Te lo Dije

8 1 0
                                    

—¿Nick? Sé que estás ahí.

—La concentración nace de la mente.

—Si, pero no del baño.

—Ash, ya voy.

Nick había estado ahí lo que duraría la terraformación de Marte.

—Hola.

—Hola... —expresó Nick resentido.

—¿Lo vamos a hacer o no?

—Lo haremos. Pero yo veo desde lejos.

—Ajá. Vámonos.

Era un domingo soleado. La carrera debería correrse en seco durante toda la sesión.

La lluvia no tendría porque hacer acto de presencia.

—Jamie.

—¿Qué —respondió ella.

—¿Has sabido algo de ella?

—Atenea no responde desde ayer Wyatt. Tranquilo. Ya sabremos de ella. Por ahora tienes cosas más importantes.

Suspiré.

—Ok. Por cierto, ¿Sofy ya está allá?

—Ya. Parece que tu chica sabe ligar pilotos alemanes —rió irónicamente.

Oh...

—¿Ligar?

—Sí. ¿Por qué la sorpresa? ¿Celoso?

—No son celos. Simplemente me interesa saber dónde está.

Sofía, si, me interesaba saber si estaba bien. Pero mi preocupación venía enfocada en otra persona: Atenea. No había aparecido desde ayer. Sé que puede cuidarse sola perfectamente, pero era cercana a mi y por ende me preocupaba.

—Wyatt.

Nick me sacó de mi trance novelesco.

—¿Qué?

—Ya llegamos.

El autódromo estaba totalmente encendido. Se respiraba un ambiente espectacular. Casi pierdo el oxígeno al pasar por tantas personas aclamando mi nombre. Era una sensación extraña, pero me gustaba.

Sabía lo importante que sería este día, especialmente porque absolutamente todos mis familiares —de los que tenga conocimiento de su existencia— habían asistido al Gran Premio.

La presión se sentía en el aire. Eso era indudable. Además de la mirada incriminadora del público en las gradas.

—¿Listo? —preguntó un piloto brasileño, además de Jimmy, era mi único amigo allí.

—La idea es no chocar en la primera curva, así que listo es algo superficial —bromeé.

—Dicen que algunas curvas fueron reasfaltadas por la noche.

Te Quiero MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora