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Los padres de Taehyung estaban molestos, tanto él como su lobo fueron capaces de percibirlo en sus aromas y voces desde las escaleras. Jungkook sabía que no podía inmiscuirse en esa situación, lo que lo hacía sentir impotente por su nuevo amigo que había sido reprendido la noche después de que terminaron de recoger las últimas flores que querían añadir a la ofrenda.

Se trataba de una reprimenda y advertencia donde le pedían a Taehyung que por favor impidiese que Jungkook fuera a hacerse daño, que él no tenía por qué llevarlo a donde fuera que iban, que no podía mentirles porque ellos mismos habían visto la ropa del menor sucia, sus manos con pequeños raspones hechos por la naturaleza y el olor del exterior sobre él.

Jungkook debía ser cuidado por todos ahí porque se suponía que estaba de estancia prolongada, más no permanente. Taehyung no podía dejar que algo le hiciera daño si lo llevaba de un lado a otro a jugar por ahí.

Esa noche Taehyung no le habló durante la cena, ni siquiera lo miró y al irse a dormir sólo le deseó buenas noches en voz baja y cerró la puerta de su habitación. Al día siguiente Jungkook seguía triste y sintiéndose desplazado, así que fue a hablar con él porque ese era el día.

Ya era dos de Noviembre en sábado. Se suponía que habían terminado sus tareas de la semana, que irían juntos a la casa, que armarían la ofrenda y que dirían adiós finalmente a Madame Dalca una vez hiciesen lo que el grimorio pedía.

Taehyung le dijo que no sería así, cortando sus planes justificándose con lo que sus padres dijeron sobre protegerlo y terminando por dejarlo en la mansión mientras él se iba a hurtadillas sin poder pedirle más perdón ni mirarlo.

Pero eso no lo detuvo.

—¿Qué haces aquí? —musito—. Estarás en problemas.

El cachorro alfa se veía grandemente sorprendido y habría sido un momento para reírse de su expresión si tan sólo Jungkook estuviera de humor para eso, pero con las manos a los costados y los zapatos sucios de lodo sólo lo miró tímido.

—Olvidaste una vela —respondió levantando la vela blanca con trozos de flor de nube que habían hecho con moldes viejos un día en el jardín—. Y quiero hacer esto contigo.

La luz de la media tarde fue más que suficiente para reflejarse en las pequeñas lágrimas que le aguaron los ojos al mayor, quien no demoró en atacarlo con un abrazo fuerte, dejando atrás la mesa con apenas un mantel encima cubriéndolo.

Nadie en el exterior podía saber del par de cachorros en la vieja casa que nadie veía más de cinco segundos. Nadie imaginaba que aquellos cachorros buscaban un mejor acomodo de los platos sacados de una canasta de picnic, de la comida, una botella de vino sacada de la vinoteca de Seokjin, el pan azucarado, las velas en sus pedestales, terminando por esparcir los pétalos de las flores sobre los manteles, las cajas, entre los platillos, bajo las velas y rodeando el frente de la mesa hasta formar un pequeño pico en el frente como venía en la imagen del grimorio.

"El camino se abrirá y con su reflejo lo atraerán. El espejo le ayudará a ver ambos mundos."

Fotografías buscaron en las habitaciones del segundo piso, y un espejo intacto encontraron dentro de uno de los cajones. Ambas cosas tuvieron un espacio en la ofrenda, el atardecer recién empezaba y miraron juntos su obra iluminada con las velas encendidas.

El fantasma de la Madame se mostró a su lado en silencio como todas las veces, el espejo increíblemente les ayudó a ver la imagen de la misma mujer viva, su tez tan brillante y morena, su cabello tan ensortijado y oscuro, su ropa tan colorida y limpia. Era tan increíble que ninguno podía parpadear.

The phantom's home / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora