Capítulo 9:

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  -Toma a Jacaerys cómo tú sucesor...

  Ellarya estaba completamente muda. Su madre siempre le había dicho que la corona le pertenecía, que era su derecho. Y aunque ella misma abusaba de ese privilegio dejando en claro a muchos que podía tomar el trono si así lo quisiera, jamás había pensado que en algún momento en verdad fuera a tomarlo. Por qué en realidad era un trabajo que ella no quería. Aún esperaba la oportunidad de regresar a Winterfell como una mujer libre.

  -Yo... No sé que decir.-murmuro apartandose ligeramente de su hermana para poder procesar mejor aquello. La mirada de Viserys insistente, presionando la por qué ocupará el lugar de la hija favorita en la orca. Sin embargo fue la mirada casi decesperada de Rhaenyra la que la hizo responder.-Necesito pensarlo

  -No tienes opción con tomar el trono Ellarya. Desde que Rhaenyra lo rechazó es tu deber tomarlo.-insistió Viserys. No era cierto y en algún punto dolía esa preferencia por salvar a la hija de Aemma y sentenciarla a ella cada vez. No era que la quería a ella en el trono, simplemente no quería al resto de sus hijos en él. No discutiría sobre el asunto pues sabía que sería en vano, así que simplemente asíntio resignada.

  -No tendré opción con el trono pero si lo tengo con elegir a mi sucesor de ser así.-Miro a Rhaenyra y tomo sus manos con suavidad.-No te preocupes por nada, pero tengo cosas que pensar ¿De acuerdo?

  De regreso dentro no tenía demasiadas ganas de regresar junto al resto, por lo que opto por dirigirse a sus habitaciones. Sin embargo, al llegar se encontró con la sorpresa de que el lugar se había convertido en lo que parecía ser una especie de oficina/sala de estar. Con el ceño ligeramente fruncido se ditigió a la puerta que conectaba con la habitación de junto, encontrandose a Otto esperandola ya sentado en la cama.

  -Disculpa que entre sin llamar, mi cama no está

  -Lo sé, me parecía bastante tonto tener una habitación sin usar.-Respondió el hombre sin más, observando con atención el traje de la mujer que tal como sabía se llevaban en Lys, dejaba al descubierto su vientre y gran parte de su piel en lugares estratejicos.

  -Sabías que regresaba Otto, si ibas a usar mi habitación sin  permiso al menos hubieras tenido la desencia de reacomodarla a mi regreso o simplemente haberme avisado para que prepararan otra.

  -No es necesario Ellarya, eres mi mujer después de todo. Tu lugar esta junto a mi. 

  Ellarya frunció el ceño esperando estar pensando mal al ír aquello. Otto jamás había tenido interes en acostarse con ella, o al menos no luego de los primeros rechazos. Jamás la había presionado... aunque claro en ese momento ella no era la heredera del trono de hierro y los hijos que pudiera darle no servirían de mucho. La cosa cambiaba ahora.

  -Veo que el rey habló contigo...

  -Soy su mano.-Indicó Otto levantandose de su lugar para acercarse a Ellarya. Los dedos envejecidos de Otto rozaron la suave piel de los brazos de Ellarya mientras sus labios resecos se acercaban a la piel de su cuello dejando pequeños besos.-Pidió mi consejo y claro que no me negaría a que mi esposa se volviera la reina.

  Ellarya se mantuvo quieta en su lugar, incapaz de mover ni un solo músculo. Claro que podía escapar de allí ¿Pero cuanto tardaría Viserys en mandarla a traer de regreso con los Guardias? Había logrado evitar aquel asunto por demasiados años pero nadie se tragaría que luego de años sin verse con su esposo ella aún no diera hijos.

  -Otto por favor... Aegon aún puede ser rey.-Lord Mano se detuvo a observarla con una sonrisa incredula.

  -Aegon no podría ser rey. Viserys coronaría a un cerdo antes que a él. Tú misma lo dijiste Ellarya, estabamos perdiendo nuestra oportunidad de poner a nuestros hijos en el trono... Ahora por fin se dara.-Las manos de Otto pasaron de los brazos de esta a su cintura bajando en caricias hacía su trasero.-Pero fuera de eso, enserio me sorprende que aún creas que solo lo haría por poner a uno de mis hijos en el trono. Te presentas así prácticamente desnuda en la corte, casi como si me retaras demostrandome que tanto los hombres pueden desearte... pero a diferencia de esos hombres yo si puedo tenerte.-Susurró a su oído.-Te deseo desde aquel baile de una manera inexplicable Ellarya. Mi único consuelo por las noches era pensar en tí, en que eras mía.

The Wolf who raised a DragonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora