Era un manojo de nervios, mis manos temblaban y mi corazón latía ferozmente, era una persona con bastante personalidad y se me hacía extraño sentir eso sólo por tener a este imponente hombre frente a mí, o más bien, frente al auditorio. Sentía los susurros de algunos de mis compañeros de clase, sentía las risillas de aquellas más osadas que esperaban tener una oportunidad con alguien como el imponente Torger Wolff. Yo sólo deseaba que esta cátedra terminase y así fue. Los fuertes aplausos se escucharon, él sonreía y yo me levanté al igual que todos.
Uno de los académicos llevó a quienes habíamos sido parte del programa de investigación de mecánica al servicio de cafetería, esto simbolizaba un semestre de noches sin dormir.
Junto a Owen cogimos una pequeña taza de café, era la primera comida que podíamos tragar sin tener que salir corriendo hasta el laboratorio o algo. Mi mejor amigo y encargado de ejecutar toda clase de idiotez que se me pasara por la mente hacía que nuestra estancia en Oxford fuera de mejor calidad.
-¿Qué dices si nos llevamos unas cosas para comer en la oficina? -sugirió. Reí mientras golpeaba su brazo y rodaba los ojos- o mejor aún, robemos a Toto para que nos compre nuestro proyecto y nos hacemos extremadamente multimillonarios ¿Qué dices?
-Que eres un idiota -respondí bebiendo el café.
-o un visionario -respondieron desde mi espalda.
Tanto Owen como yo quedamos fríos al reconocer la voz. Los nervios volvieron y me hicieron incapaz de tragar el sorbo de café que aún permanecía en mi boca.
Nos giramos para ver al austrico que traía en su mano su celular. No podíamos articular ni una palabra.
-¿Y me dirán cuánto ofrecen por el proyecto o sólo era una mala idea? -habló.
Miré a Owen quien parecía un cuerpo sin vida.
-Señor Wolff -susurré- es un gusto conocerlo.
Estiré mi mano y él sonrió para coger mi mano.
-Él es Owen Horner.
El austrico abrió los ojos reconociendo el apellido de mi amigo.
-¿Horner? -repitió.
-Si -habló por vez primera mi amigo- soy sobrino de Christian.
Wolff le sonrió y le saludó.
-¿y qué hace un Horner en Oxford? -preguntó- digo, Christian siempre habla de sus familiares que estudian en
-Harvard -dijimos al unísono- pero, yo soy el hijo del hermano divorciado... casi no cuento como familiar.
Sonreí cuando Wolff dirigió mi mirada.
-¿Y usted?
Casi con miedo susurré mi apellido.
- Hughes... Soy Judy Hughes.
El imponente hombre me seguía sonriendo mientras que yo seguía sintiéndome como una niña pequeña a su lado. Entendía por completo la obsesión que tenían muchas mujeres frente a este hombre. Su aspecto físico era lo más similar que podía encontrar a un Dios Griego, desde mi gusto, y estoy seguros que era delirio de mujeres mayores como de mujeres jóvenes, como yo.
-Owen, te necesita el Doctor Steven -habló un académico.
Mi amigo se despidió y me dejó sola ante este monumento viviente. No podía verle la cara a Wolff sin dejar de sentir que necesitaba oxígeno, era como si absorbiera mi personalidad.
-Y bueno, Señorita Hughes quería felicitarla -habló- escuché parte de su exposición y me pareció impresionante el trabajo que hizo con Horner.
-Muchas gracias -respondí con timidez-. pero aún requiere tiempo, la universidad no brinda el suficiente apoyo económico para proyectos con tanta ambic...
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ONE SHOTS- F1
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