Oscar Piastri

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*RECOMENDACIÓN: ESCUCHAR LA CANCIÓN AL FINAL DEL OS*

Sin sus zapatos y aún con la ropa de la escuela, la falda cubría hasta la mitad de sus muslos, para su madre y para mi era demasiado corta, la camisa le quedaba perfecta, mientras que su cabello estaba recogido de mala forma. Murmuraba alguna sonata que debía practicar mientras con sus manos preparaba lo que parecía ser un sandwich.
Yo estaba apoyado en el umbral de la puerta, mis brazos estaban cruzados mientras examinaba sus acciones.

Profundamente concentrada en lo que murmuraba, tanto así que cuando comencé a dar unos pasos hacía ella no sentía. Con delicadeza tapé sus ojos con mis manos, ella inmediatamente dejó de murmurar y subió sus manos hasta las mías para empezar a dar toques desesperados.

-Josh, eres el único idiota que esta en casa -comentó sin pensar mucho su respuesta. Una de sus manos bajó por mis manos hasta mis muñecas, donde acarició mi gigantesco reloj y una pulsera de mostacillas- ¿Oscar? -preguntó cambiando su respuesta- ¿Oscar, eres tú?

Escuchar mi nombre desde su voz era la sensación más increíble que podía sentir. Bajé mis manos y la giré para por fin ver esos hermosos ojos oscuros protegidos por las pestañas más brillantes que alguna vez ví.

-Hola -susurré sin dejar de mirarla.

No aguantó la sonrisa, aún mordiendo sus labios, ella sonreía ampliamente. Sus brazos pasaron por mis hombros y me acercó a ella para darme un abrazo tan necesario.

-Te extrañé bastante -susurró.

-Yo también -respondí con mis ojos cerrados y esperando que nada, ni nadie interrumpiera nuestro reencuentro- Lo hice muchísimo.

Unos segundos pasaron antes de que ella volviera a separarse de mí y yo pudiese verle su carita.

-¿Qué haré contigo, eh, cielito? -hablé. Sus ceño se frunció confundido- ¿Con dieciocho y aún en la escuela?

Comenzó a reír suavemente y rodó sus ojos.

-Te recuerdo que las malas decisiones siempre fueron mi mejor habilidad -respondió girando a terminar de preparar su comida.

Tuve el impulso, sin pensarlo, sólo pregunté.

-¿Y yo fue una mala decisión?

Ella dejó de realizar cualquier movimiento, noté como respiró profundo para volverse a girar.

-No lo sé -susurró mirándome con una intriga falsa, sólo bromeando- ¿Hay algo que no me has dicho como para creer que eres una mala decisión, Oscar Piastri?

Sentí como los ácidos de mi estómago subieron hasta mi esofago, el ardor provocó que tragara un poco de saliva para disminuir la tensión que había en mi cuerpo producto de los recuerdos. Lily, recordé.

Y como gran idiota, respondí.

-No -susurré.

Entre sonrisas ella se acercó y volvió a abrazarme, pero esta vez fueron pocos segundos ya que su hermano, es decir, mi mejor amigo me llamaba desde su habitación.

-Debo subir, sólo dije que venía por agua -comenté

Cogí un vaso y rápidamente lo llené con agua e iba a irme cuando ella dió tirones de mi brazo para hacerme volver.

-Kim -susurré cuando jaló, dejándome peligrosamente cerca de ella- Kim...

-¿Por qué no me visitas hoy? -preguntó- Nadie ha cortado el árbol por donde subías.

Rei sonrojado, y asentí,  para rápidamente besar su cabeza.

*

Ya no tenía puesta su ropa de escuela, sino que traía su pijama que correspondía a una polera holgada y unos shorts de su talla. Apenas toqué el suelo de su habitación ella corrió a colocarle seguro a su puerta y entre risillas me ayudó a quitarme algunas hojas del árbol que se habían venido conmigo.

ONE SHOTS- F1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora