Capítulo 8:

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  -Lord Mano Otto Hightower y su esposa, la príncesa Ellarya Targaryen.

  Otto alzaba la mano de su esposa con total orgullo de ello mientras entraban al salón. Poder decirle al mundo que estaba casado con una príncesa no era poca cosa, sobre todo si esa príncesa a medida que pasaban los años se volvía cada vez mas hermosa. La genetica Stark se solía decir, que la mantenía delgada y los años en el Norte habían detenido su envejecimiento. Ellarya ciertamente dudaba que fuera cierto pero era mejor decir eso que evitar explicar que su belleza se mantenía en parte gracias a que no había dado un solo hijo a los Hightower, ni siquiera había entregado su cuerpo aún a pesar de que llevaba 9 años casada. 

  -Mi hermosa Ellarya, bienvenida.

  Ellarya reverenció a su padre antes de besar su mejila con ternura. El viejo rey se veía cada vez más débil y enfermizo como para conservar remordimiento alguno contra él por haberla casado sin su consentimiento. Las que aun conservaban por completo su postura y belleza también, mas alla de su horrible relación, eran las ahora reconocidas reinas Alicent y Naara. La príncesa no se detuvo demasiado en ellas, hizó una rápida reverencia llegando a notar que el vientre de Naara estaba una vez mas abultado listo para parir el 8vo hijo del rey, y al fin fue hacía lo que de verdad le importaba. 

  Los príncipes y príncesas la veían como a una completa desconocida. Y no era para menos, el mayor de ellos, Aegon, tenía 6 años cuando ella se había marchado. 

  Al príncipio el plan había sido permanecer en El Faro junto al sobrino de su esposo, Ormund Hightower para guiarlo con su "sabiduria femenina" a llevar la Casa Higtower como era debido. Una pequeña gran excusa por parte de Otto al rey para así deshacerse de Ellarya cuando se dió cuenta que por mucho que insistiera, Ellarya apenas si dejaba que este le rozara la mano de vez en cuando. Y no era que se llevaran mal ni nada por el estilo. Más allá de que la príncesa no podía verlo como un hombre puesto que a sola idea de que la tocara más allá de lo adecuado le provocaba nauseas impsibles de controlar, ambos habían aprendido a tener cierto respeto por el otro. La mujer había fingido su noche de bodas cortandose dentro de los muslos para manchar las sabanas, secreto que ambos se llevarían a la tumba para mantener tanto su dignidad como aquella fachada. Por haberle permitido esto, ella incluso le ofreció el beneficio de que él tuviera encuentros casuales con mujeres pero este se negó rotundamente. El primer año ambos pasaban largas noches simplemente leyendo en la recamara de él o teniendo largas platicas acerca del reino hasta que supieran que todos dormían y ella podía escapar a su habitación. Pero claro, un año sin consevir un solo bebé se tornaba raro por lo que Otto tomó la decisión de alejar a Ellarya para seguir manteniendo la fachada. Luego de un tiempo, aburrida de la soledad y abrumada por las tantas insinuaciones de Ormund, Ellarya se aprovechó de la poca comunicación que había a fin de cuentas entre los parientes de su marido, y vendiendo la mayoria de sus joyas, tomó un barco hacía Las ciudades libres con el deseo de conocer, llegando a Lys. 

  Allí fue una mujer libre por largos años. Había logrado entrar en contacto con una prima lejana de su padre gracías a su tío Daemon, Saera Targaryen, y no había dudado en escribirle desde el burdel en el que había conseguido una habitación para encontrarse. 

  Así fue como Saera Targaryen, una ex príncesa rechazada por su familia y una de las mujeres mas poderosas y ricas de Volantis y Lys; y Ellarya, una príncesa que había sido entregada por su familia como esposa sin importarles un poco su felicidad, se volvieron compañeras y grandes amigas, viviendo juntas en la gloria de Lys. Entre lujos y riquezas que parecían llegar solas gracias a los negocios de Saera.

  Sin embargo, todo lo bueno debía acabar...o casi. Cuando Otto Hightower se enteró de que su esposa ya no estaba quedandose en El Faro, sino que se encontraba en Lys, la mandó a llamar con la excusa de que se la requería nuevamente en King's Landing. Así que en el año corriente, 120 D.C, Ellarya devió volver a Poniente. Aunque no con las manos vacías, Saera no había tenido hijas, por lo que adoptandola como propia, se había encargado ademas de instruirla en la bella arte de la danza y la seducción, la moda Lysena y distintos idiomas, de llenarla de riquezas suficientes como para que viviera comoda por el resto de sus días sin depender de nadie más e incluso dotandola de un pequeño ejercito de esclavos con los cuales volver y según ella, sobrevivir a la Fortaleza Roja.

The Wolf who raised a DragonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora