El Regreso del Jedi

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—Tal como lo veo... Tendrá que buscar su traje de carreras al llegar a casa Señor Henderson.

Nada me faltó para caer en un infarto. Me contuve. Finalmente podría volver al auto después de este mágico tratamiento. Sentí como si mi vida volvía a tomar el rumbo de siempre. Tenía que contárselo a los chicos.

—¡JAIME!

—¡TE AGRADECERÍA SI NO ME GRITAS AL TELÉFONO!

—Lo siento —me disculpe entre risas— Pero hay una buena noticia.

—¿Atenea se va de la casa? —bromeó irónicamente.

—Tendrás que aguantar a Atira ahí un rato, porque me voy a conducir por el mundo. ¡De nuevo!

—¿¡QUE!?

—¿No es increíble?

—¡Lo sé! Prepara la cena que tenemos que celebrar con Nick y los demás.

Con los demás, me refería específicamente a Sofía y Atenea. Quienes no tenían la mejor amistad del mundo desde siempre. Claro que Sofía nunca lo había mencionado conmigo, pero Jaime fue quien lo confesó todo. Pero en resumen, Sofy tenía un novio en cuarto grado del que estaba profundamente enamorada, sin embargo, él no lo estaba del todo hacia ella. Ya que como todo buen cliché, Atenea le coqueteaba por mera diversión. Tal y como un depredador juega con su presa.

El chico cortó a Sofía antes de siquiera haber cumplido tres meses juntos gracias a las manipulaciones de Atenea. Lo que la devastó por completo. Ella era sensible y fácil de quebrar, además de que al ser su primer novio no tuvo cuidado de sus sentimientos así que fue directa a la boca del lobo sin previa experiencia.

Sofía pasó meses donde no le apetecía nada, Jaime dice que estuvo innumerables veces a punto de cortar la cuerda. Finalmente, cuando conoció a Nick y Jaime, comenzó a volver a abrirse con las personas; es justo aquí donde entro yo, un piloto en recuperación sin vida social aparte de su ingeniero en pista.

Supongo que parte de mi sentía una empatía por Sofy sin haber pasado por lo que ella vivió y tal vez razón por la cual su amistad se sentía diferente. Incondicional.

Ella me acompañó cada que pudo a la terapia de rehabilitación nueva que me había propuesto el doctor en aquella noche de películas. Pasaron al menos cuatro meses donde me sentía acompañado por ella. Incluso mamá se enteró de su existencia durante una de las inusuales llamadas que hace de vez en cuando, cuando Sofía intentaba cocinar lasagna y no podía aguantar la risa de su desastre culinario. Supuse que a mamá le cayó bien, pues pregunta cada que me llama por ella. Sospecho que la quiere más a ella que a mí, pero es lo común cada que hay una nueva chica en mi vida.

Lo que sí era importante tenía fecha y hora. La cena de celebración con Jamie y todos. Nick decidió que fuera en su casa, ya que al menos yo nunca había estado en ella y era una ocasión especial. Así que tomé una camisa tipo polo de rayas blancas con combinaciones azules y unas botas negras que tenía guardadas en el armario.

Ya en casa de Nick me recibieron con múltiples abrazos que se sentían de todo corazón. Especialmente el de Sofía, quien sospechaba que respiraría después de haberme acompañado tantas veces.  A ella le traje un vestido cian en forma de agradecimiento por su incondicional compañía.

—¡Es precioso! —gritó Sofía con ganas— Me iré a ponermelo, ya vuelvo.

Y mientras ella desaparecía en el cuarto de Nick sentí una mano tan reconocible en mi abdomen rodeandome con fuerza, abrazándome hacia atrás. Atenea. Había llegado por fin, me volteé para abrazarla y besarla en la mejilla como era común entre los dos.

Te Quiero MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora