Llegada

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Me duele la cabeza como si me hubiera pasado hasta las cuatro de la mañana bebiendo y tuviera una resaca de narices. No, no. Y como si después un imbécil me hubiera dado con un martillo. Sí, más o menos.

–Mierda –murmuro y me retuerzo aún en el suelo.

El suelo traquetea de un lado a otro y siento como se mueve hacia arriba, es un ascensor. Una sirena me taladra los oídos. Consigo ponerme de rodillas y me entran arcadas. Intento aclarar la vista y me entran ganas de llorar. Respiro hondo y me concentro en mantener el equilibrio. lleno de cajas de madera. Mi vista empieza a aclararse. Me siento sobre el frío suelo. ¿Dónde estoy? Intento recordar pero no encuentro nada. Me esfuerzo aún más, _______ ese es mi nombre _______.

El ascensor se detiene bruscamente. No ocurre nada durante un rato. Miro hacia arriba y veo que se filtra la luz, me estiro y empujo el techo. Este se mueve como una trampilla y deja pasar la luz, que me ciega.

Salgo con cuidado y miro a mi alrededor. Estoy en un claro, todo verde. Veo un bosque, un huerto, un edificio de madera en el centro y, algo que rodea todo, unos muros que lo encierran.
Me asusto. No se nada, no recuerdo nada, y tengo miedo.

Empiezo a llorar pero eso no me detiene. Me acerco hacia una salida en los muros, parece que es una puerta. Miro hacia el interior. Hay un ancho pasillo, lleno de enredaderas, que da lugar a otros pasillos a sus lados. Entro con decisión. Tuerzo hacia la derecha, luego hacia la izquierda. Mis dedos acarician la pared mientras camino. Todo parece igual, esto parece un laberinto. Entonces me vuelvo a asustar. Si estoy en un laberinto de verdad puedo perderme y no encontrar la salida.

Vuelvo por donde he venido, he caminado poco así que el camino es fácil de recordar. Vuelvo a estar en frente de la puerta cuando un ruido me hace extremecerme. Miro hacia los muros y veo que se están moviendo, cerrándose. No lo pienso mucho; o el laberinto, o el claro. Elijo el claro y salgo corriendo para poder estar de nuevo a salvo. Llego y me doy la vuelta para mirar hacia el interior, entonces veo una cosa viscosa, asquerosa, y enorme que se acerca. El miedo se apodera de mi, los muros se cierran, una sensación de alivio me llena aunque sé que nunca podré quitarme la imagen de ese bicho de la cabeza, ahora seguro que tendré pesadillas. ¿Qué será? No lo sé, pero de lo que estoy segura es de que no quiero volver a verlo nunca más.

No me había dado cuenta de que ya es de noche. Me dirijo hacia la cabaña y entro, no es muy pequeña, así que no me quejo. Me recuesto sobre el suelo y comienzo a llorar. Pienso en demasiadas cosas a la vez; en qué hago aquí, por qué estoy aquí, quién me ha mandado aquí... Y con la cabeza embotada de preguntas y dudas, y los ojos llenos de lágrimas, al fin consigo dormirme.

La chica, la corredora, la optimista (Newt y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora