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Los libros del padre de Jungkook solían tener un peculiar aroma a su loción natural de alfa adulto. A todos los cachorros Jeon les gustaba estar en la oficina del hombre por esa razón. Les hacía sentir su presencia ahí y el luto era más sencillo de sobrellevar.

Desde que se mudó con los Kim había llevado un par de libros con él, uno de botánica y otro de las enfermedades más contagiosas recién descubiertas. Sus favoritos.

El grimorio de Madame Dalca desprendía un sutil aroma a lavanda y sales marinas, como el río que alguna vez visitaron en Busan el verano pasado.

Cada página que pasaba olía a eso. A ella.

Se preguntaban si la lana de los manteles iría a absorber el aroma de la casa con el tiempo. El asunto no era el aroma por el momento.

Pan era lo siguiente en la lista que necesitaban.

Esa mañana habían hecho el encargo de los ingredientes, y mientras esperaban dedicaban tiempo a planificar algo no menos importante como el escenario. La mesa que usarían, la estancia donde pondrían todo, cómo organizarían las cosas.

Debían estar listos para el gran día.

—Creo que podríamos usar algunas cajas para hacer escalones y tener más espacio —dijo Taehyung luego de que limpiaron la mesita del recibidor que recolocaron pegada a la pared—. Iré a revisar dónde hay.

Jungkook murmuró una aceptación sin dejar de leer las instrucciones. No sabía si era porque la escritura le resultaba tan familiar a los libros de su padre, porque el aroma de un omega tan agradable lo relajaba, o porque el asunto comenzaba a ser realmente interesante más que extraño y perturbador.

Una corriente lo recorrió desde la espina hacia los hombros e inmediatamente bajó el libro.

Contrario a la primera vez ahora no se asustó, sólo se petrificó pero una pequeña emoción brotó en su pecho por ver a la mujer fantasma otra vez.

Era hermosa de piel morena aunque pálida como uno de sus lienzos nuevos, con su largo vestido rojo con detalles rosados arrastrando en el aire a pocos centímetros de tocar el suelo, bailando como sus enrulados cabellos hacían.

—Hola —musito odiando sus manos por sudar de los nervios y miró la mesa desnuda de cosas pero de madera brillante y limpia—. Um- Sé que no se ve muy bien aún, pero hicimos unos manteles. Son amarillos, rosas y morados.

En esos momentos se detestaba también por haberlos dejado en su habitación y no poder mostrárselos ya. Al menos así sabría si serían de su agrado.

Esperaba que sí.

—Creo que no me presente la última vez —cerró el libro, retrocedió un paso y ofreció una inclinación en su dirección—. Soy Jungkook de la familia Jeon, de las tierras de Busan. S-Soy el futuro prometido de Taehyung de la familia Kim. Y me gustaría ayudarle también si me lo permite.

La vio sonreír a boca cerrada y después soplar con una fuerza que desconocía pero que le movió los cabellos del flequillo. El mismo aroma a lavanda lo acarició y le fue imposible no sonreír también.

La punta de sus orejas se sonrojó al igual que sus mejillas por el gesto.

—Amm ¿Qué más le gustaría que hubiera ahí?

—Comida.

Viró hacia el alfita que había hablado volviendo a la estancia con una caja de madera en cada brazo.

—¿Cómo lo sabes?

—No lo sé —respondió yendo a dejar las cajas empolvadas sobre una pequeña mesa redonda. Cuando se giró de vuelta a ellos señaló su propia frente—. Es como si ella me lo dijera aquí. Así me dijo que quería ayuda.

Tal vez hace algunos días eso le habría resultado descabellado, pero ahora sólo miró a la mujer fantasma con curiosidad.

—¿Qué comida le gustaría?

Tal y como el mayor había dicho, Jungkook supo en un instante de distintos platillos como si fueran pensamientos propios. No recordaba haberlos comido todos alguna vez, lo que confirmaba un poco lo que Taehyung sugería.

Una vez el nuevo pensamiento se instauró en su cabeza, la mujer se desplazó en el aire hacia la salida de la estancia, desapareciendo entre el pasillo como si sólo fuese a dar un recorrido por su hogar. Como si aún estuviera viva.

Jungkook suspiró en silencio sintiéndose relajado incluso después de su segundo encuentro con el fantasma.

Se sentía extrañamente bien, si es que así podía describirlo.

—Encontré esto dentro de una de las cajas —habló Taehyung yendo hacia él con un pequeño frasco en mano, no sorprendido por haber hablado otra vez con la mujer—. ¿Crees que deberíamos ponerlo en la ofrenda?

—Podría ser si eso ayuda a que recuerde quién era ella. Debió haberlo usado para ayudar a alguien alguna vez. Es Flor de Loto —dijo Jungkook apenas reconoció los pétalos secos de tinte guindo a través del vidrio—. Se usaba para ayudar a los malestares durante el embarazo.

—Oh. Supongo que debí saberlo si es tan importante. Lo siento —se encogió mostrándole una pequeña sonrisa arrepentida.

Claro que eso era importante, en especial si era usado por omegas, por betas inclusive. ¿Qué clase de futuro alfa sería si desconocía algo como eso?

Su vergüenza debió ser demasiado obvia para que Jungkook la notase y decidiera hablar con un deje alentador.

—En realidad hace años no se usa —su tono se suavizó aún más—. Mi padre quería ser médico. Su biblioteca siempre estaba llena de esos libros. A veces me dejaba leerlos. No te sientas mal por no saber. La mayoría de gente joven hoy ni siquiera ha visto la flor de loto en su vida.

Taehyung parpadeó sorprendido por ello, abriendo la boca en una redonda O.

La sonrisa regresó a su rostro y ambos se sintieron bien con eso.

—Que increíble conocer a alguien que si sepa.

Era algo que pensaban mutuamente.



🕯🕯🕯


gracias por leer ywy

💚✨

The phantom's home / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora