gusto; le dio la espalda a Jesús, el cual quedó sorprendido ante el borde comentario de su hijo, en ninguna ocasión se había comportado así con él, ¿tanto a cambiado en esos años?

—Hoshea...

—No, quiero cambiarme de ropa, salté, además, tienes muchas cosas que ver en este lugar y no vas a tener tiempo para una discusión —le interrumpió mientras sacaba ropa de su closet, el cual tiene 4 puertas y es de un color blanco.

El mayor suspiró para salir de aquel habitación y así dejar tranquilo por el momento al menor, cerrando la puerta a sus espaldas, esperaba que después Hoshea esté más tranquilo para hablar bien las cosas, rezando para que no empezará una discusión si es que llegarán a hablar.

El alma que está entre la túnica de Jesús se encontraba moviendo de forma insistente desde que empezó a oir lo que pasó en aquella habitación, enojada por lo que ha estado pasando últimamente entre padre e hijo, quisiera hacer algo pero en las condiciones en la que se encuentra no puede hacer mucho, y aunque le dijo al hijo de Dios que no la trajera nuevamente a la vida ni la curará de aquella enfermedad cuando aún vivía, en aquellas situaciones si quisiera estar entre ellos para ayudarlos y a la relación fragmentada en la que se encuentra esa pequeña familia.

Jesús iba a pensar en como alivianar las cosas y preguntarle a aquella alma si tiene algún consejo, pero todo aquello quedó interrumpido cuando se escuchó unos golpes en la puerta principal, se quedó extrañado porqué ha ese hora casi nadie viene, pero esto enseguida lo atribuyó ha que pueden tener noticias; fue a abrir la puerta, al otro lado se encontraba Gabriel, al cual se le ve con el ceño fruncido, Jesús viendo que podía ser algo grave por aquella expresión, sale del interior de su hogar para hablar tranquilamente con aquel arcángel y qué de este modo Hoshea no logré escucharlos. Jesús cerró la puerta a sus espaldas para mirar fijamente al mayor, esperando a que hable sobre el tema que vino a tratar; Gabriel suspiró cansado, se le notaba en su mirar, entonces le empezó a mencionar sobre la información que pudo recolectar en ese tiempo.

—Pude hacer hablar a unos demonios, tienen capturadas en el infierno a aquellas madres, además de algunos padres —empezó a decir, cruzandose de brazos mientras frunce más su ceño—. Por lo que dijeron, los tienen solamente para interrogarlos y para saber si saben de nosotros, claro, aparte de que así atraen a los chicos más jóvenes que han salido porque son más fáciles de atraer, haciendo que los ángeles que los ven de vez en cuando, no se den cuenta.

Jesús ahora frunció el ceño, se cruzó también de brazos mientras suspira por culpa de la frustración, no puede mandar a los arcángeles y ángeles al infierno porque esta prohibido que ellos vayan por su propia cuenta, además de que a los del cielo enserio les afecta la energía de aquel lugar; ellos igual podrían ir para salvar aquellos hombres y mujeres si hicieran alguna jugada por la cual un demonio les de acceso, pero Dios no se los permitiría porque podrían poner las cosas peor con los del infierno, haciendo que no tuvieran ninguna manera de entrar y salir impunes sobre aquel tema.

—Aquel demonio también dijo que se han dado cuenta cuáles son algunos de los híbridos que están fuera por que se descuidan por una tontería, como lo que pasó con la niña del otro día, y a los híbridos más viejos, como estos no los vigila nadie, se les lanzan directamente encima... —prosiguió desviando su mirada a donde está el campo de tiró, el cual no está tan lejos de donde se encuentran, por lo que puede ver perfectamente a su hijo— Y yo tuve que ser un descuidado, por ese demonio que deje huir, se llevaron a Blanca para atraer a Jeremy y a mi también.

Híbridos: La ira de Lucifer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora