Es solo una Amiga

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Dos semanas habían pasado y con cada roce de mano se hacía aún más grande la tensión entre Atenea y yo. Nunca había sentido esa sensación, era extraño pero me encantaba esa sensación. ¿Debería invitarla a salir?. Tenía muchas cosas que hacer antes de pensar en ella. Por ejemplo, apoyar a mi equipo en la carrera local del equipo, así que invite a Sofía al circuito para que entendiera un poco más del deporte

—¿Qué son todos esos números Wyatt? —preguntó Sofía con cierta confusión.

—Son las distancias entre cada uno de los autos Sofy.

—Ajá... —asintió tratando de entenderlo lo mejor posible— por cierto ¿Por qué no te han venido a tomar mil fotos?.

—Buena pregunta —correspondí la duda.

En realidad no sabía qué responder. El equipo había intentado tapar mi presencia en la pista, pero era cuestión de tiempo.

—¡Mierda! —susurré al ver a un fotógrafo apuntarme con la cámara— Vámonos de aquí Sofy.

Bajamos al garaje del equipo mientras escuchaba cientos de voces gritando mi nombre. ¡Me habían descubierto!.

Tendría que responder, no había opción.

—¡Wyatt! —gritó el primer periodista que llegó— ¿Que has estado haciendo durante tu recuperación?

— Me he mantenido en casa haciéndome cada vez más gordo— bromeé con sutileza haciendo que el periodista se riera falsamente.

—Te hiciste un cambio de look muy contundente —recalcó— te queda bien.

—Gracias —correspondí su cumplido.

—No es nada. ¿Cuándo te veremos de vuelta en el auto? —preguntó intrigado.

—Si todo va de acuerdo a lo esperado —dude un momento— en unos tres meses me verán de nuevo por aquí con regularidad.

—Te esperamos con ansias, ten un buen día.

Sofía se había escondido detrás de las computadoras con mi ingeniero de pista, a quien le pedí que la ocultara. Principalmente por motivos de privacidad a ella y su comodidad.

Después de la carrera me quedé a una junta con el equipo para hablar sobre el rendimiento del piloto de reserva y mi pronto regreso. Y, al terminar, Sofy me esperaba muy intrigada.

—¿Nos vamos? —pregunté felizmente.

—Si, pero antes. ¿Cuál era tu anterior look?

—¿Por qué quieres saber eso? —reí de la pregunta.

—Es absolutamente indispensable para mí el saberlo —dijo muy seriamente en sarcasmo. Así que respondí esa pregunta con una foto de una semana antes de mi accidente. La miró con admiración:

—¡Tenías el cabello larguísimo, como una melena de león! —exclamó sorprendida.

—¡Oye! —respondí ofendido— al menos a mi me quedaba mejor el cabello largo.

—En tus sueños quizás —nubló los ojos.

Lo cierto era que mi melena oscura era muy especial para mí, quizá tiene que ver con mi habilidad estúpida de tener poco calor en lugares acalorados a más no poder. Además, eso era considerado una habilidad deportiva única en su clase. Y finalmente salimos de la pista para irnos al auto. Dónde ya nos esperaban unas cuantas pesadillas más:

—¡Wyatt! —gritó un reportero con Indiscreción— ¿Quién es ella?

Lo cierto era que no me extrañaba la repetición de esa pregunta. Pues nunca había ido con alguien hacia algún lugar con un acompañante que no fuera mi ingeniero o mi entrenador. Así que Sofía resultaba un objetivo interesante para todos.

Te Quiero MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora