Los Autos Rojos

13 2 0
                                    

Todo lo que podía salir mal. SALIÓ MAL.

Marque un DNF en Suzuka y la prensa se me vino encima al haber supuestamente provocado una colisión con Martini. El estupido piloto italiano que lideraba el campeonato de pilotos.

Recordaba cada pequeño fragmento de segundo en esa colisión, y sé perfectamente que yo no la provoque, incluso los comisarios de carrera lo denominaron un incidente de carrera y no propinaron una penalización hacia ninguno de los dos.

Me sentía enfadado y absurdamente resentido hacia Martini. Era el fin de semana donde Sofía vino desde casa hasta Japón solo para apoyarme y me arruinó todo mi esfuerzo que puse en el Gran Premio.

—Oye, yo sé que tú no lo provocaste — dijo Sofia tratando de liberar las malas vibras del ambiente.

—Gracias Sof, de verdad. Pero ese idiota siempre me ha molestado. Incluso desde el karting provocaba colisiones supuestamente ejecutadas por mi, haciendo que me cayeran las penalizaciones y críticas —confesé mientras guardaba mis cosas en el compartimento superior del asiento.

Volábamos de regreso a casa. Pasaríamos ahí al menos por dos semanas antes de que fuera a Estados Unidos. El calendario era muy intenso pero divertido. De cualquier modo estaría un tiempo con mamá para platicar algunos temas de la familia.

—¿Tienes hermanos Wyatt? —preguntó Sofy al enterarse del itinerario.

—Un hermano y una hermana. A que no adivinas quién es el menor.

—¿Tu hermano?

—Incorrecto. Pero cerca.

—Tu hermana entonces.

—¡Correcto! Yo soy el de en medio. Aquel que de no ser por que soy piloto, nadie recordaría.

—¿Si? Pues yo soy la menor en mi familia. Tu hermana me entenderá.

—Se llevarán mejor de lo que imaginas. Siempre he pensado que son muy parecidas.

Aterrizamos y tras esperar una hora fuimos directamente en búsqueda de mamá. Quien fue fácil de reconocer. WYATT, AQUÍ ESTOY HIJO eran las palabras escritas en un cartel fluorescente gigante.

Mamá me dio un gran abrazo de oso mientras recalcaba lo mucho que me extraño. Ya era tradición.

—¿Y quién es esta hermosa señorita? —preguntó Mamá mirando a Sofía por arriba de mi hombro.

—Sofía, es un placer Sra. Henderson —dijo Sofy presentándose y extendiendo su mano hacia Mamá.

Su mano fue inutil, pues inmediatamente fue abrazada por mi madre casi tan fuerte como lo hizo conmigo. Después de eso salimos del aeropuerto con dirección a casa de Mamá. Había reunido a la familia para hablar del Gran Premio en casa.

Creo que deseaba asegurarse de que todo fuera perfecto pues era el único piloto local en mi país. Una presión que nunca había sentido pues era mi primera vez corriendo en casa. El autódromo me lo sabía de memoria pero aun así era asfixiante todas esas sensaciones que imponía una carrera tan importante.

Llegados a casa saludé a mis hermanos con un fuerte abrazo que supo a nostalgia. No los había visto en muchos meses así que me sentó bien verlos otra vez. Sofía por su parte parecía una intrusa ahí, asi que rápidamente la presenté con ellos para que entrara en confianza tan rápido como sea posible.

Pasamos la tarde platicando de algunas ideas que Mamá tenía. Mis hermanos trataban de aclararlas y adaptarlas a la realidad mientras yo le enseñaba algunas cosas a Sofy.

—...y ese de allá es mi cuarto —apunté mientras Sofía miraba atentamente.

—¡VAMOS A VERLO! —exclamó Sofía mientras corría hacia la puerta marrón del pasillo.

Te Quiero MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora