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No creía que eso fuera a ocurrir tan pronto.

—Saluda, cariño.

Es decir, sabía que sucedería algún día, lo había visto con sus primos, sus vecinos, los hijos de los amigos de sus padres. Aunque la situación no fuera la misma, aunque las circunstancias no fueran las mismas, ni las que imaginó.

Alguna vez cuando habló de eso con su nana decía que podría estar pensando en cómo dedicar su tiempo al arte y la música mientras vivía en una casona hogareña criando cachorros con su alfa.

No que iba a ser un pequeño cachorro omega de diez años recién cumplidos que aún apestaba a leche, que iban a acomodarlo en una de las familias más adineradas dueñas de una empresa de moda y diseño, luego de haber estado en el funeral de su padre hacía apenas unos tristes siete días.

Había sido demasiado conveniente que el hijo menor de la familia Kim se hubiera presentado como alfa tan sólo el día después de que Jungkook viera a su padre en el final de las escaleras.

Ahora, con dos hermanos pequeños, una madre viuda y mil cuentas, y gastos pisándoles los talones, Jungkook debía ser valiente y salir de detrás de la falda que le protegía de enfrentar al que sería su alfa en el futuro. Uno que nunca antes había visto, pero que su madre y abuela se encargaron especialmente de encontrar para él.

Para ellos.

Con voz neutra lo saludó, inclinándose en dirección del cachorro alfa que trataba de sonreírle para hacerlo sentir mejor.

Jungkook intentaba mantener la calma, en serio lo hacía, pero su lobo le pedía estar alerta cada segundo dentro de esa enorme mansión. Era menester que se acostumbrara a ese lugar que sería su próximo techo mientras las vísperas navideñas llegaban. Los adultos aseguraban que para ese entonces sus lobitos ya estarían más que cómodos como amigos inseparables.

Lo que menos necesitaban era que no se soportasen si buscaban mantener el compromiso forjado entre ambas familias y próximamente unirlos en matrimonio en un futuro idealizado.

Un hijo de cada familia de renombre formando una alianza que traería cachorros hermosos, buenas inversiones, ganancias y sobre todo ayudar a los Jeon a sobresalir de una mala inversión del difunto alfa Jeon dueño de fábricas productoras de tela.

No había un nuevo alfa en la casa, pero la señora Jeon -su madre- si tenía un joven hijo omega sin compromiso. Eso sonaba a una buena idea mientras resolvía todo el desfalco.

Mientras Jungkook terminaba sus estudios de invierno en las tierras de Daegu, lejos de su hogar.

—¿Por qué no llevas a Jungkook a ver la casa?

El problema quizá no sería ese. Quisieron creer los adultos.

La situación se envolvía entre ambos cachorros que, conforme el alfita le decía dónde estaba cada cosa, se daban cuenta de lo diferentes que podían ser. Porque pese a que Kim Taehyung poseía muchísimo más dinero que toda la familia Jeon junta, vivía en una amplia casa donde sus hermanas omegas mayores ya se habían ido a hacer sus vidas en otros lares, usaba ropa incluso más costosa que la suya, y no actuaba como alguien así.

Simplemente parecía caminar relajado, erguido por costumbre. Su manera de hablar distaba mucho de los modos y educación que a Jungkook siempre le inculcaron. Sus expresiones, como parecía contenerse de rascar su cabello donde un casco de fijador mantenía endurecido su peinado partido en diagonal hacia la derecha. Y Jungkook se mantenía en silencio, hacía muecas de inconformidad hacia él, evitaba tocar lo que Taehyung tocaba y caminar cerca de él.

Para ninguno era sorpresa si le preguntaban a Taehyung. Ya había convivido lo suficiente con sus hermanas mayores antes de que se casaran y se fueran de ahí. Había escuchado un poco a su madre hablar del único cachorro omega Jeon apenas dos años más joven que él poco antes de presentarse como alfa.

Se conocían a voces de otros, al criterio ajeno.

Taehyung se reflejaba en los demás como un cachorro extraño y misterioso. Cosa que no le importaba en realidad.

Con su experiencia familiar y lo que había escuchado, sabía que Jungkook tenía la reputación de ser un niño rico, mimado y educado en casa. Siendo la primera vez que estudiaría con los demás cachorros al no poder seguir pagando un profesor privado en Busan.

Ese si era un problema si no lograban congeniar jamás.

—¿Dormiré solo? —preguntó Jungkook frente a él, recorriendo la habitación que sería la suya con la mirada.

Taehyung evitó rodar los ojos. Tenía cosas más importantes que hacer que ver las quejas plasmadas en el rostro del más joven al mostrarle la habitación que habían acomodado para él los últimos días desde que la última carta firmando un acuerdo de compromiso llegó. Trató de sonar lo más respetuoso posible a la situación.

—No está bien que compartamos habitación ahora.

—Me alegro.

Jungkook miraba las esquinas meticuloso, frunciendo el ceño. No quería filtraciones de humedad en su habitación. Podía enfermar y eso sólo empeoraría su estadía. Si iba a quedarse ahí hasta terminar el invierno, y posteriormente hasta que el primer celo de ambos llegase en la adolescencia y pudiera volver con su madre hasta que tuvieran la edad adecuada para unirse, al menos quería sobrevivir sin ningún problema de por medio.

—¿Quieres ver el jardín?

Taehyung lo esperó de pie cerca de la puerta, no mostrando reacción cuando dejó de ver las vitrinas y se giró hacia él. Su rostro denotaba su disgusto.

—Mi madre acaba de comprarme estos zapatos para este día. Mi equipaje ni siquiera ha sido acomodado ¿Cómo podría salir en éstas condiciones?

'Son sólo zapatos', le quiso decir Taehyung, alzando una ceja.

El joven alfa tenía un poco de lodo en el borde de la suela de su zapato, aroma que atrapó el lobo de Jungkook poco antes de entrar ahí.

Bien. Eso sería posiblemente un poco más difícil de lo que creyeron.


🕯🕯🕯


cuando tuve la idea dije que su primera impresión no sea tan wena ajsjja


gracias por leer c:

💚✨

The phantom's home / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora