07

53 18 2
                                    



Durante la cena anterior la madre de Taehyung le informó a Jungkook que los materiales que había encargado para tejer finalmente habían llegado.

Al día siguiente después de la comida y habiendo terminado sus deberes escolares, se encerraron en la biblioteca con la lana, el hilo y las agujas. Tejer no debía ser tan difícil a como Jungkook lo describía.

—Si lo haces así harás un nudo y tendrás que cortar, y volver a empezar.

El mayor resoplo por su error, siguiendo con su tejido porque no podía distraerse de terminar uno de los manteles que usarían para la ofrenda que describía el grimorio. Taehyung ni siquiera le pidió ayuda, ya era la tercera vez que se equivocaba y ya sabía cómo deshacer el casi nudo que por poco terminaba de apretar, así que se dispuso a arreglarlo sin interrumpirlo. No podían perder tiempo si querían terminar eso antes del anochecer.

Pero, oh, su curiosidad casi nunca conocía sus límites.

—¿Por qué haces eso? —Jungkook lo miró un segundo cuando preguntó—. Actuar como si ya fueras adulto.

—Así es como los omegas deben ser siempre.

—Para sus pretendientes querrás decir.

—Ustedes también los tienen.

—No es algo que me interese —dijo suspirando aliviado de haber deshecho el nudo, procediendo con su tejido como Jungkook le había enseñado—. Mi familia te eligió, no yo. Ni siquiera me preguntaron y a ti tampoco. Así es con todos siempre.

—¿Qué hay del omega que huele a arándanos? —preguntó en tono bajo.

Taehyung no distinguió más que una tímida curiosidad, viendo al otro encogerse en su lugar en uno de los sofás mientras él estaba a su costado en un cojinete en el suelo. Su ceño se frunció ante la mención.

—Es mucho mayor que yo.

Jungkook se encogió de hombros, no fijando sus ojos redondos en otras cosa que no fuera el tejido en sus manos.

—Hablaba de ti como si te hubiera elegido.

—Me habló en un parque el año pasado. Dijo que Songnim era bonito y jugamos un rato. A veces lo veo ahí por coincidencia.

Aunque la verdad era que Taehyung jamás le había tomado importancia hasta ahora. Nunca podría haber pensado que alguien lo elegiría, mucho menos antes de saberse como alfa. Normalmente las personas lo tenían cerca por su apellido y posición social, además de futura herencia en su sangre, así que no esperaba que sus amigos fueran del todo honestos. No la mayoría.

¿Qué podría querer alguien como Woojin? No pertenecía a una familia tan adinerada como la suya, era uno de los muchos hijos omegas de la familia Seon que se había mudado al pueblo por problemas de conducta con su anterior institución. Algo que también le había resultado extraño considerando que la primera vez que lo vio fue increíblemente amable con él.

Taehyung creía que se debía a que era su dongsaeng y que por eso había jugado con él varias veces.

Pero si ponía un poco más de atención casi siempre estaba ahí, y el lugar era lo suficientemente grande para que se encontrase a Woojin por casualidad más de un par de veces.

Su meditación y silencio ponían nervioso a Jungkook. No le gustaba esa sensación a lo desconocido. Él simplemente no quería tener altercados con alguien, en especial si era mayor que él.

Se aclaró la garganta, animándose a no darle demasiada importancia a eso porque tenían otras cosas en que enfocarse antes de Noviembre.

—Tenemos que hornear el pan dos noches antes para que esté fresco —sugirió al aire, mostrándose más relajado—. ¿Crees que nos dejen usar la cocina?

—¿Por qué habrían de saberlo? —sus movimientos se detuvieron en el acto, mirando angustiado a Taehyung por siquiera imaginar tratando de usar fuego para cocinar solos. El mayor soltó una risotada por su reacción—. Es broma. Ni siquiera sé usarla. Se lo pediré a una de las cocineras.

La risa los envolvió, y definitivamente el cuerpo de Jungkook se destenso como cada vez que le hacía una broma. Ya comenzaba a acostumbrarse.

Tal vez Jungkook debía relajarse más como él.



🕯🕯🕯


gracias por darle una oportunidad ;^;

💚✨

The phantom's home / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora