Charles

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La multitud se movia como serpientes en una pecera, todos sentían la música como vibraciones, mientras que yo sentía como la copa de champagne pasaba con dificultades por mi garganta. Frente a mi, un muy feliz Charles Leclerc dejandose, literalmente, manosear por dos mujeres mientras sus amigos se reían. De un 100%, había un 99,9% de que se sentía el más afortunado, yo ya no lograba tolerar la situación.

Me acerqué al oído de Lando y le mencioné que ya me iba marchar.

- Es temprano aún, ni siquiera hemos bebido la mitad de la botella.

- Yo no he bebido, aquí hay varios que ya están en un nivel superior de alcoholismo.

Lando bufó dolido pero asintió comprendiendo la situación, besé su mejilla para acomodar mi bolso sobre el hombro. Tenía que pedir un Uber para irme hacia el departamento de Lando, dónde iba a pasar un par de días antes de volver a Italia a trabajar.
La salida era caótica, mucha gente quería entrar y yo, llendo contra la corriente.
La imagen de Charles eran repetitivas en mi mente, no demoró nada en buscarse chicas para romperme en mil pedazos, no fue suficiente con las mentiras, sino que rematar mi cadáver con esa actitud era totalmente innecesario.
El Uber se aproximaba y yo deseaba irme a la cama, quitarme estos tacones inútiles y este vestido idiota que creí que haría llamar su atención. Una tonta.
Cuando el auto llegó, inmediatamente subí. El trayecto no era largo, pero no pretendía caminar sola y con dolor de pies y corazón al departamento, no estaba en mis planes tampoco.

Las luces de Mónaco eran como estrellas, pero de colores muy fuertes que invitaban a darse una rumba inolvidable, pero nada me era alentador, ni siquiera recuerdo porque acepte la invitación de Lando a pasar unos días acá si yo sabía que sería encontrarme con él. Una parte de mi sabía y me motivaba a tomar decisiones idiotas.

Charles fue más que un par de besos, me hizo sentir única, me hizo creer que yo era única para él, pero no. Todo se fue al carajo cuando mentía sobre sus conversaciones con chicas por mensajes en Instagram, cuando decía estar en casa jugando en el simulador mientras que la verdad era que estaba de joda con sus amigos. Me dolía, y esto aumentaba cada fin de semana cuando debíamos ir a las carreras y hacer como si nada pasaba porque Binotto nos advirtió de la consecuencia que podría traer relacionarnos. Me gustaba, lo quería, me dolía.

Tiré el papel con el que había limpiado mi nariz por enésima vez, ya casi no sentía mis ojos por la hinchazón provocada por el llanto. Una de mis terapias, o mejor dicho, torturas era ver películas románticas mientras bebía un vaso gigante de soda con muchísimo hielo.
Apagué el televisor con enojo, me acomodé entre las sábanas cuando sentí una risa borracha en la sala y un molesto "guarda silencio Lando o de verdad te voy a golpear".
Inmediatamente me levanté, tenía puesto mi pijama y me asomé rapidamente. Lando colgaba de los brazos de Charles, por supuesto, si no vivían lejos uno del otro. Rodeé los ojos cuando le tome el lado libre y lo arrastramos hasta su habitación. Yo abrí la cama mientras Charles le quitaba los zapatos, a duras penas lo pudimos meter dentro de esta.

-Creo que bebió más tequila del que su cuerpo permite.

- Seguro.

Mi tono seco cortó la conversación, antes de cubrirlo con sus frazadas.  Salí de la habitación y fui directo a la cocina para preparar un té de hierbas, seguro podría dormir con una infusión.


- ¿Cómo estás? -escuché a mi espalda- hoy te fuiste temprano.

- No actúes como si realmente te importa, Charles es innecesario.

- Por supuesto me importa, no hables como si... como si yo fuera un desconocido.

Me giré para verlo, su mirada estaba en sus manos, él estaba apoyado en la mesa junto a los recibos de las cuentas.

ONE SHOTS- F1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora