La Ciudad del León

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—¿Primera vez en un avión ?

—¡PRIMERA VEZ EN UN AVIÓN! —respondió Atenea alterada.

Ella nunca había estado en un viaje de avión. Y mucho menos en uno tan largo. Pero Singapur estaba esperando y no había tiempo para cancelarlo.

—Duérmete, así no te asustas —sugerí bromeando.

—Que gracioso eres —miro por la ventana— Siento que esta cosa se va a caer. Más te vale que lleguemos a Singapur en una pieza. O te las verás conmigo.

—Ajá.

Tras despegar —obviamente— Atenea se durmió de golpe. Aun respiraba, así que tendría tiempo de trabajar con el equipo.

Las nuevas piezas estaban siendo instaladas y otras cuantas necesitaban rediseñarlas para el auto de la siguiente temporada.

Si bien me perdí casi toda la temporada, aún seguía en la competencia y el próximo año podría competir por el campeonato con normalidad.

Ahora solo quedaba adaptarse a las nuevas regulaciones.

El diseño del próximo auto tendría nuevos patrocinadores principales. Lo que supondría aún mas expectativas encima.

Aun así, había varias cosas buenas a destacar. Ya que la organización firmó por primera vez en la historia con veintitrés países en los que correríamos esta temporada.

Ocupado estaría de sobra este año. Y me llenaba de emoción. Además así no pasaba tanto tiempo del debidamente necesario en la escuela.

Estúpidas matemáticas.

Acompañe a Atenea en su dormir por lo que resto del viaje. Tendríamos que hacer escala en Estados Unidos antes de ir directamente a Singapur.

Cuando llegamos a San Francisco sentía que podía dormir todo el día en la sala de espera. Pero para mi suerte Atenea si estaba despierta. Y me indicó que el vuelo a Singapur ya salía.

Pasar el Océano Pacífico comenzó a ser más relajante de lo que solía ser. Probablemente dormí más de dos semanas en ese viaje.

Al llegar todo era muy elegante y vertiginoso. Desde las escaleras hasta la puerta de salida. Joder. Hasta las calles eran elegantes.

Llegamos prácticamente al atardecer. Así que como pude me lleve a Atenea al circuito callejero de Marina Bay.

Nos instalamos en el Marina Bay Sands. Allí, pasamos a uno de los restaurantes donde suelo desayunar con Jimmy en cada fin de semana de carrera aquí.

—Mierda... —susurró Atenea admirando el circuito desde una de las ventanas— ¿Dices que allí vas a correr este año? ¿No te da miedo?

—Bueno. Usaba el miedo para rozar las paredes. Así que siempre tuve cierto temor de estrellarme en esa curvé —señalé.

—Presumido —barrió sus ojos a otro lugar sarcásticamente— Apuesto a que no has traído a Sofía a este lugar —bromeó mientras caminaba audazmente a una de las sillas del restaurante.

—Entenderás que ella va solo a donde el equipo se lo permite. Además, a ella no le dan miedo los aviones —carraspeé irónicamente.

Atenea entrecerró los ojos divertida.

—Es estúpidamente alto este lugar. ¿Lo has notado? —preguntó mirando para abajo del edificio.

—Bueno. No sé si has notado que estamos en un barco soportado por tres edificios enormes querida.

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Te Quiero MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora