The Wolf who raised a Dragons

Capítulo 3:

~Año 111 D.C

-Alteza, su madre ah entrado en labor de parto.

  Los ojos de Ellarya se levantaron del libro que había estado leyendo en los jardines y una amplia sonrisa se había instalado en sus labios. Había esperado aquel momento desde que se había enterado que en busca de quitar toda clase de favor que el Rey Viserys tuviera para con la Reina Alicent, su madre había reavivado las llamas del romance entre ambos. Ahora, con el nacimiento de un hermano suyo por parte de Naara, nadie podría arrebatar el cariño que Viserys había estado formando hacia ellas.

  -Excelente, ¿el maestre Marwyn que llegó de Winterfell está con ella ya?

  -No, princesa... La Mano decidió que no había tiempo de llamarlo y puso a los maestres de aquí a trabajar con ella.

  Ellarya no pregunto nada más. Aquello era suficiente para darse cuenta de que si no interfería en ese mismo momento, el parto de su madre podría complicarse más de lo necesario.

  A medida que había entrado en el castillo, logró distinguir los gritos de Naara que resonaban por todo el castillo, gritos que de no ser por qué todo el mundo allí sabía de el embarazo de la mujer, muchos hubieran creído que estaba muriendo de la forma más agonica posible. Y no estaba lejos de la realidad, en cuanto Ellarya entró a la habitación de su madre, lo primero que noto había Sido el exceso de sangre en las sábanas blancas. Las nodrizas que corrían de un lado a otro llevando trapos mojados en agua tibia qué debían ser reemplazados constantemente debido a las pérdidas. Y ni rastro del rey.

  -¿Dónde está mi padre?

  -No debería estar aquí, alteza

  Una sola mirada de la joven fue suficiente para silenciar al Maestre que había intentado hacerla salir del lugar, más antes de comenzar a regañarlo por estar pendiente de quién entraba y no de su madre, fue su propio maestre el que entro en la habitación por lo que simplemente hizo señas al irrespetuoso de que saliera de la habitación al igual que el resto de los compañeros que eran innecesariamente demasiados para un simple parto.

  -Han estado jugando aquí, no cabe dudas de que intentaban dejarla morir desangrada.- indico Ellarya al Maestre Marwyn mientras tomaba asiento junto a su madre, tomando su mano y acariciando su frente sudorosa con suavidad mientras se comenzaba la revisión del estado de ambos.

  -Me duele...- La mirada de Ellarya se suavizó notablemente al oír la quebradiza voz de su madre, aquella mujer fuerte e imponente que había estado peleando por ella con los más grandes, de la cual ahora solo quedaba una sombra debilitada por el dolor. Miro hacia la mesita de noche cuando está le señalo una copa sobre ella pidiendo beber. Sin embargo, por curiosidad, antes de dárselo olió el contenido frunciendo ligeramente la nariz al notar el amargo aroma.

  -Maestre Marwin ¿Que es esto?

  El maestre se puso en pie tras asegurarse de que la sangre no fuera proveniente de heridas internas de la mujer y tras limpiarse las manos tomo la copa analizando el contenido.

  -Esto huele claramente a Matalobos mi señora, alguien ah estado poniendo gotas en el agua de Lady Naara. El bebé ni siquiera está colocado para nacer, le falta quizás algo de un mes.

  El amargo del aroma de aquel veneno no era nada comparado con la amargura que se había instalado en la boca de la príncesa. Apretaba ligeramente ahora la mano de su madre conteniendose de levantarse e ir a arrancar un par de cabezas en la corte. Muchos posibles culpables cruzaron por la mente de Ellarya, mas no podía dejar de pensar en lo estupida que había sido al dejar sola a su madre en aquel nido de viboras, creyendo que nadie se atrevería a hacerle daño mientras cargara con un hijo del rey.