Linda || SeGyeom

12

La mirada indescriptible de su hermano estaba sobre él, pero refería ignorarla, estaba algo asustado de lo que podría pasar.

Pero estaba decidido en buscar una explicación, y le asustaba el hecho de que se lo dijera a su hyung, ya que su cuñada parecía de concreto, pues no le decía nada.

Los pocos días que había estado en la residencia de su hermano, lo tenía algo preocupado por la forma en la que se convivía en la casa, pues ni él, ni la mujer se decían nada.

Solo veía a la chica repetir esa rutina, una y otra vez, que estaba seguro de que se la sabía de memoria.

Ella desaparecía por la mañana, luego de que se la pasara llorando, la veía cocinar, ir al jardín, recibir a Sebin, e irse a cenar e irse a dormir, para luego encontrarla llorando en su puerta y repetir todo al pie de la letra.

No podía evitar sentir impotencia de esa situación, pero ella parecía tranquila con hacerla.

- Seré directo, quiero que regreses a Daegu, hoy mismo.

Dijo Sebin sin siquiera voltearlo a ver para mostrar simpatía. Aquellas palabras lo sacaron de sus pensamientos, para luego meterlo en shock. Él no quería irse. Bueno, aún no, necesitaba que todo estuviese bien entre la pareja para poder regresar a su casa con tranquilidad y sin culpa.

- No. - respondió firme.

Y aquello lo sorprendió, nunca pensó en ser capaz de contradecir a su hyung.

El hombre que a se encontraba revisando papeles, levanto la vista con una ceja alzada, e inclino la cabeza.

- ¿No? - le imito, para luego soltar una risita - no te estoy preguntado Yechan, te estoy diciendo lo que vas a hacer. - Le respondió con tranquilidad.

- Y yo dije que no lo voy a hacer - sostuvo firme sus palabras.

El mayor se levantó de su escritorio y camino hacia su menor, mientras arreglaba su saco, y al estar frente a él, se sienta a su lado.

Sebin no era alguien violento, pero cuando su paciencia llegaba a su límite, hacia cosas sin pensar.

- ¿Por qué no? - le pregunto.

Manipular a su hermano era algo tan sencillo.

El chiquillo lo miro nervioso, con las palabras en su garganta que parecían no querer salir, quería soltarlo todo, y dejar de ser la marioneta de su hyung, pero era tan difícil cuando ni su cuerpo quería cooperar.

Carraspeando la garganta.

- Porque me iré cuando tú y Hangyeom estén en una situación mejor - dijo sin tartamudear, haciendo a su hermano atragantarse con su saliva - No quiero irme dejando está extraña situación en sus manos. Sé que no es mi asunto, pero si puedo impedir que esto siga. Lo voy a hacer.

Los ojos oscuros del mayor de los Jang se mantenían fijos en él, pero por segunda vez en su vida, no bajo la mirada y la mantuvo firme al igual que sus palabras.

Sintiendo que de nuevo era el pequeño Yechan de 10 años, que era culpado por su hermano por algo que no hizo.

Sintiendo la valentía de momento, y el enojo acumulado queriendo salir de su cuerpo.

- Y quiero que me digas el motivo de esa actitud hacia tu esposa. - necesitaba que acabara todo e irse -

El mayor aun sorprendido por la confesión, decidió negarse - No es de tu incumbencia, sal de mi despacho, Yechan.

- No me voy a ir.

- Jang Yechan, te estoy dando una orden. Hazme caso - dijo furioso.

Escucho como este se levantaba y volteo la mirada hacia el jovencito, quien lo miraba fijamente.

- ¿Lo haces porque se llama igual a mamá? - aunque aquello sonara estúpido, no lo había descartado por completo.

- No - negó - ahora vete.

El menor movió la cabeza de un lado a otro, dándole una respuesta negativa, por lo cual se levantó tomándolo del brazo. Sacándolo el mismo.

- Entonces... Es porque se parece a Gaeul ¿verdad? - al recibir un apretón en el brazo, se dio cuenta de que su hermano estaba por perder la cabeza nuevamente.

Sabía que él odiaba a aquella mujer, pero no pudo evitar mencionarla. Quería saber la verdad. Lo necesitaba.

- No vuelvas a mencionar a esa perra - exclamo con calma.

O eso trataba de aparentar, ya que su hermano soltó un quejido de dolor ante la fuerza que estaba ejerciendo.

Y lo único que pudo hacer es sacar a Yechan, y cerrar la puerta con seguro, soltando un suspiro, para acercarse al sillón y darle una patada.

Todo esto era culpa de Hangyeom, si ella fuera más obediente todo esto no pasaría.

Todo era su culpa.

De ella y de Shin Gaeul...