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Que Kim Taehyung fuese feliz no era algo por lo que sorprenderse.

Desde que era el adorable bebé Kim ya era muy risueño con sus mejillas rosadas y ojitos cubiertos de pestañas largas. Sonreía por casi todo, y si no lo hacía era porque dormía la otra parte del tiempo.

La primera vez que dejó de hacerlo fue cuando se encontró con el espíritu de Madame Dalca, pidiendo su ayuda.

La segunda vez fue el día que le dieron la noticia de que recibirían a cierta familia en su morada, con cierto hijo omega para ciertos planes futuros.

Ahora todo parecía haber vuelto a la normalidad, pues desde hacía unos días aquella expresión volvía a formar parte de su gesto durante clases donde todos podían verlo. Su compañero de banca, el hijo de los Park, decía que estaba feliz de que él y Jungkook finalmente se llevasen bien, y que fuera el mismo Taehyung de siempre.

Y era verdad. Jungkook se estaba empezando a abrir con él, a continuar la conversación cuando ya no había más qué decir, a explicarle cosas y dejar que él se las explicara también. Ya no temía ensuciarse en el exterior y su sentido del humor ya era bien admitido.

Estaba feliz. Muy feliz. Tanto para disfrutar de su última clase con el señor Min sobre la historia de la música, antes de ir a reunirse con Jungkook en el estudio de danza donde tomaba clases. Ahí era donde serían recogidos por sus padres como cada miércoles.

Se despidió de Jimin al salir de clase, con su maletín en la espalda y la vía libre para atravesar el jardín de la institución y llegar al estudio donde seguramente Jungkook estaría divirtiéndose con el primer amigo que hacía ahí a quien había conocido antes como el hijo mayor de los Jung.

Taehyung no tenía ningún inconveniente con eso, después de todo él mismo solía llevarse muy bien con otros omegas y alfas. Todos eran buenos amigos y a asistían a las mismas clases que él.

—Hola, Taehyung.

Bueno, quizá no todos.

—Oh. Buen día, Woojin-nim.

El omega mayor se alejó de la columna en el jardín donde había estado recargado mientras esperaba al cachorro alfa, regalándole una sonrisa que no le alcanzó los ojos.

—No seas tan formal conmigo, pequeño —pronunció un exagerado puchero, viéndolo hacia abajo.

Já, Taehyung podía ser muchas cosas, pero no un irrespetuoso a sus mayores.

—¿Cómo ha estado?

—Un poco triste —Woojin rodó los ojos cuando ignoró lo que había dicho—. Las cosas no van bien por ahí. Una flor me haría sentir mucho mejor. Me preguntaba si podrías darme una.

—No puedo hacer eso, Woojin-nim. Disculpe. Ya estoy prometido a la familia Jeon.

Por supuesto. Era bien sabido que tenían una imagen que cuidar y respeto a su propia persona. Podía ser libertino algunas veces, pero conocía el protocolo al pie de la letra y lo hacía valer como le habían enseñado.

Taehyung casi pudo distinguir el picor de irritación en el aroma del omega mayor.

—Oh, es una lástima —enarco sus cejas hacia abajo—. Creí que algún día nuestras familias podrían llevarse bien... Puedes dármela como amigos. Eso no tiene nada de malo.

Trató de recordar alguna contradicción que dijera que no podía dar regalos a alguno amigo. Lo que sabía era lo mismo que todos. Podía darle una flor siempre y cuando no fuera a comprarla ni a sembrarla porque de ese modo no invertía ganancia monetaria privada en alguien que no era su futuro prometido, y tampoco se esforzaba en tiempo personal en cuidar un regalo a la que sería su futura pareja de vida.

Buscó a su alrededor hallando en los arbustos pequeñas flores de las que desconocía el nombre. Tomó la que parecía estar a punto de desprenderse del tallo por la sequedad del otoño.

Su rostro no mostró mayor expresión que una corta elevación de comisuras cuando se la entregó. Muy diferente al otro que agrandó los ojos y sonrisa una vez la tuvo entre sus dedos.

—Muchas gracias. Eres tan adorable. Ahora ya no me siento triste.

—Eso es bueno —respondió y retrocedió un paso dando una reverencia—. Disculpe, ya debo irme.

Apenas había avanzado un par de metros pudiendo escuchar la misma voz hablándole desde la espalda.

—¿Harás algo en Halloween, Taehyung? ¿Te gustaría que fuéramos a pedir dulces como el año pasado? Puedo llevarte con mis hermanos, nos divertiremos otra vez.

Taehyung se giró, sus manos en las correas del maletín, presionando los labios en una línea.

—Muchas gracias por la oferta, pero no haré nada. Que tenga un lindo día.

Ahí fue la última sonrisa que Kim Taehyung le dio en el día. La semana. Tal vez el mes.

Al igual que las demás veces que había estado en el mismo espacio que el pequeño alfa, Woojin lo vio irse a donde debía estar su tan afortunado futuro prometido. Sólo que en vez de aspirar profundamente en silencio, llevó la florecita a su nariz buscando más del aroma del cachorro alfa a quien ya quería imaginar cómo un hombre adulto que podría quererlo como su pareja.

Sus fantasías fueron hechas pedazos por el complemento frutal de las fresas en el cacao, aroma que se había pegado a Taehyung al tener a cierto cachorro omega viviendo literalmente bajo el mismo techo.

Con asco tiró la flor y la pisoteo hasta dejarla embarrada en el suelo, mirándola con odio.

Estaba tan enojado ahora que maldijo a los mil vientos aunque nadie más lo escuchó.



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gracias por leer💚

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The phantom's home / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora