George

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Creo que jamás me había tomado atención en la familia, nunca a decir verdad, pero desde que se me ocurrió la brillante idea de subirme a una moto y grabarme para luego subirlo a las redes sociales, desaté la guerra en la familia. ¿Puede una princesa subirse a una moto? claro que sí, ¿puede subir el video a redes sociales? No, y mucho menos si sale el futuro rey.  No era culpa mia que el pequeño George no tenga adrenalina en su vida monarquica. 

- ¿Puedes dejar de ver el vestido colgado y ponertelo de una vez? -chilló mi madre desde la entrada.

Un vestido color mandarina, horrible color, y unos tacos del mismo color, era un asco. Me negué cuando soltaba las pinzas que habían puesto en mi pelo. No me pondría aquello, prefería que abrieran los calabozos cerrados hace más de cien años para que me metan ahí adentro.

- Soy tu madre y te conozco -susurró llegando a mi lado y mostrandose frente al espejo- por ello, traje una opción más de tu estilo.

Ella fue hasta el armarío y sacó un vestido lila, seda pura, mucho más decente que el horro de antes, unos tacos del mismo color y el collar al cual no me podia negar. Realeza era realeza.

- ¿Vendrá Megan? -pregunté con esperenza.

- Ya sabes que no -respondió subiendo la cremayera- y no quiero comentarios del por qué no vino ¿esta bien?

Asentí para que se fuera tranquila, era el cumpleaños de la princesa, no armaría un espectaculo porque no corresponde. Sabía que habrían muchos invitados, entre familia y amigos externos, era de las pocas ocasiones que se iba a permitir y había que aprovechar. Un poco de perfume en mi cuello y los aros de oro colgando en mis odios. Todo listo para irme.

Una sonrisa, dos sonrisas, tres, cuatro, diez y viente sonrisas hasta poder llegar a uno de los trabajadores que repartian las copas de espumante. Necesitaba un respiro, pero no podría escapar tan rápido de las tradiciones más arcaicas existente dentro de estas fiestas o bailes, o mamadas para los simples mortales que no cargan con esta maldición. 

Convertir las canciones de la actualidad en vals era la especialidad de Kate, obsesionada con la serie de Netflix -y que nadie se entere que ve Bridgerton porque puede ser un escandalo-. Shallow, versión orquestada comenzó a sonar y eso sólo significaba una cosa, tenía treinta segundos para huir o mi madre levantaría su ceja y me dejaría sin opción.  Bebí la copa rápidamente, miré a mi alrededor y vi a dos hombres que observaban al Principe Williams y su esposa, la Princesa Kate.  Los hombres tenian una altura razonable la cual me permitia ocultar de los ojos de mi madre, inmediatamente tomé otra copa que había en una mesa y la dí vuelta al interior de mi boca, un amargor delicioso. 

- ¿Creiste que no te vería? -la voz terrorifica de mi enfadada madre- venga, que tienes que bailar.

No tenía pareja, no podía llegar al centro de la pista bajo la mirada acusadora de todos, así que mi mejor elección fue tomar el brazo de uno de los hombres que estaban de píe delante de mi, el más alto - y vaya que elección.

- A bailar -escuché en el oido por parte de mi madre.

Los ojos asustados y muy azules del hombre me miraban, esperaba una acción antes de que todos tuvieran la mirada puesta en nosotros.

-Lamento arrastrarte a esto, pero....

- Ni siquiera sé como se baila -susurró cerca de mi cara.

- Sólo sigueme y te juro que volveras a lo tuyo..

Tome su mano y la engrané a la mia, la otra de forma inmediata se depositó a la altura de mi costilla mientras que la mía cayó en su hombro. No podía mirarle a la cara, no tenía la personalidad para hacerlo, pero este intentaba decifrar quien era.

ONE SHOTS- F1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora