Diosa del Olimpo

30 4 0
                                    

Habían pasado unas cuantas semanas, y finalmente me sentía cómodo con Jamie y los demás, eran muy cálidos en su amistad, lo que me encantaba. Inclusive había olvidado por días la presión de la prensa ante mi retiro temporal, además de que se hablaba de un supuesto regreso, lo cual por motivos de salud me era imposible por mucho que lo deseará. Pero, no me quejo, tengo amigos increíbles y no la estaba pasando tan mal con las notas, especialmente en matemáticas, estaba acostumbrado a escuchar y ver números por doquier. Aunque debo admitir mi encanto por las letras, simplemente nací con una conexión con ellas.

Así entonces, Sofía fue invitada a una fiesta que coincidía con la hora después de mi terapia de recuperación, así que podía permitirme ir con ellos.

Justamente en la terapia recibí noticias de que mi pierna perdía funcionamiento a medida que la movía, no entendía muy bien el porqué, pero sabía que tenía que resolverlo para volver a conducir. Pero eso quedaba para después, por ahora, tengo una fiesta pendiente.

—¿Ya se encuentran allá? —pregunté a Jaime mientras caminaba a todo lo que podía.

—Estamos esperando a Nicky que entró a una tienda y lleva una eternidad ahí dentro, necesito que llegues ya —confesó mientras reía secretamente.

—Bueno entonces tengo tiempo de sobra, llegó en cinco minutos —corté finalmente la llamada.

Jamie no mentía, para cuando llegué Nick todavía seguía adentro. Así que me permití entrar a revisar si todo estaba bien, y para mí sorpresa, estaba perfectamente pero no sabía si decidir entre un Red Bull o una Monster. Confesaré que me reí un poco de la escena porque parecía un niño pequeño eligiendo un dulce. Elegí el primero por él y le dije que no se tardará más. Finalmente, y después de un siglo de espera, salimos mientras Jamie miraba a Nick con la típica cara de cazadora asesina.

—¿Entramos? —dijo Sofía cortando la tensión.

—Después de ti —respondí alegremente.

Al llegar no pude evitar recordar las buenas fiestas que se hacían después de la carrera, simplemente únicas.

Pedimos algunas bebidas sin alcohol para empezar la noche mientras comenzaba la cacería de estereotipos estúpidos por mera diversión.

—Ese de allá, ¿lo ves? —dijo Sofía en un tono muy detectivesco.

—Como no verlo, lleva una camisa más brillante que mi futuro —bromeó Nick mientras reía.

Y a medida que iban hablando iban bebiendo más y más, especialmente Jamie, quién ya no recordaba mucho de ayer. Sofía por otro lado platicaba con un chico que encontró sin querer al chocar en las sillas, y de Nick no mucho se podía decir, estaba en otro plano definitivamente. Yo en cambio me limitaba a tomar algunos vasos de refresco, y no es que no me gustará el alcohol o algo por el estilo, pero debo mantener a estos tres con vida por lo que resta de la noche.

El ambiente cada vez era más y más prendido, y fue entonces que a la lejanía la noté. Pelinegra, ojos un poco rasgados, tal vez estatura promedio y sonrisa peculiarmente linda, de cualquier manera, era brillante. Espera, no. No tengo tiempo para esto, soy un atleta de alto rendimiento en pronta recuperación y solo estoy de paso, además paso mucho tiempo con personas fugaces, así que porque interesarse ahora por alguien que ni su nombre conozco. Daba igual, de cualquier manera en una hora terminaría la fiesta.

Acabó la fiesta y, como era de esperarse, Jamie estaba un poco más que perdida al igual que Nick. Por lo qué Sofía y yo tuvimos que sudar para cargarlos hasta el auto de Nick, que no es que fuera especialmente grande.

Durante el camino hablé con Sofía un poco de cómo había ido:

—¿Y...? —preguntó un poco intrigado por su conversación con el chico de la fiesta.

Te Quiero MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora