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Shin Gaeul era la primogenita de una de las familias más influyentes de Busan. Una chica extraordinaria, era como la aguja en el pajar, ella era una mujer tan diferente al resto, alguien que podía conseguir lo que quisiera con sólo decirlo, y no entendía el por qué estaba con él.

Él, un chico tan común como el color marrón de sus ojos, alguien con notas imperfectas, alguien que era un 7 ante todos. Pero ella lo había elegido, y eso debía ser más que suficiente. Gaeul era alguien que disfrutaba de la convivencia, así que no fue pesado el presentarla a su familia, ella era una fanática de las cosas hogareñas, siempre expresando que su mayor sueño era ser madre y vivir en una casita con chimenea. Ella le había dado tantos avances qué nunca pensó que lo dejaría.

Ella no era una mujer de secretos, no sabía guardarlos, era algo que le gustaba de ella. Que no supo cómo se había vuelto una mentirosa profesional.  Sus ojos siempre destellaban honestidad, por eso siempre creyó en todo lo que le decía.

Tenía su corazón en las manos y la chica era tan consciente de ello que no había dudado en destrozar todo lo que alguna vez construyeron, no, que él construyó con tanto anhelo. Sabía que no era suficiente para ella, siempre lo supo, pero que jugará con él no era algo que espero, pensaba en ella como una mujer tan pura y refinada incapaz de hacerle el mal a un ser vivo.

Pero tal vez para ella no era ni siquiera un algo.

No sabía cuantas noches había llorado por pensar en que ella le traicionada con otro.

Se sentía inseguro de cualquier hombre que se le acercara, así que no le permitía estar sola con uno con el miedo de ser engañado con alguno.

Pero que equivocado estaba.

Había tapado una calle vacía por su idiotez, por no saber bien que era ella en realidad.

Ella había sabido jugar bien la carta de hacerlo un idiota por completo, ella había cegado por completo sus sentidos.

Tal vez fue su error, el mostrarse débil ante una mujer. Tan vulnerable que ella misma le decía que era hermoso cuando lloraba.

Ella había cortado sus corneas y limpiado el rastro de dolor con sus dulces labios.

Sabía que hacer con él, sabía que partes tocar y que decirle para que perdiera la cabeza.

Porque después de todo.

Su madre y él no eran tan diferentes...

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⏰ Última actualización: Nov 17, 2024 ⏰

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Linda   ||   SeGyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora