03

61 18 4
                                    



Hizo una mueca, resintiendo el hundimiento de su pie en el fango.

—Mis zapatos favoritos.

Taehyung lo miró por encima del hombro y a los zapatos de campo que el omega había sacado de sus cosas antes de seguirlo por el bosque que unía los amplios jardines de las propiedades.

—¿Esos son tus favoritos?

Jungkook se encogió de hombros, decidiendo que olvidaría el lodo ensuciando la punta de sus zapatos, siguiéndolo de nuevo por donde lo guiaba entre la húmedad.

—Son los más cómodos que tengo.

—¿Qué hay de los de danza?

—Hay mejores zapatos para bailar que esos —dijo recordando la incomodidad en los pies que a veces tenía luego de tres horas de práctica.

—¿Y por qué no descalzo?

Cuando estuvieron frente a la entrada trasera de la casa Jungkook frunció el ceño confuso por la opción.

—Eres extraño.

—Podrías intentarlo algún día —sugirió inafectado por el comentario.

Sin darle tiempo u oportunidad de cuestionarlo por tercera vez por qué habían ido ahí, Taehyung abrió la puerta sin cerrojo, adentrándose a la vivienda. Jungkook lo sigue por detrás, echando un último vistazo al exterior antes de dejar cerrar la puerta de bisagras rechinantes a su espalda.

—¿No hay que esperar a que alguien abra?

—No hay problema con eso.

La casa era mucho más silenciosa de lo que pensó.

Habían entrado por el cuarto de lavandería detrás de la cocina. Jungkook no tenía nada para decir respecto a que todo estaba cubierto por una película de polvo, inclusive los utensilios de cocina, como si nadie viviese ahí.

En el techo y las paredes encontraba hollín viejo arruinando el tapizado con su oscuridad húmeda. Conforme avanzaban en el interior lo veía en todos lados. Al igual que los espejos, pinturas y fotografías opacas, nubladas por la suciedad, quemadas, casi destruidas, a veces sólo marcos vacíos rotos en el suelo.

Y se sentía tan frío a su alrededor, como si emanara de las paredes.

Uno de los marcos en la pared aún conservaba una fotografía con un rostro casi intacto que lo llamó a acercarse, no percatándose de que su compañero continuaba avanzando.

Conforme Jungkook fue a ella su ceño se entonó desconcertado por el estado de la imagen y las cosas en sí. Es decir, era obvio que el fuego había estado involucrado, la cuestión era por qué.

Un escalofrío lo recorrió en la espina, sus ojos virando al cristal estrellado del marco donde reconoció la silueta de la mujer detrás de él dentro de un pasillo poco iluminado.

—Oh... Disculpe —dijo girándose, frotando sus pulgares con timidez—. Y-Yo venía con alguien. No quería irrumpir así.

A paso suave fue hacia ella, percatándose de un par de cosas. Que efectivamente Taehyung había desaparecido de su alcance, y que la piel de la dueña de la casa era tan pálida como si no hubiera tocado el sol en años. Como si hacía tiempo no fuera lavado. Como si-

Al mirar hacia abajo, la ausencia de un par de pies le resolvió todas sus dudas. Y habría gritado de no ser por el par de manos que le sostuvieron los hombros por detrás, el olor del cacao ya presente en su entorno.

The phantom's home / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora