Capítulo 7:

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   Había meditado mucho acerca de aquel asunto la noche anterior. Casarse con Otto Hightower no traía más ventajas para nadie mas que para él mismo puesto que aseguraba de cierta manera su total permanencia en la Fortaleza Roja junto al rey. Como Mano del Rey, suegro del rey y ahora tambien yerno del rey, Padre de la reina y esposo de una príncesa además de abuelo de tantos otros príncipes. Otto tenía su pequeña dinastía dentro de King's Landing y Naara no había querido verlo.

  Su madre no parecía haber pensado en el asunto mas allá de que quizás y con suerte de que Otto la mantuviera a su lado, podría enterarse de sus planes. Planes contra los que no podría hacer nada sin que ella misma saliera perjudicada, y eso siempre y cuando este permitiera que siguiera teniendo contacto con Naara. Aunque claro, también estaba el asunto de que ella misma no sabía si quería seguir manteniendo contacto con una mujer que era capaz de entregar a su propia sangre a un hombre totalmente repulsivo solo por saber un par de chismes.

  -¿Estas lista?

  Ellarya observó un momento a Cregan, apretando el agarre de su brazo.

  "Si cambias de opinión, Caraxes estara listo para tí en los jardines traseros"

  Aquella promesa era lo único que la mantenía firme aún. El saber que si algo salía mal, sino podía controlar su propio miedo, tenía siempre la oportunidad de escapar. Su cabeza permanecía alta para no dejar caer la corona y entre las telas de su vestido, acaricio el filo de la daga que Daemon le había obsequiado. Estaba segura en el Norte, estaba segura junto a Daemon. Tendió su mano libre hacía un lado y Jaime no dudo ni un solo segundo en tenderle su brazo también el cual sujeto.

  Las puertas del salón del trono, donde su madre y su futuro esposo habían insistido debía ser la boda, se abrieron. Ella entró a paso firme, con la cabeza bien erguida y escoltada por dos de los mas temibles guerreros de la epoca. 

  El murmullo se extendió por todo el salón, y no solo por que era la primera vez que una mujer era escoltada por dos hombres, incluso que la boda fuera en el salon del trono no había causado tanto revuelo como el que ella estuviera portando una corona mientras caminaba hacía su esposo. O en realidad como ella lo veía, hacía el trono. 

  En el rostro de Viserys no quedaba rastro de felicidad, mucho menos en la de los Hightower e incluso Rhaenyra dejaba ver lo insultada que se sentía. Su madre en cambio, intentaba muy mal ocultar el placer que aquella escena la provocaba.

  Estaba a apenas unos pasos de Otto cuando se detuvo, no podía seguir. 

  -¿Quien viene?

  Ellarya parpadeó confundida al darse cuenta que habían mezclado las tradiciones de los Siete y de Los Antigüos dioses para su boda. Idea de su madre quizás también, quien parecía haber olvidado en su tiempo en la corte que los Stark habían jurado lealtad a los Targaryen, todos sus planes parecían girar en torno a qué un Stark acabara sentado en el trono de Hierro. Había pensado en huír, en ir hacía Volantis, buscaría allí a Saera Targaryen y con suerte podía pedir su protección. Pero su familia estaba allí, y aunque ella ya no debía obediencia a su madre luego de la que ella consideraba una traición, sabía que si escapaba de su deber, la relación con su familia se rompería para siempre. No podría volver a ver a los Stark a los ojos. 

  -Ellarya de Las Casas Stark y Targaryen que viene a ser casada.-las manos de Ellarya comenzaron a temblar terriblemente. Estaba totalmente aterrada por lo que estaba a punto de suceder. Miró a su alrededor rápidamente. No había rastro de Daemon. Jaime a su lado estaba totalmente tenso, con la mirada penetrante fija en Otto. Tomo aire soltando los brazos de ambos hombres.

(...)

  La boda se llevó a cabo sin altibajos. Fue una ceremonia muy bella a decir verdad, de no ser por qué durante todo el proceso Ellarya se sintió lo suficientemente mal, al punto de tener que aguantar el vómito más de una vez.

  Daemon no apareció ni siquiera al banquete y Jaime se retiró inmediatamente después de entregarla, alegando que se sentía mal.

  -Esta espléndida, princesa

  Ellarya dedicó una ligera sonrisa a la reina Alicent. Ya no se sentaba a la mesa junto a su madre, sino que ahora ocupaba el otro lado entre la reina y la mano del rey. Ahora era una Lady Hightower.
 
  Durante la ceremonia, su ahora esposo le había quitado la corona que su tío le había regalado Al igual que la piel de lobo, dejandola con una sensación de total desnudez por unos minutos. Antes de reemplazarlo con su propia capa verde.

  No había querido bailar, apenas comió y ni siquiera hablo con nadie más allá de un par de palabras cuando se acercaron a dar sus felicitaciones.

  La hora llego al fin de llevarlos al lecho nupcial. Ellarya se había levantado de su sitio ya rendida y con lágrimas en los ojos se había dejado alzar por los hombres que la desvestirían y llevarían hacia donde se ejecutaría el final de su inocencia. Pero algo más paso, y antes de que pudiera darse cuenta, los hombres se habían alejado y Jaime Cassel, que había regresado desde la misma nada, la había cargado en sus brazos siendo él la única persona que se encargaría de prepararla para su esposo.

(...)

  -Nunca debí permitirte llevarla de nuestro hogar.- Naara apenas desvió la mirada unos milímetros hacia su hermano al oírlo, antes de devolver la mirada a Ser Jaime, quien salía del salón cargando a su hija. No dijo nada ante las palabras de Cregan. Él jamás lo entendería, nadie lo entendería pero tampoco le importaba mucho. Otto Hightower ya no podría hacer maldades contra su familia sin que Ellarya se enterará, dejaría de una vez ese arrogante papel de que sus nietos merecían más la corona que su hija. Y si Elle le daba hijos incluso hasta podrían acabar del mismo lado tratando de coronar a Ellarya para que en un futuro sus hijos ocuparán el trono...-Se lo que estás pensando. Ellarya no tiene ni una pizca de la ambición que tú tienes hermana, es leal... Y acaba de jugarle lealtad a los Hightower.

  -La lealtad es relativa Cregan, todos tienen un precio.-El turno de Otto de ir hacia los aposentos había llegado más este no permitió que las damas lo llevarán, sino que con su solemnidad característica se encamino solo al encuentro de su esposa. Naara se levantó entonces de la mesa y se dirigió fuera, hacia los jardines traseros donde Caraxes estaba aún esperando. Daemon oculto en lo alto de este.-Ella ya está en el lecho de su esposo.-Anunció en voz alta para que el hombre la oyera.

  Y claro que la oyó, su confirmación fue inmediatamente después, cuando Caraxes abrió sus alas y emprendió el vuelo lejos del castillo. Su mirada paso del dragón a una de las ventanas, Ellarya observaba también al dragón que se alejaba antes de que Otto la hiciera cerrar las ventanas.

  Por un momento se sintió mal. Quiso gritarle a Daemon que volviera y llevará a su hija de regreso al Norte. Pero allí no había nada para ellas más que frío, pesados abrigos y noches solitarias. También se recordó a si misma. Amaba a Viserys tanto que no podía pensar en la idea de regresar a su hogar lejos de él. Su amor se había convertido en una debilidad y se había dado cuenta tarde. Deseaba con esa unión no solo fijar su permanencia allí, sino también evitarle todo el dolor que el amor representaba.

  -Naara
 
  Se volteo con una sonrisa hacia Viserys, a quien se acercó abrazando por el cuello cuál adolescente enamorada olvidando por un momento que no podía acercarse lo suficiente debido al enorme vientre que tenía.

  -Digame, majestad

  -La corona de Ellarya.- dijo Viserys alzando la para que ella pudiera verla. Naara sonrió aún más sin poder evitarlo, pero tuvo que cambiar su rostro inmediatamente al darse cuenta que Viserys no estaba para nada contento con aquello.-No quiero volver a verla con algo así.

  Naara volvió a sonreír quitando los brazos del cuello del hombre para así tomar la corona observandolo a los ojos.

  -De acuerdo, siempre sentí que le quedaba mejor el broche de la Mano.-dijo bajo la mirada estupefacta de su esposo. Observó la corona un momento antes de colocarla sobre su vientre.-A nuestro hijo le quedará mejor la corona. ¿No lo crees Rhaenyra?

  La joven, que había seguido a su padre fuera por el placer de ver a Naara humillada, ahora se sentía aún peor que antes. Ciertamente no habría quien los defendiera si el hijo de Naara Stark resultaba ser un varón. Aunque habiendo visto lo que había echo con su propia hija, no dudaba que incluso si aquella cosa terminaba por ser una niña, la mujer haría hasta lo imposible para ponerla en su trono.

The Wolf who raised a DragonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora