Vía Libre

18 1 0
                                    

Atenea.

—¡MIERDA CHRIS ESCONDE ESO! —grité desesperada.

Podía escuchar los pasos de mis padres en la casa acercándose poco a poco hacia mi habitación. Chris estaba semidesnudo en mi maldita cama, necesitaba esconderlo ya.

—Metete ahí. !Ya!

—¿Por qué eres tan mandona? —reprochó mientras se escondía.

—Cállate y no hagas ni un puto ruido.

La puerta se abrió. Tenía la ropa suficientemente necesaria como para crear mi excusa.

—¿Está todo bien amor? —dijo mi madre mientras buscaba alrededor.

—Perfectamente. Regresaron temprano ma'.

—Tu padre tuvo una llamada importante en su trabajo y regresamos antes.

—Oh. Entiendo...

Silencio incómodo. Mieeeeeerda. Odio esos silencios.

—Y... —empecé de nuevo.

—Estaré en mi cuarto si me necesitas querida.

Se fue. Genial, ahora solo me falta sacar al animal, de nombre Chris, de mi cuarto. ¿Como lo haría?

Oh. Lo tengo: la ventana; muy cliché tal vez, pero me daba igual.

—Ven —dije al tiempo que abría la puerta donde estaba escondido Chris— vas a bajar por esa ventana. Son menos de tres metros de caída.

—¿Me llamarás?

—Obvio —mentira— pero baja ya de una vez.

—Espera, usamos condon. ¿Verdad? —preguntó.

Mierda. No recuerdo haberlo tirado.

—Lárgate de una vez idiota —grité irritada.

Se fue corriendo en baños menores por toda la calle. Era muy extraño toda la noche de ayer, solo había sido una fiesta tranquila.

Chris ni siquiera era atractivo. Cuando vas un poco pasada de copas ves a todos muy guapos supongo.

Un segundo. El condon. ¿Donde mierda estaba?

Estoy cien por ciento segura de que lo usamos.

Bueno, quizá un noventa por cierto. Esta bien, setenta por ciento segura. Solo podía estar en el cuarto, era lógico.

Siempre tengo que enredarme con los chicos más idiotas del mundo. ¿Para que son tan guapos si son unos tarados?

¿Ahora a quien llamaría? Siempre pasan de mí todas las personas que conozco. Soy muy buena para ellos.

Wyatt debe estar ocupado. Quizá Jason esté libre y pueda ayudarme. Además le cae bien a mi madre.

—Hola idiota. ¿Vienes?

—¿Quien fue en esta ocasión Atira?

—Solo ven y aquí te explico.

¿Qué necesidad de querer saber todo? Insoportables. Como si eso fuera a cambiar algo de mi drama.

Jason llegó más rápido de lo que esperaba. Nada común en él por cierto. Pero me sirvió para dar por sentado que quizá llevaba un maldito niño en mi cuerpo.

—¿Donde está?

—¿Donde está qué? —pregunté.

—El problema.

—Ah —Jason ya lo sabía— ¿Cómo me saco un niño de mi cuerpo?

Empezó a reírse de mi. Que grandes amigos tengo.

Te Quiero MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora