Chica Desaparecida

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Día de clasificación. El mejor día de todo el fin de semana y por mucho lo mejor del Gran Premio.

Los entrenamientos fueron para reconocer el circuito y poner la puesta a punto del auto. Se notaba la sensación y el ambiente del lugar. Esta ería una para los libros de historia, lo podía sentir.

De cierta forma me emocionaba está carrera ya que fuera de ser mi carrera local, Atenea y todos los chicos asistieron. Tomándose el tiempo de ir a verme dar vueltas a un circuito. Se los agradecía de corazón.

Pero antes de seguir mi ilusión, tengo un trabajo y una misión en marcha: Pole Position. Podría jurar que jamás había retumbado tanto esa palabra en mi cabeza. Así que sería mejor sacarla de ahí logrando marcar el mejor tiempo.

—Enciende el motor. Strat Four. Posición dos. Enciende el MGU-H.

—Copiado -respondí a mi ingeniero.

—Buena suerte allá afuera. No olvides divertirte Wyatt.

—Siempre lo hago.

Salí del garaje para encaminarme al carril del pit.

Podía oír los gritos de las personas en la tribuna principal, quienes ya podían oler mi combustible quemando y listo para correr. Era momento de poder reconocer las condiciones e ir sacando los tiempos

—Vuelta de calentamiento. Estimamos que el mejor tiempo teórico de la sesión rondará los 1:17:400. Intentemos superar poco a poco esa cifra. Solo tenemos que entrar en el top quince.

—No lo sé. ¿Crees que podrías bajarlo más? No quiero aplastar el marcador —bromeé.

—Ja ja. Ya lo veremos chico —respondió mi ingeniero.

Lo dicho. Marque casi seis décimas menos que el tiempo estimado. El balance se sentía muy bien, la carga aerodinámica estaba respondiendo adecuadamente en las enlazadas. Creo que podré lograrlo hoy.

Pero, mis esperanzas tuvieron un descenso al escuchar que Martini estaba a solo veinte milésimas. El primer lugar no vendría nada fácil, eso estaba claro.

—¿Cuánto falta para la segunda sesión? —pregunté impaciente ya en el garaje de nuevo.

—Dos minutos. Verifica tu batería y avísame si hay algún problema con el turbocompresor.

—Lo haré. Pero cuéntame, ¿qué pasa allá afuera?

—¿Preguntas por alguien? —rió mi ingeniero.

—¿Y tú qué crees?

—Sofía está bien. Se ha dado un par de vueltas por aquí mientras estabas en la pista. Venía acompañada de una pelinegra muy atractiva. ¿Por qué no conocía a esa chica galán?

—Así que así es esto ahora ¿eh?. No la conocías porqué siempre está ocupada. Pero me prometió venir este fin de semana, y está aquí desde los entrenamientos.

—Que conveniente. En tu carrera local. Parecía carismática.

—Siempre me logra sacar una risa. Es increíble su talento.

—¿Te parece si seguimos está charla en otro momento? Ya están saliendo y los de las computadoras estiman que la ventana ideal estará en cinco minutos. Mantén las revoluciones listas.

—Estoy en eso.

La segunda tanda de clasificación no fue mucho más complicada. Bajamos notablemente los tiempos de la sesión anterior. Y me posicionaba segundo detrás del irlandés buena onda. Aún no era momento de apretar.

Te Quiero MalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora